FRANCISCO, EL PAPA MANSO
Estoy leyendo, estos días, un libro sobre el
Papa Francisco. Lleva por título: Francisco, el Papa manso. Y de subtítulo: “La
verdad sobre el Papa que cambiará el curso de la historia”.
En la página 166, aparece una cita de la carta que el Papa Francisco dirigió a los Obispos argentinos. Está fechada en el Vaticano, 25 de marzo
de 2013. Esta es la frase:
“Una Iglesia que no sale, a la corta o a la larga, se enferma en la
atmósfera viciada de su encierro. Es verdad también que a una Iglesia que sale
le puede pasar lo que a cualquier persona que sale a la calle: tener un accidente.
Ante esta alternativa, les quiero decir francamente que prefiero mil veces una
Iglesia accidentada que una Iglesia enferma.
La enfermedad típica de la Iglesia encerrada es la autorreferencial;
mirarse a sí misma, estar encorvada sobre sí misma como aquella mujer del
Evangelio. Es una especie de narcisismo que nos conduce a la mundanidad espiritual
y al clericalismo sofisticado, y luego nos impide experimentar «la dulce y confortadora alegría de
evangelizar».
Sin comentario.
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