jueves, 6 de marzo de 2014

SENCILLAS VIVENCIAS




EL ROSARIO
El Papa “confesó” que se apropió del crucifijo de una corona del viejo confesor y que la lleva siempre consigo


ANDREA TORNIELLI
CIUDAD DEL VATICANO

«Quité, con un poco de fuerza, la cruz de la corona del rosario e invoqué al padre José Aristi: “dame la mitad de tu misericordia”». Al final del encuentro con los párrocos romanos, cuando casi había acabado de meditar sobre la misericordia, Papa Francisco confió al clero una última anécdota. Confesó haber sustraído una pequeña Cruz del ataud de un anciano y santo sacerdote que acababa de morir.

El padre José Aristi era un sacramentino y, durante toda la vida, fue confesor en Buenos Aires, en la Basílica del Santísimo Sacramento. Muchos, muchísimos sacerdotes iban con él para confesarse. Bergoglio había mencionado su nombre solo en ese apunte inédito, publicado por “L’Osservatore Romano” en diciembre del año pasado, en el que hablaba sobre su vocación y su formación, y en el que recordaba que ya en los años cincuenta Aristi era confesor.

 Hoy dijo que era «un sacramentino famoso, y que el clero también se confesaba con él. Una de las dos veces que Juan Pablo II fue a Argentina, pidió un confesor en la nunciatura y le mandaron a él». Mientras Bergoglio era obispo auxiliar y vicario general de la capital argentina, el padre José Aristi falleció. Era un Sábado Santo. «Yo vivía en la Curia, en donde todas las mañanas iba a ver qué había llegado al fax. Y la mañana de Pascua leí un mensaje que decía: “Ayer, antes de la Vigilia, falleció el padre Aristi”. Creo que tenía 94 o 96 años». Monseñor Bergoglio tenía una cita a la hora del almuerzo con los «curas de la casa de reposo». Pero después del almuerzo, contó el Papa, «fui a la Iglesia de padre Aristi. Bajé a la cripta; el padre estaba en el ataud y había solo dos viejitas rezando en un rincón. No había flores. “Pero, este hombre –me dije– ha perdonado los pecados de todo el clero y ahora no tiene ni una flor”. Entonces, subí, fui a una florería en la calle y compré unas rosas. Después comencé a preparar el ataud con las flores».

«Entonces –siguió Francisco– vi el rosario que el padre tenía entre las manos. E inmediatamente me vino a la mente (ese ladrón que todos llevamos dentro, ¿no?), y mientras arreglaba las flores tomé la cruz del rosario y, con un poco de fuerza, la arranqué. Y en aquel momento la miré y dije: “Dame la mitad de tu misericordia”. ¡Sentí una cosa fuerte que me dio la valentía para hacer este gesto y para hacer esta oración! Y luego, esa cruz la tengo siempre aquí, en el bolsillo. Los vestidos del Papa no tienen bolsillos, pero yo siempre llevo aquí una bolsita de tela, y desde ese día hasta ahora, esa cruz está conmigo. Y cuando me viene un pensamiento malo en contra de alguien, la mano se dirige aquí, siempre. ¡Y siento la gracia! Siento que me hace bien. Hace mucho bien el ejemplo de un cura misericordioso, de un cura que se acerca a las heridas...».

PARA ESCUCHAR

miércoles, 5 de marzo de 2014

SENCILLAS VIVENCIAS

ENTREVISTA AL PAPA FRANCISCO: 
“OS CUENTO MI PRIMER AÑO DE PAPA”


Ferruccio de Bortoli / director del Corriere della Sera

Traducción de Paloma García Ovejero. corresponsal 

de la CADENA COPE en Roma

Un año ha transcurrido desde aquel simple “buonasera” que conmovió al mundo. El lapso de doce meses tan intensos no alcanza para contener la gran masa de novedades y los muchos signos profundos de la innovación pastoral de Francisco. Nos encontramos en una salita de Santa Marta. Una única ventana da a un patio interior que abre un minúsculo ángulo de cielo azul. Hace un día buenísimo, primaveral, cálido. El Papa aparece de improviso, casi de repente, por una puerta, con la cara distendida y sonriente. Mira divertido las grabadoras varias que la ansiedad senil de un periodista ha colocado sobre la mesa. "¿Funcionan? ¿Sí? Menos mal." ¿El balance de un año? No, los balances no le gustan. "Yo sólo hago balance cada quince días, con mi confesor".



Usted, Santo Padre, cada tanto llama por teléfono a quien le pide ayuda. Y a veces no le creen. 

Sí, me ha pasado. Cuando uno llama es porque tiene ganas de hablar, una pregunta que hacer, un consejo que pedir. Cuando era cura en Buenos Aires, era más fácil. Y a mí me ha quedado esa costumbre. Es un servicio. Lo siento dentro. Cierto, ahora no es tan fácil hacerlo, vista la cantidad de gente que me escribe.

