Y ME HABLÓ LA MADERA
Algunas
veces, pensé que llegaría a ser la más importante de entre todas mis
compañeras. Lo que nunca pensé fue que un día me iban a cortar a ras de tierra,
que iban a dejar enterradas en el suelo mis raíces y que iban a cortar mis
cabelleras y mis extremidades.
Lo que
nunca pensé es que tendría que pasar una noche sola, en un camino, llena de
sueño pero imposible de pegar ojo.
En estas estaba entretenida, cuando advertí
las primeras claridades de la aurora, y escuché que los hombres mayores
bostezaban tras despertar de un sueño profundo. Luego oí las primeras voces de
los jóvenes y sentí el vaho caliente y el respirar profundo de los bueyes que a
ráfagas llegaba gasta mi rostro.
Un
pajarillo cruzó por encima de mi. Y por encima de mi también corría enloquecida una fila de hormigas. Poco después llegaron gentes del pueblo. Venían con otro
carruaje, en el que pide observar a una persona conocida. Era aquel hombre que
llegó a mi vera en el bosque y marcó mi piel con una cruz. Parecía que era el
que mandaba la comitiva pues a una insinuación todos los demás comenzaron a
actuar con diligencia.
Cuando
quise darme cuenta me estaban trasladando desde la vieja carreta al nuevo
carruaje. Como eran varios los hombres y todos fuertes lo hicieron con cierta
rapidez. Sujeta con cuerdas y trabas de madera quedé en una posición inmóvil.
El que llevaba las riendas dio órdenes de iniciar el camino.
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