Entrevistado por Elisabetta Piqué
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Francisco da una entrevista a La Nación (Argentina): «Dios me da una sana dosis de inconsciencia»
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"Una cosa que
me dije desde el primer momento fue: «Jorge, no cambies, seguí siendo el mismo,
porque cambiar a tu edad es hacer el ridículo»."
Cambios en la curia del Vaticano
Francisco admitió,
además, que "falta mucho todavía" para terminar el trabajo de
limpieza en el Vaticano y habló con gran naturalidad de las resistencias que enfrenta y por
las que -dijo- no se siente muy preocupado.
"Las
resistencias ahora se evidencian, pero para mí es un buen signo que las ventilen, que no las digan a escondidas cuando uno no está de
acuerdo. Es sano ventilar las cosas, es muy sano", afirmó, desde la suite
que hoy es su hogar en el Vaticano.
Más allá del cansancio después de una jornada intensísima, llena de compromisos y audiencias
desde temprano, Francisco, que no perdió ni el acento ni el modo porteño, se
mostró accesible y hasta risueño.
A pesar de ese
tono, el Papa se refirió a las polémicas de su pontificado, como las que
rodearon el último sínodo extraordinario de obispos, en octubre pasado. En su
diagnóstico sobre el estado actual de la familia, Bergoglio fue tajante y
directo: "Está recontra baqueteada", dijo.
El sínodo dejó en
evidencia las divisiones sobre cómo debe enfrentar hoy la Iglesia sus desafíos,
en especial la situación de los católicos divorciados vueltos a casar.
Francisco se animó a definirlos como "excomulgados de hecho", debido a todas las acciones de las que son excluidos
por la Iglesia por estar en esa situación.
"El cardenal
alemán Walter Kasper [cercano al Papa y de inclinaciones reformistas] lo que
hizo fue decir que busquemos hipótesis, es decir, él abrió el campo. Y algunos se
asustaron", explicó.
La doctrina sigue intacta
Para tranquilizar a
esos sectores que creen que el sínodo creó confusión, el Papa también recordó
que esa asamblea "es un proceso" y que "no se tocó ningún punto de la doctrina de la
Iglesia sobre el matrimonio".
"No tengo
miedo de seguir el camino de la sinodalidad [palabra que deriva del griego syn,
odos, caminar juntos], porque es el camino que Dios nos pide. Es más, el Papa es garante, está ahí para cuidar eso
también", dijo.
Francisco tuvo,
asimismo, palabras sobre el aluvión de argentinos que viajan a Roma para
sacarse la foto con él. Y advirtió que, por las elecciones presidenciales de
2015, decidió no recibir más en privado a políticos, sino tan sólo al término de las audiencias generales de los
miércoles en la Plaza San Pedro.
Además, confirmó
que, si bien no viajará a la Argentina en julio de 2016 para el Congreso
Eucarístico de Tucumán, debido a la cercanía con la Jornada Mundial de la
Juventud en Polonia, el proyecto igual es viajar al país ese mismo año, en otro momento. Eso sí, reveló que en 2015 visitará
otros tres países de América latina -que prefirió no mencionar- y, por primera vez, África.
El Banco del Vaticano está funcionando
"bárbaro"
Afirmó que el
Instituto para las Obras de Religión (IOR), también llamado banco del Vaticano
y bajo la lupa durante décadas por sospechas de lavado de dinero e
infiltraciones mafiosas, "está
funcionando bárbaro".
Francisco concedió
la entrevista exclusiva a LA NACION unos pocos días antes de una cita clave en
el Vaticano: la fiesta de la Virgen de Guadalupe, patrona de América latina, el 12 de
diciembre.
Celebrará el día
con una misa solemne en la Basílica de San Pedro, en la que músicos argentinos
interpretarán la Misa criolla, compuesta por Ariel Ramírez hace
50 años, un evento histórico para el primer papa del fin
del mundo.
Conducirán la Misa
criolla el hijo del autor, Facundo Ramírez, y la cantante Patricia Sosa, junto
con un coro romano.
"Cuando
escuché por primera vez la Misa criolla era estudiante, creo que de teología,
pero no recuerdo bien. Y me gustó mucho. Me gustó mucho el «Cordero de Dios»,
que es de una belleza impresionante. De lo que no me olvido nunca es de que la escuché cantada por Mercedes Sosa", confesó el Papa.
- Para América Latina es fuente de orgullo tener
al primer papa no europeo. ¿Qué espera usted de la región?
- América Latina
viene recorriendo un camino desde hace tiempo, desde la primera reunión del
Consejo Episcopal Latinoamericano [Celam], desde la creación del Celam.
