Cada encuentro con Jesús nos llena de alegría
y nos cambia la vida», dice el Papa Francisco
En sus palabras previas al rezo del Ángelus
dominical, en la Plaza de San Pedro, ante los miles de fieles reunidos, el Papa
Francisco reflexionó sobre la importancia de redescubrir el sentido de la
vida cristiana, y aseguró que "cada encuentro con Jesús nos llena de
alegría" y nos cambia la vida.
Recordando el Evangelio de hoy, el Santo
Padre indicó que “nos presenta el encuentro de Jesús con la mujer samaritana,
sucedido en Sicar, junto a un antiguo pozo donde la mujer iba cada día, para
sacar agua. Aquel día se encontró a Jesús, sentado, ‘fatigado por el
viaje’. El inmediatamente le dice, ‘dame de beber’”.
“De este modo supera las barreras de
hostilidad, que existían entre judíos y samaritanos y rompe los esquemas del
prejuicio en frente a las mujeres. El simple pedido de Jesús es el inicio de un
dialogo sincero, mediante el cual Él, con gran delicadeza, entra en el
mundo interior de una persona a la cual, según los esquemas sociales, no
tendría ni si quiera que haberle dirigido la palabra”.
“Pero Jesús lo hace, ¿eh? Jesús no tiene
miedo. Jesús cuando ve una persona va adelante porque ama, nos ama a
todos, no pasa de largo jamás ante una persona por prejuicios. Jesús pone
a la samaritana frente a su realidad, no juzgándola sino haciéndola sentir
considerada, reconocida, y suscitando así en ella el deseo de ir más allá de la
rutina cotidiana”.
El Papa subrayó que la sed de Jesús “era una
sed no tanto de agua, sino de encontrar un alma sedienta. Jesús tenía necesidad
de encontrar a la samaritana para abrirle el corazón: le pide de beber para
poner en evidencia la sed que había en ella misma”.
“La mujer queda tocada por este encuentro:
dirige a Jesús aquellas preguntas profundas que todos tenemos
dentro, pero que muchas veces ignoramos”.
Francisco aseguró que “¡también nosotros
tenemos tantas preguntas para hacer, pero no encontramos el coraje de
dirigirlas a Jesús! La Cuaresma es el tiempo oportuno para mirarse dentro, para
hacer surgir nuestros deseos espirituales más verdaderos y pedir la ayuda del
Señor en la oración. El ejemplo de la samaritana nos invita a expresarnos así:
‘Jesús dame de esa agua así no tendré más sed’”.
La misericordia y el prejuicio
El Papa remarcó que “la misericordia es más
grande que el prejuicio, esto tenemos que aprenderlo bien, ¿eh? La misericordia
es más grande que el prejuicio y Jesús es tan misericordioso, tanto. El
resultado de aquel encuentro junto al pozo fue que la mujer fue transformada:
‘dejó su cántaro’ y corre a la ciudad a contar su experiencia extraordinaria.
He encontrado un hombre que me ha dicho todas la cosas que yo he hecho, quizás
es el Mesías”.
“¡Estaba entusiasmada! Había ido a buscar
agua del pozo, y ha encontrado otra agua, el agua viva de la misericordia que
salta hasta la vida eterna. ¡Ha encontrado el agua que buscaba desde siempre!,
corre al pueblo, aquel pueblo que la juzgaba y la rechazaba, y anuncia que ha
encontrado al Mesías: uno que le ha cambiado la vida”.
“Porque cada encuentro con Jesús, nos cambia
la vida, siempre un paso más adelante, un paso más cerca de Dios. Y así cada
encuentro con Jesús nos cambia la vida. Siempre, ¿eh? ¡Siempre es así!”.
En este Evangelio, indicó Francisco,
“encontramos también nosotros el estímulo para ‘dejar nuestro cántaro’, símbolo
de todo lo que aparentemente es importante, pero que pierde valor frente al
‘amor de Dios’. Todos tenemos uno, todos tenemos uno o más de uno, ¿eh? Yo les
pregunto a ustedes, también a mí: ¿cuál es tu cántaro interior, aquel que te
pesa, aquel que te aleja de Dios? Dejémoslo un poco aparte y con el corazón
sintamos la voz de Jesús que nos ofrece otra agua, otra agua que nos acerca al
Señor”.
“Estamos llamados a redescubrir la
importancia y el sentido de nuestra vida cristiana, iniciada en el bautismo y
como la samaritana, ha dar testimonio a nuestros hermanos de la alegría del
encuentro con Jesús; testimoniar la alegría del encuentro”.
“Cada encuentro con Jesús nos cambia la vida.
También cada encuentro con Jesús nos llena de alegría, aquella alegría interior
que nos viene. Y así el Señor hace estas cosas maravillosas. El Señor sabe
actuar en nuestro corazón cuando nosotros somos valientes y dejamos aparte
nuestro cántaro”, concluyó.