¿Hay algún contacto, algún encuentro, que recuerde con particular afecto?    
                                                     
Una señora viuda de 80 años que había perdido a su hijo. Me escribió. Y ahora le doy una llamadita cada mes. Ella es feliz; yo ejerzo de cura. Me gusta.

La relación con su predecesor. ¿Ha pedido alguna vez consejo a Benedicto XVI?

Sí, el Papa emérito no es una estatua en un museo. Es una institución. No estábamos acostumbrados. Hace sesenta o setenta años, el obispo emérito no existía. Eso vino después del Concilio. Hoy es una institución. Lo mismo tiene que pasar con el Papa emérito. Benedicto es el primero y tal vez haya otros. No lo sabemos. Él es discreto, humilde, no quiere molestar. Lo hablamos y decidimos juntos que era mejor que viera gente, que saliera y participara de la vida de la Iglesia. Una vez vino aquí para la bendición de la estatua de San Miguel Arcángel, después a un almuerzo en Santa Marta, y después de Navidad le invité a participar del consistorio y él aceptó. Su sabiduría es un don de Dios. Alguno habría querido que se retirase a una abadía benedictina lejos del Vaticano. Yo pensé en los abuelos que, con su sabiduría y sus consejos, dan fuerza a la familia y no merecen terminar en un asilo.

A nosotros nos parece que su modo de gobernar la Iglesia es así: usted escucha a todos y después decide solo. Un poco como el general de los jesuitas. ¿El Papa es un hombre solo?

Sí y no. Entiendo lo que me quiere decir. El Papa no está solo en su trabajo porque es acompañado y aconsejado por muchas personas. Y sería un hombre solo si decidiese sin escuchar o fingiendo que escucha. Pero hay un momento, cuando se trata de decidir, de poner una firma, en el cual está solo con su sentido de la responsabilidad.

Usted ha innovado, ha criticado algunas actitudes del clero, ha revolucionado la curia. Con algunas resistencias y algunas oposiciones. ¿La Iglesia ya ha cambiado como usted quería hace un año?

Yo en marzo del año pasado no tenía ningún proyecto de cambiar la Iglesia. No me esperaba, por decirlo de alguna manera, este traslado de diócesis. Empecé a gobernar buscando poner en práctica todo lo que había surgido en el debate entre los cardenales durante las diversas congregaciones. En mi forma de actuar espero a que el Señor me dé la inspiración. Le pongo un ejemplo. Se había hablado del cuidado espiritual de las personas que trabajan en la Curia, y entonces se empezaron a hacer retiros espirituales. Había que darles más importancia a los ejercicios espirituales anuales: todos tienen derecho a pasar cinco días de silencio y meditación, mientras que antes en la Curia se escuchaban tres predicaciones al día y después algunos seguían trabajando.

La ternura y la misericordia son la esencia de su mensaje pastoral…

Y del Evangelio. Es el centro del Evangelio. De lo contrario, no se entiende a Jesucristo, ni la ternura del Padre que lo envía a escucharnos, a curarnos, a salvarnos.

¿Pero se ha comprendido este mensaje? Usted ha dicho que la "franciscomanía" no duraría mucho. ¿Hay algo de su imagen pública que no le guste?


Me gusta estar entre la gente, junto a los que sufren, ir a las parroquias. No me gustan las interpretaciones ideológicas, una cierta mitología del papa Francisco. Cuando se dice, por ejemplo, que sale de noche del Vaticano para ir a darles de comer a los mendigos de Via Ottaviano. No se me ha pasado jamás por la mente. Sigmund Freud decía, si no me equivoco, que en toda idealización hay una agresión. Pintar al Papa como si fuese una especie de Superman, una especie de estrella, me parece ofensivo. El Papa es un hombre que ríe, llora, duerme tranquilo y tiene amigos como todos. Una persona normal.

¿Nostalgia de su Argentina? 

La verdad es que no tengo nostalgia. Me gustaría ir a encontrarme con mi hermana, que está enferma, es la última de nosotros cinco. Me gustaría verla, pero esto no justifica un viaje a Argentina: la llamo por teléfono y esto basta. No pienso ir antes de 2016, porque en América Latina ya he estado en Río. Ahora debo ir a Tierra Santa, a Asia, después a África.

Acaba de renovar el pasaporte argentino. Y sin embargo usted es un jefe de Estado.

Lo he renovado porque caducaba.

¿Le disgustaron aquellas acusaciones de marxismo, sobre todo americanas, después de la publicación de la Evangelii Gaudium? 