Monseñor Larraín, el primer presidente del Celam, le dio un gran impulso. Fue
la conferencia de Río, después Medellín, después Puebla, Santo Domingo y
Aparecida.
Son hitos que el
episcopado latinoamericano fue haciendo, colegialmente, con metodologías
distintas, primero tímidamente. Pero este camino de 50 años no se puede ignorar
porque es un camino de toma de conciencia de una Iglesia en América
latina y de maduración en la fe. Junto con este camino, se desplegó
también una gran inquietud por estudiar el mensaje guadalupano. La cantidad de estudios sobre la Virgen de Guadalupe, sobre la
imagen, sobre el mestizaje,
sobre el NicanMopoua, es impresionante, es una teología de fondo. Por eso al
celebrar el Día de la Virgen de Guadalupe, patrona de América, el 12 de
diciembre, y los 50 años de la Misa criolla, estamos conmemorando un camino de
la Iglesia latinoamericana.
- Un reciente sondeo en la región [del Pew
Research Center] certificó que, más allá del "efecto Francisco", hay
católicos que siguen abandonando la Iglesia.
- Conozco la
estadística que dieron en Aparecida, es el único dato que tengo. Evidentemente,
hay varios factores que intervienen en eso, externos a la Iglesia. Por ejemplo, la teología de la prosperidad inspira muchas
propuestas religiosasque atraen gente.
Pero luego la gente queda a mitad de camino. Pero dejando afuera lo externo a
la Iglesia, me pregunto: ¿cuáles son las cosas nuestras, dentro de la Iglesia,
que hacen que los fieles no se sientan satisfechos? Y es la falta de cercanía y el clericalismo. La proximidad es el llamado hoy al católico, a salir y
hacernos próximos de la gente, de sus problemas, de sus realidades.
El
clericalismo, se lo dije a los obispos del Celam en Río de Janeiro, frenó la madurez laical en América latina. Donde los laicos son más maduros en América latina es
precisamente en la expresión de la piedad popular. Pero organizaciones laicales
siempre estuvieron con el problema del clericalismo. Yo hablé de esto en la
"Evangelii Gaudium" [la primera exhortación apostólica del Papa].
- ¿La renovación de la Iglesia a la que usted
llama apunta también a buscar a estas "ovejas perdidas" y a frenar
esa sangría de fieles?
- No me gusta usar
esa imagen de la "sangría" porque es una imagen muy ligada al
proselitismo. No me gusta usar términos ligados al proselitismo porque no es la
verdad. Me gusta usar la imagen de hospital de campaña: hay gente muy herida que está esperando que vayamos a
curarle las heridas, heridas por mil motivos. Y hay que salir a curar heridas.
- ¿Ésa es la estrategia entonces para recuperar
a los que se van?
- No me gusta la
palabra "estrategia", sino que hablaría del llamado pastoral del
Señor, porque si no, parece todo una ONG... Es el llamado del Señor, lo que hoy le pide a la Iglesia, no como
estrategia, porque la Iglesia no hace proselitismo. La
Iglesia no quiere hacer proselitismo porque la Iglesia no crece por proselitismo, sino por
atracción,como dijo Benedicto. La Iglesia tiene que ser un
hospital de campaña y salir a curar heridas, como el buen samaritano. Hay gente
herida por desatención, por abandono de la Iglesia misma, gente que está
sufriendo horrores...
- Usted es un papa que suele hablar de manera
directa, lo que le ayuda a dejar en claro el rumbo de su pontificado. ¿Por qué
cree que hay sectores que están desorientados, que dicen que la "barca
está sin timón", sobre todo después del reciente sínodo sobre la familia?
- Me extrañan esas
expresiones. No me consta que las hayan dicho. En los medios, aparece como que
las hubieran dicho. Pero, hasta que no le pregunte al interesado: "¿Usted
ha dicho esto?", mantengo la duda fraternal. Pero, generalmente, es porque
no leen las cosas. Uno sí me dijo una vez: "Sí, claro, esto del
discernimiento qué bien que hace, pero necesitamos cosas más claras". Y yo
le dije: "Mire, yo escribí una encíclica, es verdad, a cuatro manos, y una
exhortación apostólica. Continuamente estoy haciendo declaraciones, dando
homilías y eso es magisterio. Eso que está ahí es lo que yo pienso, no lo que los medios dicen
que yo pienso. Vaya ahí y lo va
a encontrar y está bien claro; «Evangelii Gaudium» es muy clara".
- En los medios, algunos hablaron del "fin
de la luna de miel" por la división que salió a la luz en el sínodo...
