DISCURSO DEL PAPA FRANCISCO A LOS OBISPOS ESPAÑOLES
Queridos hermanos,
agradezco las palabras
que me ha dirigido en nombre de todos el Presidente de la Conferencia Episcopal
Española, y que expresan vuestro firme propósito de servir fielmente al Pueblo
de Dios que peregrina en España, donde arraigó muy pronto la Palabra de Dios,
que ha dado frutos de concordia, cultura y santidad. Lo queréis resaltar de
manera particular con la celebración del ya cercano V Centenario del nacimiento
de Santa Teresa de Jesús, primera doctora de la Iglesia.
Ahora que estáis
sufriendo la dura experiencia de la indiferencia de muchos bautizados y tenéis
que hacer frente a una cultura mundana, que arrincona a Dios en la vida privada
y lo excluye del ámbito público, conviene no olvidar vuestra historia. De ella
aprendemos que la gracia divina nunca se extingue y que el Espíritu Santo
continúa obrando en la realidad actual con generosidad. Fiémonos siempre de Él
y de lo mucho que siembra en los corazones de quienes están encomendados a
nuestros cuidados pastorales (cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 68).
A los obispos se les
confía la tarea de hacer germinar estas semillas con el anuncio valiente y
veraz del evangelio, de cuidar con esmero su crecimiento con el ejemplo, la
educación y la cercanía, de armonizarlas en el conjunto de la «viña del Señor»,
de la que nadie puede quedar excluido. Por eso, queridos hermanos, no ahorréis
esfuerzos para abrir nuevos caminos al evangelio, que lleguen al corazón de
todos, para que descubran lo que ya anida en su interior: a Cristo como amigo y
hermano.
No será difícil
encontrar estos caminos si vamos tras las huellas del Señor, que «no ha venido
para que le sirvan, sino para servir» (Mc 10,45); que supo respetar
con humildad los tiempos de Dios y, con paciencia, el proceso de maduración de
cada persona, sin miedo a dar el primer paso para ir a su encuentro. Él nos
enseña a escuchar a todos de corazón a corazón, con ternura y misericordia, y a
buscar lo que verdaderamente une y sirve a la mutua edificación.
En esta búsqueda, es
importante que el obispo no se sienta solo, ni crea estar solo, que sea
consciente de que también la grey que le ha sido encomendada tiene olfato para
las cosas de Dios. Especialmente sus colaboradores más directos, los
sacerdotes, por su estrecho contacto con los fieles, con sus necesidades y
desvelos cotidianos. También las personas consagradas, por su rica experiencia
espiritual y su entrega misionera y apostólica en numerosos campos. Y los
laicos, que desde las más variadas condiciones de vida y respectivas
competencias llevan adelante el testimonio y la misión de la Iglesia (cf. Conc.
Ecum. Vat. II, Const. Lumen gentium, 33).
Asimismo, el momento
actual, en el que las mediaciones de la fe son cada vez más escasas y no faltan
dificultades para su transmisión, exige poner a vuestras Iglesias en un
verdadero estado de misión permanente, para llamar a quienes se han alejado y
fortalecer la fe, especialmente en los niños. Para ello no dejéis de prestar
una atención particular al proceso de iniciación a la vida cristiana. La fe no
es una mera herencia cultural, sino un regalo, un don que nace del encuentro
personal con Jesús y de la aceptación libre y gozosa de la nueva vida que nos
ofrece. Esto requiere anuncio incesante y animación constante, para que el
creyente sea coherente con la condición de hijo de Dios que ha recibido en el
bautismo.
Despertar y avivar una
fe sincera, favorece la preparación al matrimonio y el acompañamiento de las
familias, cuya vocación es ser lugar nativo de convivencia en el amor, célula
originaria de la sociedad, transmisora de vida e iglesia doméstica donde se
fragua y se vive la fe. Una familia evangelizada es un valioso agente de
evangelización, especialmente irradiando las maravillas que Dios ha obrado en
ella. Además, al ser por su naturaleza ámbito de generosidad, promoverá el
nacimiento de vocaciones al seguimiento del Señor en el sacerdocio o la vida
consagrada.
El año pasado
publicasteis el documento "Vocaciones sacerdotales para el siglo
XXI", señalando así el interés de vuestras Iglesias particulares en la
pastoral vocacional. Es un aspecto que un obispo debe poner en su corazón como
absolutamente prioritario, llevándolo a la oración, insistiendo en la selección
de los candidatos y preparando equipos de buenos formadores y profesores
competentes.
Finalmente, quisiera
subrayar que el amor y el servicio a los pobres es signo del Reino de Dios que
Jesús vino a traer (cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 48). Sé bien
que, en estos últimos años, precisamente vuestra Caritas – y
también otras obras benéficas de la Iglesia – han merecido gran reconocimiento,
de creyentes y no creyentes. Me alegra mucho, y pido al Señor que esto sea
motivo de acercamiento a la fuente de la caridad, a Cristo que «pasó haciendo
el bien y curando a todos los oprimidos» (Hch 10,38); y también a
su Iglesia, que es madre y nunca puede olvidar a sus hijos más desfavorecidos.
Os invito, pues, a manifestar aprecio y a mostraros cercanos a cuantos ponen
sus talentos y sus manos al servicio del «programa del Buen Samaritano, el
programa de Jesús» (Benedicto XVI, Enc. Deus caritas est, 31b).
Queridos hermanos,
ahora que estáis reunidos en la Visita ad limina para
manifestar los lazos de comunión con el Obispo de Roma (cf. Conc. Ecum. Vat.
II, Const. Lumen gentium, 22), deseo agradeceros de todo corazón
vuestro servicio al santo pueblo fiel de Dios. Seguid adelante con esperanza.
Poneos al frente de la renovación espiritual y misionera de vuestras Iglesias
particulares, como hermanos y pastores de vuestros fieles, y también de los que
no lo son, o lo han olvidado. Para ello, os será de gran ayuda la colaboración
franca y fraterna en el seno de la Conferencia Episcopal, así como el apoyo
recíproco y solícito en la búsqueda de las formas más adecuadas de actuar.
Os pido, por favor,
que llevéis a los queridos hijos de España un especial saludo del Papa, que los
confía a los maternos cuidados de la Santísima Virgen María, les suplica que
recen por él y les imparte su Bendición.
PARA ESCUCHAR
1 comentario:
MUY BIEN SU BLOG CUANTAS COSAS NECESITAMOS APRENDER
LO LEERE OTRA VEZ PARA QUE PUEDA RECOJER MEJOR SU MENSAJE
SU FELIGRESA
MEME
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