Para nada. Nunca compartí la ideología marxista, porque es falsa, pero conocí a muchas personas buenas que profesaban el marxismo.

Los escándalos que turbaron la vida de la Iglesia han quedado afortunadamente atrás. Sobre el delicado tema de los abusos a menores, a usted le han dirigido una petición desde las páginas de Il Foglio, firmada entre otros por los filósofos Besançon y Scruton, para que alce su voz contra los fanatismos y la mala fe del mundo secularizado, que respeta poco la infancia. 

Quiero decir dos cosas. Los casos de abusos son tremendos porque dejan heridas profundísimas. Benedicto XVI fue muy valiente y abrió un camino. La Iglesia, siguiendo ese camino, ha hecho mucho. Tal vez más que nadie. Las estadísticas sobre el fenómeno de las agresiones contra los niños son impresionantes, pero muestran también con claridad que la gran mayoría de los abusos suceden en el entorno familiar y de gente cercana. La Iglesia Católica es tal vez la única institución pública que se ha movido con transparencia y responsabilidad. Ningún otro ha hecho tanto. Y, sin embargo, la Iglesia es la única que es atacada.

Santo Padre, usted dice que "los pobres nos evangelizan". La atención a la pobreza, la impronta más fuerte de su mensaje pastoral, es tomada por algunos observadores como una profesión del pauperismo. El Evangelio no condena el bienestar. Y Zaqueo era rico y caritativo.

El Evangelio condena el culto al bienestar. El pauperismo es una de las interpretaciones críticas. En el Medioevo había muchas corrientes pauperistas. San Francisco tuvo la genialidad de colocar el tema de la pobreza en el camino evangélico. Jesús dice que no se puede servir a dos señores, a Dios y al dinero. Y cuando seamos juzgados al final de los tiempos (Mateo 25) contará nuestra cercanía con la pobreza. La pobreza nos aleja de la idolatría, abre las puertas a la Providencia. Zaqueo entrega la mitad de sus riquezas a los pobres. Y a quienes tienen sus graneros llenos de su propio egoísmo, el Señor, al final, les pide cuentas. Lo que pienso de la pobreza lo he expresado bien en la Evangelii Gaudium. 

Usted ha señalado en la globalización, sobre todo la financiera, algunos de los males que agreden a la humanidad. Pero la globalización ha sacado de la indigencia a millones de personas. Ha dado esperanza, un sentimiento raro que no debe confundirse con el optimismo.

Es verdad, la globalización ha salvado de la pobreza a muchas personas, pero ha condenado a muchas otras a morir de hambre porque con este sistema económico se vuelve selectiva. La globalización en la que piensa la Iglesia no se parece a una esfera en la que cada punto es equidistante del centro y en la cual, por lo tanto, se pierde la particularidad de los pueblos, sino que es un poliedro, con sus diversas caras, en el que cada pueblo conserva su propia cultura, lengua, religión, identidad. La actual globalización "esférica" económica, y sobre todo financiera, produce un pensamiento único, un pensamiento débil. En el centro ya no está la persona humana, solo el dinero.

El tema de la familia es central en la actividad del Consejo de los Ocho Cardenales. Desde la exhortación Familiaris Consortio de Juan Pablo II han cambiado muchas cosas. Hay dos sínodos programados. Se esperan grandes novedades. Usted ha dicho a los divorciados: que no sean condenados, que sean ayudados.

Es un largo camino que la Iglesia debe completar. Un proceso querido por el Señor. Tres meses después de mi elección, me fueron presentados los temas para el sínodo, y se propuso discutir sobre cuál es la aportación de Jesús al hombre contemporáneo. Pero al final, con pasos graduales –que para mí han sido signos de la voluntad de Dios- se decidió debatir sobre la familia, que atraviesa una crisis muy seria. Es difícil formar una familia. Los jóvenes se casan poco. Hay muchas familias separadas, cuyo proyecto de vida en común fracasó. Los hijos sufren mucho. Nosotros debemos dar una respuesta. Pero para esto hace falta reflexionar mucho en profundidad. Y es lo que el Consistorio y el Sínodo están haciendo. Hace falta evitar quedarse en la superficie. La tentación de resolver cada problema con la casuística es un error, una simplificación de cosas profundas, como hacían los fariseos, una teología muy superficial. Es a la luz de la reflexión profunda como se podrán afrontar seriamente las situaciones particulares, también las de los divorciados, con profundidad pastoral. 

¿Por qué el informe del cardenal Walter Kasper en el último consistorio (“un abismo entre la doctrina sobre matrimonio y familia y la vida real de muchos cristianos”) ha dividido así a los purpurados? ¿Cómo cree que la Iglesia podrá recorrer estos dos años de camino fatigoso llegando a un amplio y sereno consenso? Si la doctrina es sólida, ¿por qué es necesario el debate?