- No fue una
división tipo estrella contra el Papa; o sea, al Papa de referente no lo
tenían. Porque ahí el Papa procuró abrir el juego y escuchar a todos. El hecho
de que, al final, mi discurso haya sido aceptado tan entusiastamente por los
padres sinodales indica que el problema no era con el Papa, sino que era entre diversas posturas pastorales.
- Siempre que hay un cambio de statu quo, como
significó su llegada al Vaticano, es normal que haya resistencias. Después de
poco más de 20 meses, esta resistencia, silenciosa al principio, parece ser más
evidente...
- La palabra la
dijo usted. Las resistencias ahora se evidencian, pero para mí es un buen signo, que las ventilen, que no las
digan a escondidas cuando uno no está de acuerdo. Es sano ventilar las cosas; es
muy sano.
-¿La resistencia tiene que ver con la limpieza
que usted está haciendo, con la reestructuración interna de la curia romana?
- Considero a las resistencias como puntos de vista distintos,
no como cosa sucia. Tiene que ver con
decisiones que por ahí tomo, eso sí. Claro, hay decisiones que tocan algunas
cosas económicas, otras más pastorales...
- ¿Está preocupado?
- No, no estoy
preocupado, me parece todo normal, porque sería anormal que no existieran
puntos divergentes. Sería anormal que no saliera nada.
- ¿Terminó el trabajo de limpieza o sigue?
- No me gusta
hablar de "limpieza". Diría de hacer marchar la curia en la dirección que las
congregaciones generales [las reuniones que anteceden al cónclave]
pidieron. No, para eso falta mucho todavía. Falta, falta. Porque, en las
congregaciones generales precónclave, los cardenales pedimos muchas cosas y hay
que seguir adelante en todo eso...
- ¿Lo que se encontró haciendo limpieza es peor
de lo que se esperaba?
- Primero, no me
esperaba nada. Esperaba volverme a Buenos Aires [risas]. Y después creo que, no
sé, Dios en eso es bueno conmigo, me da una sana dosis de inconsciencia. Voy haciendo lo que tengo que hacer.
- Pero ¿cómo anda el trabajo en curso?
- Bueno, es todo
público, se sabe. El IOR [Instituto para las Obras de Religión] está
funcionando fenómeno y se hizo bastante bien eso. Lo de la economía está yendo
bien. Y la reforma espiritual es lo que en este momento
me preocupa más, la reforma del corazón.
Estoy preparando la alocución de Navidad para los miembros de la curia; voy a
tener dos saludos navideños, uno con los prelados de la curia y otro con todo
el personal del Vaticano, con todos los dependientes, en el Aula Pablo VI con
sus familias, porque ellos también llevan adelante las cosas. Los ejercicios
espirituales para prefectos y secretarios son un paso adelante. Es un paso
adelante que estemos seis días encerrados, rezando y, como el año pasado, lo
vamos a volver a hacer en la primera semana de Cuaresma. Vamos a la misma casa.
- La semana que viene vuelve a juntarse el G-9
[el grupo de 9 cardenales consultores que lo ayudan en el proceso de reforma de
la curia y en el gobierno universal de la Iglesia]. ¿Para 2015 va a estar lista
la famosa reforma de la curia?
- No, el proceso es
lento. El otro día tuvimos una reunión con los jefes de dicasterios y se
presentó la propuesta que hicieron de juntar los
dicasterios de Laicos, Familia, Justicia y Paz. Y hubo discusión ahí, cada uno expresó
lo que le parecía, y ahora esto vuelve al G-9. Es decir, la reforma de la curia
lleva mucho tiempo, es la parte más compleja...
-¿ Es decir que no va a estar lista en 2015?
- No, se va
haciendo de a pasitos.
- ¿Es cierto que un matrimonio podría estar al
frente de este nuevo dicasterio que juntaría los Pontificios Consejos de los
Laicos, de la Familia y de Justicia y Paz?
- Puede ser, no sé.
Al frente de los dicasterios o de la secretaría va a estar la gente más apta,
sea hombre, mujer, o matrimonio...
- Y no necesariamente cardenal u obispo...
- Arriba, en un
dicasterio como la Congregación para la Doctrina de la Fe, el de Liturgia o en
el nuevo que juntará a Laicos, Familia y Justicia y Paz, siempre va a estar al
frente un cardenal. Conviene que sea así por la misma cercanía con el Papa como
colaborador en ese sector. Pero ya los secretarios de dicasterio no tienen por qué
ser obispos, porque un problema que hay acá, cuando uno tiene
que cambiar un secretario-obispo es ¿dónde lo manda? Tiene que buscar una
diócesis, pero a veces no son aptos para una diócesis, sino que son aptos para
ese trabajo. Sólo nombré a dos obispos secretarios: el secretario del
governatorato, para nombrarlo párroco de todo esto, y el secretario del sínodo
de obispos, para lo que significa la episcopalidad allí.