A continuación reproducimos
íntegramente las palabras previas del Papa Francisco al Ángelus del
Domingo:
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El Evangelio de hoy nos presenta el encuentro
de Jesús con la mujer samaritana, sucedido en Sicar, junto a un antiguo pozo
donde la mujer iba cada día, para sacar agua. Aquel día se encontró a Jesús,
sentado, “fatigado por el viaje” (Juan 4, 6). El inmediatamente le dice, “dame
de beber” (v 7, 7). De este modo supera las barreras de hostilidad, que
existían entre judíos y samaritanos y rompe los esquemas del prejuicio en
frente a las mujeres. El simple pedido de Jesús es el inicio de un dialogo
sincero, mediante el cual Él, con gran delicadeza, entra en el mundo interior
de una persona a la cual, según los esquemas sociales, no tendría ni si quiera
que haberle dirigido la palabra. Pero Jesús lo hace, eh? Jesús no tiene miedo.
Jesús cuando ve una persona va adelante porque ama, nos ama a todos, no pasa de
largo jamás ante una persona por prejuicios. Jesús pone a la samaritana frente
a su realidad, no juzgándola sino haciéndola sentir considerada, reconocida, y
suscitando así en ella el deseo de ir más allá de la rutina cotidiana.
Aquella de Jesús era una sed no tanto de
agua, sino de encontrar un alma sedienta. Jesús tenía necesidad de encontrar a
la samaritana para abrirle el corazón: le pide de beber para poner en evidencia
la sed que había en ella misma. La mujer queda tocada por este encuentro:
dirige a Jesús aquellas preguntas profundas que todos tenemos dentro, pero que
muchas veces ignoramos.
Queridos hermanos y hermanas, ¡también
nosotros tenemos tantas preguntas para hacer, pero no encontramos el coraje de
dirigirlas a Jesús! La Cuaresma es el tiempo oportuno para mirarse dentro, para
hacer surgir nuestros deseos espirituales más verdaderos y pedir la ayuda del
Señor en la oración. El ejemplo de la samaritana nos invita a expresarnos así:
“ Jesús dame de esa agua así no tendré más sed”.
El evangelio dice que los discípulos quedaron
maravillados de que su maestro hablara con esa mujer. Pero el Señor es más
grande que los prejuicios, por eso no tiene temor de detenerse con la
samaritana: la misericordia es más grande que el prejuicio. La misericordia es
más grande que el prejuicio, esto tenemos que aprenderlo bien, eh? La
misericordia es más grande que el prejuicio y Jesús es tan misericordioso,
tanto. El resultado de aquel encuentro junto al pozo fue que la mujer fue
transformada: “dejó su cántaro” (v 28) y corre a la ciudad a contar su
experiencia extraordinaria. He encontrado un hombre que me ha dicho todas la
cosas que yo he hecho, quizás es el Mesías. ¡Estaba entusiasmada! Había ido a
buscar agua del pozo, y ha encontrado otra agua, el agua viva de la misericordia
que salta hasta la vida eterna. ¡Ha encontrado el agua que buscaba desde
siempre!, corre al pueblo, aquel pueblo que la juzgaba y la rechazaba, y
anuncia que ha encontrado al Mesías: uno que le ha cambiado la vida. Porque
cada encuentro con Jesús, nos cambia la vida, siempre un paso más adelante, un
paso más cerca de Dios. Y así cada encuentro con Jesús nos cambia la vida.
Siempre, eh? ¡Siempre es así!
En este evangelio encontramos también
nosotros el estímulo para “dejar nuestro cántaro”, símbolo de todo lo que
aparentemente es importante, pero que pierde valor frente al “amor de Dios”.
Todos tenemos uno, todos tenemos uno o más de uno eh? Yo les pregunto a
ustedes, también a mí: cuál es tu cántaro interior, aquel que te pesa, aquel
que te aleja de Dios? Dejémoslo un poco aparte y con el corazón sintamos la voz
de Jesús que nos ofrece otra agua, otra agua que nos acerca al Señor. Estamos
llamados a redescubrir la importancia y el sentido de nuestra vida cristiana,
iniciada en el bautismo y como la samaritana, ha dar testimonio a nuestros
hermanos de la alegría del encuentro con Jesús; testimoniar la alegría del
encuentro.
Cada encuentro con Jesús nos cambia la vida.
También cada encuentro con Jesús nos llena de alegría, aquella alegría interior
que nos viene. Y así el Señor hace estas cosas maravillosas. El Señor sabe
actuar en nuestro corazón cuando nosotros somos valientes y dejamos aparte
nuestro cántaro.
PARA ESCUCHAR
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1 comentario:
YO TAMBIEN ME UNO A TODAS LAS COSAS DEL PAPA EL ANGELUQUE BONITO TESTIMONIO Y CUANTO PARA MEDITAR EL DE LA SAMARITANA
SU FELIGRESA
MEME
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