El cardenal Kasper hizo una bellísima y profunda presentación, que pronto será publicada en alemán, y abordó cinco puntos: el quinto era el de los segundos matrimonios. Me habría preocupado si en el Consistorio no hubiera habido una discusión intensa, no habría servido de nada. Los cardenales sabían que podían decir lo que quisieran, y presentaron muchos puntos de vista distintos, que enriquecen. Las confrontaciones fraternas y abiertas hacen crecer el pensamiento teolgógico y pastoral. De esto no tengo miedo; es más, lo busco.  

En un pasado reciente era habitual referirse a los llamados "valores no negociables", sobre todo en bioética y en moral sexual. Usted no ha usado esa fórmula. Los principios doctrinales y morales no han cambiado. ¿Esta elección quiere quizá indicar un estilo menos preceptivo y más respetuoso de la conciencia personal?

Nunca he entendido la expresión “valores no negociables”. Los valores son valores, y punto. No puedo decir que entre los dedos de una mano haya uno menos útil que otro. Por eso no entiendo en qué sentido pueda haber valores negociables. Lo que tenía que decir sobre el tema de la vida, lo he escrito en la exhortación Evangelii Gaudium.

Muchos países han regulado las uniones civiles. ¿Es un camino que la Iglesia puede comprender? ¿Hasta qué punto?

El matrimonio es entre un hombre y una mujer. Los Estados laicos quieren justificar la unión civil para regular diversas situaciones de convivencia, impulsados por la necesidad de regular aspectos económicos entre las personas, como por ejemplo asegurar la asistencia sanitaria. Se trata de pactos de convivencia de diversa naturaleza, de los cuales no sabría enumerar las distintas formas. Es necesario ver los distintos casos y evaluarlos en su variedad. 

¿Cómo será promovido el rol de la mujer en la Iglesia?

Tampoco en esto ayuda la casuística. Es verdad que la mujer puede y debe estar más presente en los puestos de decisión de la Iglesia. Pero a esto yo lo llamaría una promoción de tipo funcional. Solo con eso no se avanza demasiado. Más bien hay que pensar que la Iglesia lleva el artículo femenino, "la": es femenina desde los orígenes. El gran teólogo Urs von Balthasar trabajó mucho sobre este tema: el principio mariano guía a la Iglesia junto al principio petrino. La Virgen María es más importante que cualquier obispo y que cualquier apóstol. La profundización teologal está en marcha. El cardenal Rylko, con el Consejo Pontificio de los Laicos, está trabajando en esta dirección con muchas mujeres expertas en diversas materias.

Medio siglo después de la Humanae Vitae de Pablo VI, ¿la Iglesia puede retomar el tema del control de la natalidad? El cardenal Martini, su hermano, sostenía que quizá había llegado el momento. 

Todo depende de cómo sea interpretada la Humanae Vitae. El mismo Pablo VI, al final, recomendaba a los confesores mucha misericordia, atención a las situaciones concretas. Pero su genialidad fue profética, tuvo la valentía de enfrentarse a la mayoría, de defender la disciplina moral, de ejercitar un freno cultural, de oponerse al neo-malthusianismo presente y futuro. La cuestión no es cambiar la doctrina, sino profundizar en ella y asegurarse de que la pastoral tome en cuenta las situaciones y lo que para esas personas es posible hacer. También de esto se hablará en el camino del Sínodo. 

La ciencia evoluciona y rediseña los confines de la vida. ¿Tiene sentido prolongar artificialmente la vida en estado vegetativo? ¿El testamento biológico puede ser una solución?

No soy un especialista en argumentos bioéticos. Y temo que cada frase mía pueda ser equivocada. La doctrina tradicional de la Iglesia dice que ninguno está obligado a usar medios extraordinarios cuando se sabe que está en fase terminal. En mi pastoral, en estos casos, siempre he aconsejado los cuidados paliativos. En casos más específicos está bien acudir, si es necesario, al consejo de los especialistas.

El próximo viaje a Tierra Santa, ¿llevará al acuerdo de comunión con los ortodoxos que Pablo VI, hace cincuenta años, casi llegó a firmar con Atenágoras?

Estamos todos impacientes por obtener resultados “cerrados”. Pero el camino de la unidad con los ortodoxos quiere decir sobre todo caminar y trabajar juntos. En Buenos Aires, a los cursos de catequesis venían varios ortodoxos. Yo pasaba la Navidad y el 6 de enero junto a sus obispos, que a veces pedían también consejo a nuestros diocesanos. No sé si es verdad el episodio que se cuenta de Atenágoras, según el cual habría propuesto a Pablo VI que caminasen juntos y mandasen a una isla a todos los teólogos para que discutieran entre ellos. Es una broma, pero lo importante es que caminemos juntos. La teología ortodoxa es muy rica. Y creo que ellos tienen en este momento grandes teólogos. Su visión de la Iglesia y de la sinodalidad es maravillosa.