- Fue un año intenso: muchos viajes
importantes, el sínodo extraordinario, la oración por la paz por Medio Oriente
en los jardines del Vaticano... ¿Cuál fue el mejor momento y cuál, el peor?
- No sabría
decirlo. Todos los momentos tienen algo bueno y algo que por ahí no es tan
bueno, ¿no? [silencio]. Por ejemplo, el encuentro con los abuelos, con los ancianos,
fue de una belleza impresionante.
- Estaba Benedicto también...
- Me gustó mucho
ese encuentro, pero no fue el mejor porque todos son lindos. No sé, no me sale
eso, no se me ocurrió pensar eso.
-Y de ser Papa, ¿qué es lo que más le gusta y
qué lo que más le disgusta?
- Una cosa, y esto
es verdad y esto lo quiero decir: antes de venir acá, me estaba retirando. O
sea, cuando volviera a Buenos Aires, había quedado con el nuncio de hacer la
terna ya para que, a fin de ese año [2013], asumiera el nuevo arzobispo. Tenía la cabeza enfocada en los confesionarios de las iglesias donde iba a ir a
confesar. Incluso estaba el proyecto de pasar dos o tres días en Luján y el
resto en Buenos Aires, porque Luján a mí me dice mucho, y las confesiones en Luján son una gracia. Cuando vengo acá, tuve que volver a empezar con todo esto
nuevo. Y una cosa que me dije desde el primer momento fue: "Jorge no
cambies, seguí siendo el mismo, porque cambiar a tu edad es hacer el
ridículo".
Por eso he
mantenido siempre lo que hacía en Buenos Aires. Con los errores, por ahí, que
eso puede suponer. Pero prefiero andar así como soy. Evidentemente, eso produjo
algunos cambios en los protocolos, no en los protocolos oficiales porque esos
los observo bien. Pero mi modo de ser aun en los protocolos es el mismo que en
Buenos Aires, o sea que ese "no cambies" me cuadró bien la vida.
- A la vuelta de Corea del Sur, ante una
pregunta, dijo que esperaba en dos o tres años "ir a la casa del
Padre" y mucha gente se quedó preocupada por su estado de salud, pensando
que estaba enfermo o algo por el estilo. ¿Cómo está? ¿Cómo se siente? Se lo ve
bárbaro...
- Tengo mis
achaques y a esta edad los achaques se sienten. Pero estoy en manos de Dios, hasta ahora puedo llevar un ritmo de
trabajo más o menos bueno.
- Un sector conservador en Estados Unidos cree
que usted lo echó al cardenal tradicionalista norteamericano Raymond Leo Burke
del Supremo Tribunal de la Signatura Apostólica por ser el líder de un grupo de
resistencia a cualquier tipo de cambio en el sínodo de obispos... ¿Es verdad?
- El cardenal Burke
un día me preguntó qué iba a hacer, ya que aún no había sido confirmado en su
cargo, en la parte jurídica, y estaba con la fórmula de donec alitur
provideatur ("hasta que se disponga otra cosa"). Y le dije:
"Deme un poco de tiempo porque se está pensando en una reestructuración
jurídica en el G-9", y le expliqué que todavía no había nada hecho y que
se estaba pensando.
Y después surgió lo de la Orden de Malta y ahí hacía
falta un americano vivo, que se pudiera
mover en ese ámbito y se me ocurrió él para ese cargo. Y se lo propuse mucho
antes del sínodo. Y le dije: "Esto va a ser después del sínodo porque quiero que usted participe en el sínodo como
jefe de dicasterio", porque como
capellán de Malta no podía. Y bueno, me agradeció mucho, en buenos términos y
lo aceptó, hasta le gustó me parece. Porque él es un hombre de moverse mucho,
de viajar y ahí va a tener trabajo. O sea que no es cierto que lo eché por cómo se había
portado en el sínodo.
- ¿Tiene planes para su 78° cumpleaños, el 17
de diciembre próximo? Lo festejará con los barboni [sin techo] como el año
pasado?
- A los barboni yo
no los invité, me los trajo el limosnero ¿eh? Y fue un buen gesto y ahí también
se hizo el mito de que yo había desayunado con los barboni. Pero yo desayuné
con todo el personal de la casa y estaban los barboni ahí. Son de esas cosas folklóricas que me cuelgan
ahí... Como cae un día que no tengo misa abajo en la capilla, porque
es miércoles y hay audiencia general, vamos a almorzar juntos todos los
empleados de la casa. Para mí, va a ser un día totalmente normal, como todos
los demás..
PARA ESCUCHAR
https://www.youtube.com/watch?v=nORv4Hjm9OM
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