Dentro de algunos años, la mayor potencia mundial será China, con la que el Vaticano no tiene relaciones. Matteo Ricci era jesuita como usted.

Estamos cercanos a China. Yo le mandé una carta al presidente Xi Jinping cuando fue elegido, tres días después que yo. Y él me respondió. Las relaciones existen. Es un pueblo grande al que quiero. 

¿Por qué, Santo Padre, no habla más de Europa? ¿Qué es lo que no le convence del diseño europeo?

¿Usted recuerda el día en que hablé de Asia? ¿Qué dije? [Aquí el cronista se aventura en algunas explicaciones, recogiendo vagos recuerdos para después darse cuenta de que ha caído en una simpática trampa]. Yo no he hablado de Asia, ni de África, ni de Europa. Solo de América Latina cuando estuve en Brasil y cuando he tenido que recibir a la Comisión Pontificia para América Latina. No se ha dado todavía la ocasión para hablar de Europa. Llegará. 

¿Qué libro está leyendo en estos días?

Pietro e Maddalena, de Damiano Marzotto, sobre la dimensión femenina de la Iglesia. Un libro precioso.

¿Y no le da tiempo a ver alguna película buena, otra de sus pasiones? 'La gran belleza' ha ganado el Oscar. ¿La verá?

No lo sé. La última película que he visto es 'La vida es bella', de Benigni. Y antes había vuelto a ver La Strada de Fellini. Una obra maestra. Me gustaba también Wajda…

San Francisco tuvo una juventud despreocupada. Le pregunto: ¿alguna vez se ha enamorado?

En el libro El Jesuita cuento que tuve una novieta a los 17 años. Y hago referencia también en Entre el Cielo y la Tierra, el volumen que escribí con Abraham Skorka. Cuando estaba en el seminario, una chica me hizo perder la cabeza durante una semana.

¿Y cómo acabó, si no es indiscreción?

Eran cosas de jóvenes. Hable con mi confesor. [Una gran sonrisa]

Gracias, Padre Santo.

Gracias a usted. 



Firma: F. de B.
Nota: La entrevista sale publicada hoy también en La Nación de Buenos Aires

PARA ESCUCHAR

martes, 4 de marzo de 2014

SENCILLAS VIVENCIAS

EL PAPA ANIMA A LOS OBISPOS ESPAÑOLES A EVANGELIZAR “CON EL EJEMPLO”

(RESUMEN TOMADO DE ABC, 4 DE MARZO 2014)


RETOS DE LA IGLESIA EN ESPAÑA
“Estáis sufriendo la dura experiencia de la indiferencia de muchos bautizados y tenéis que hacer frente a una cultura mundana”.

UNIDAD Y MISERICORDIA
“Jesús nos enseña a escuchar a todos de corazón a corazón, con ternura y misericordia, y a buscar lo que verdaderamente une y sirve a la mutua edificación”.

ESCUCHAR A LOS FIELES
“Es importante que el obispo no se sienta solo, ni crea estar solo, que sea consciente de que también la grey que le ha sido encomendada tiene olfato para las cosas de Dios”.

LA FE, UN REGALO
“La fe no es una mera herencia cultural, sino un regalo, un don que nace del encuentro personal con Jesús”.

LOS EXCLUÍDOS
“Poneos al frente de la renovación espiritual y misionera de vuestras Iglesias particulares, como hermanos y pastores de vuestros fieles, y también de los que no lo son, o lo han olvidado (…) Nadie puede quedar excluido”.

CARIDAD ANTE LA CRISIS
“Sé bien que, en estos últimos años, precisamente vuestra Caritas – y también otras obras benéficas de la Iglesia – han merecido gran reconocimiento, de creyentes y no creyentes. Me alegra mucho”.

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lunes, 3 de marzo de 2014

SENCILLAS VIVENCIAS

DISCURSO DEL PAPA FRANCISCO A LOS OBISPOS ESPAÑOLES 



Queridos hermanos,
agradezco las palabras que me ha dirigido en nombre de todos el Presidente de la Conferencia Episcopal Española, y que expresan vuestro firme propósito de servir fielmente al Pueblo de Dios que peregrina en España, donde arraigó muy pronto la Palabra de Dios, que ha dado frutos de concordia, cultura y santidad. Lo queréis resaltar de manera particular con la celebración del ya cercano V Centenario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús, primera doctora de la Iglesia.

Ahora que estáis sufriendo la dura experiencia de la indiferencia de muchos bautizados y tenéis que hacer frente a una cultura mundana, que arrincona a Dios en la vida privada y lo excluye del ámbito público, conviene no olvidar vuestra historia. De ella aprendemos que la gracia divina nunca se extingue y que el Espíritu Santo continúa obrando en la realidad actual con generosidad. Fiémonos siempre de Él y de lo mucho que siembra en los corazones de quienes están encomendados a nuestros cuidados pastorales (cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 68).

A los obispos se les confía la tarea de hacer germinar estas semillas con el anuncio valiente y veraz del evangelio, de cuidar con esmero su crecimiento con el ejemplo, la educación y la cercanía, de armonizarlas en el conjunto de la «viña del Señor», de la que nadie puede quedar excluido. Por eso, queridos hermanos, no ahorréis esfuerzos para abrir nuevos caminos al evangelio, que lleguen al corazón de todos, para que descubran lo que ya anida en su interior: a Cristo como amigo y hermano.

No será difícil encontrar estos caminos si vamos tras las huellas del Señor, que «no ha venido para que le sirvan, sino para servir» (Mc 10,45); que supo respetar con humildad los tiempos de Dios y, con paciencia, el proceso de maduración de cada persona, sin miedo a dar el primer paso para ir a su encuentro. Él nos enseña a escuchar a todos de corazón a corazón, con ternura y misericordia, y a buscar lo que verdaderamente une y sirve a la mutua edificación.

En esta búsqueda, es importante que el obispo no se sienta solo, ni crea estar solo, que sea consciente de que también la grey que le ha sido encomendada tiene olfato para las cosas de Dios. Especialmente sus colaboradores más directos, los sacerdotes, por su estrecho contacto con los fieles, con sus necesidades y desvelos cotidianos. También las personas consagradas, por su rica experiencia espiritual y su entrega misionera y apostólica en numerosos campos. Y los laicos, que desde las más variadas condiciones de vida y respectivas competencias llevan adelante el testimonio y la misión de la Iglesia (cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. Lumen gentium, 33).

Asimismo, el momento actual, en el que las mediaciones de la fe son cada vez más escasas y no faltan dificultades para su transmisión, exige poner a vuestras Iglesias en un verdadero estado de misión permanente, para llamar a quienes se han alejado y fortalecer la fe, especialmente en los niños. Para ello no dejéis de prestar una atención particular al proceso de iniciación a la vida cristiana. La fe no es una mera herencia cultural, sino un regalo, un don que nace del encuentro personal con Jesús y de la aceptación libre y gozosa de la nueva vida que nos ofrece. Esto requiere anuncio incesante y animación constante, para que el creyente sea coherente con la condición de hijo de Dios que ha recibido en el bautismo.

Despertar y avivar una fe sincera, favorece la preparación al matrimonio y el acompañamiento de las familias, cuya vocación es ser lugar nativo de convivencia en el amor, célula originaria de la sociedad, transmisora de vida e iglesia doméstica donde se fragua y se vive la fe. Una familia evangelizada es un valioso agente de evangelización, especialmente irradiando las maravillas que Dios ha obrado en ella. Además, al ser por su naturaleza ámbito de generosidad, promoverá el nacimiento de vocaciones al seguimiento del Señor en el sacerdocio o la vida consagrada.

El año pasado publicasteis el documento "Vocaciones sacerdotales para el siglo XXI", señalando así el interés de vuestras Iglesias particulares en la pastoral vocacional. Es un aspecto que un obispo debe poner en su corazón como absolutamente prioritario, llevándolo a la oración, insistiendo en la selección de los candidatos y preparando equipos de buenos formadores y profesores competentes.

Finalmente, quisiera subrayar que el amor y el servicio a los pobres es signo del Reino de Dios que Jesús vino a traer (cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 48). Sé bien que, en estos últimos años, precisamente vuestra Caritas – y también otras obras benéficas de la Iglesia – han merecido gran reconocimiento, de creyentes y no creyentes. Me alegra mucho, y pido al Señor que esto sea motivo de acercamiento a la fuente de la caridad, a Cristo que «pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos» (Hch 10,38); y también a su Iglesia, que es madre y nunca puede olvidar a sus hijos más desfavorecidos. Os invito, pues, a manifestar aprecio y a mostraros cercanos a cuantos ponen sus talentos y sus manos al servicio del «programa del Buen Samaritano, el programa de Jesús» (Benedicto XVI, Enc. Deus caritas est, 31b).

Queridos hermanos, ahora que estáis reunidos en la Visita ad limina para manifestar los lazos de comunión con el Obispo de Roma (cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. Lumen gentium, 22), deseo agradeceros de todo corazón vuestro servicio al santo pueblo fiel de Dios. Seguid adelante con esperanza. Poneos al frente de la renovación espiritual y misionera de vuestras Iglesias particulares, como hermanos y pastores de vuestros fieles, y también de los que no lo son, o lo han olvidado. Para ello, os será de gran ayuda la colaboración franca y fraterna en el seno de la Conferencia Episcopal, así como el apoyo recíproco y solícito en la búsqueda de las formas más adecuadas de actuar.


Os pido, por favor, que llevéis a los queridos hijos de España un especial saludo del Papa, que los confía a los maternos cuidados de la Santísima Virgen María, les suplica que recen por él y les imparte su Bendición.

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domingo, 2 de marzo de 2014

SENCILLAS VIVENCIAS

CARTA PARA LA CUARESMA 2014
(Me ha gustado esta carta. Te la ofrezco en mi blog. No está escrita por mí, está redactada por Ángel Moreno de Buenafuente. El que habla, lo adivinarás enseguida, es el Señor. Y el Señor, no engaña.
¿Qué te parece?

Ven,
Ven, vuelve de tu posible camino errado, de tu camino emancipado e independiente, de tus días distraídos, de tu quehacer empeñado un tanto autosuficiente.

Ven, vuelve, te estoy esperando con palabras amables, con gestos de amor, con mirada de misericordia, con todo dispuesto para cenar juntos.

Ven, vuelve, no te justifiques en que lo has intentado otras veces y en que te parece un tanto frívolo y hasta algo cínico acogerte a mi ofrecimiento de amor incondicional.

Ven, vuelve, no resistas en tu mala memoria, que te secuestra y puede hacerte daño, porque crezca dentro de ti un muro y una distancia que no mereces.

Ven, vuelve, mírame, estoy con los brazos abiertos, con las palmas de mis manos llagadas, pero luminosas, para que no te dé pudor contarme las heridas que has sufrido a lo largo del camino.

Ven, vuelve, ten la seguridad de que no te echaré en cara tus pasos perdidos, tus horas muertas, tus días vanidosos, tus relaciones egoístas, tus torpes pensamientos, tus deseos oscuros.

Ven, vuelve. ¡Si supieras la alegría que me darías si creyeras en mi palabra y no te resistieras, justificándote en tu pobreza y debilidad, que es la tentación del Malo con capa de humildad!

Te ofrezco la paz interior, la que nace de saberte perdonado, envuelto en misericordia que impide mirar hacia atrás, porque solo existe el presente en el amor.
Te ofrezco la alegría del corazón, la serenidad del alma, la anchura en las entrañas, la felicidad posible, que nadie puede arrebatarte.
Te ofrezco mi Palabra de vida, compañera y guía de camino, oportuna, fiel, encontradiza en el momento necesario.
Te ofrezco mi amistad, que caminemos juntos y progresemos en el trato que te dejará gustar la dulzura del bien en mi presencia.
Te ofrezco mi propio cuerpo y sangre, mi entrega total, sin factura, mi donación irreversible, porque te quiero.
Te ofrezco mi amor, mi declaración irresistible. ¡Si tú supieras que estoy loco por ti! ¡Si te creyeras por un instante el amor que te tengo!
Ya queda todo de tu parte. Yo te espero siempre.

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sábado, 1 de marzo de 2014

SENCILLAS VIVENCIAS

COMO UN SENCILLO CONCIERTO


Después de dos días, ayunos de paseo, hoy he decido salir a pasear, aunque el tiempo no es del todo apetecible. Pero como dice el refrán: “a mal tiempo buena cara”. Y eso he hecho.

Mi intención era andar durante una hora, como es mi obligación, pero no lo he conseguido. Mis deseos se han quedado  en cuarenta y cinco minutos, que, por otra parte, no está del todo mal.

Como hacía frío, me he abrigado bien. Tabardo de tela fuerte, tapabocas de lana hasta las cejas, guantes de cuero en las manos y en los pies zapatos de invierno.

Y como además llovía, apenas he pisado la calle, he abierto el paraguas y a caminar a ritmo suave. No iba solo por el sendero que he elegido, personas mayores, más jóvenes y algún niño me han adelantado o se han cruzado a mi paso.

Las gotas de agua chocaban sobre el paraguas. Cuando el ruido de los coches se alejaba, escuchaba el concierto natural y monótono de las gotas de agua que caían sobre la lona del paraguas. No todas sonaban igual, si prestaba atención, distinguía unas gotas de otras con nitidez. Era como sencillo concierto de la naturaleza.

Al llegar a casa, sentí el deber cumplido y el alivio del calor del hogar. Ahora, mientras escribo estas líneas, siento los pies calientes, la cabeza despejada y las manos libres.

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viernes, 28 de febrero de 2014

SENCILLAS VIVENCIAS

MENSAJE PARA LA CUARESMA 2014


 “El texto del mensaje cuaresmal de este año está concentrado en la pobreza, y en la pobreza de Cristo en particular. Como sabemos, este concepto de la pobreza es muy apreciado por el Papa Francisco, que en el inicio de su pontificado ha querido ejercer un énfasis particular sobre esta dimensión de la vida del cristiano”, explicó el cardenal Sarah durante la presentación en el Vaticano de dicho documento. Resumimos a continuación las ideas principales.

La pobreza de Cristo
* 1. “Dios no se revela mediante el poder y la riqueza del mundo, sino mediante la debilidad y la pobreza: ‘Siendo rico, se hizo pobre por vosotros…’. Cristo, el Hijo eterno de Dios, igual al Padre en poder y gloria, se hizo pobre”.

* 2. “Dios no hizo caer sobre nosotros la salvación desde lo alto, como la limosna de quien da parte de lo que para él es superfluo con aparente piedad filantrópica. ¡El amor de Cristo no es esto!”.

* 3. “Cuando Jesús entra en las aguas del Jordán y se hace bautizar por Juan el Bautista, no lo hace porque necesita penitencia, conversión; lo hace para estar en medio de la gente, necesitada de perdón, entre nosotros, pecadores, y cargar con el peso de nuestros pecados. Este es el camino que ha elegido para consolarnos, salvarnos, liberarnos de nuestra miseria”.

* 4. “Cuando Jesús nos invita a tomar su ‘yugo llevadero’, nos invita a enriquecernos con esta ‘rica pobreza’ y ‘pobre riqueza’ suyas, a compartir con Él su espíritu filial y fraterno, a convertirnos en hijos en el Hijo, hermanos en el Hermano Primogénito (cfr Rom 8, 29)”.

El testimonio de los creyentes

* 5. “La riqueza de Dios no puede pasar a través de nuestra riqueza, sino siempre y solamente a través de nuestra pobreza, personal y comunitaria, animada por el Espíritu de Cristo”.

* 6. “Los cristianos estamos llamados a mirar las miserias de los hermanos, a tocarlas, a hacernos cargo de ellas y a realizar obras concretas a fin de aliviarlas. La miseria no coincide con la pobreza; la miseria es la pobreza sin confianza, sin solidaridad, sin esperanza”.

* 7. “La miseria material es la que habitualmente llamamos pobreza y toca a cuantos viven en una condición que no es digna de la persona humana: privados de sus derechos fundamentales y de los bienes de primera necesidad (…) Cuando el poder, el lujo y el dinero se convierten en ídolos, se anteponen a la exigencia de una distribución justa de las riquezas. Por tanto, es necesario que las conciencias se conviertan a la justicia, a la igualdad, a la sobriedad y al compartir”.

* 8. “No es menos preocupante la miseria moral, que consiste en convertirse en esclavos del vicio y del pecado. ¡Cuántas familias viven angustiadas porque alguno de sus miembros —a menudo joven— tiene dependencia del alcohol, las drogas, el juego o la pornografía! (…) Y cuántas personas se ven obligadas a vivir esta miseria por condiciones sociales injustas, por falta de un trabajo, lo cual les priva de la dignidad que da llevar el pan a casa, por falta de igualdad respecto de los derechos a la educación y la salud”.

* 9. “Esta forma de miseria [moral], que también es causa de ruina económica, siempre va unida a la miseria espiritual, que nos golpea cuando nos alejamos de Dios y rechazamos su amor. Si consideramos que no necesitamos a Dios, que en Cristo nos tiende la mano, porque pensamos que nos bastamos a nosotros mismos, nos encaminamos por un camino de fracaso”.

* 10. “La Cuaresma es un tiempo adecuado para despojarse; y nos hará bien preguntarnos de qué podemos privarnos a fin de ayudar y enriquecer a otros con nuestra pobreza. No olvidemos que la verdadera pobreza duele: no sería válido un despojo sin esta dimensión penitencial. Desconfío de la limosna que no cuesta y no duele”.

PARA ESCUCHAR


jueves, 27 de febrero de 2014

SENCILLAS VIVENCIAS

La confesión explicada por 

el Papa Francisco 


Al explicar cosas a veces complejas de explicar el Papa Francisco tiene el don de la brevedad sin detrimento de lo que es necesario incluir al decir lo que dice. Lo ha vuelto a hacer al explicar el sacramento de la reconciliación (penitencia o confesión) en la catequesis del pasado miércoles 19 de febrero de 2013. Los cinco párrafos centrales son estos:

1.

"En la celebración del Sacramento de la reconciliación, el sacerdote no representa solamente a Dios, sino a toda la comunidad, que se reconoce en la fragilidad de cada uno de sus miembros, que escucha conmovida su arrepentimiento, que se reconcilia con Él, que lo alienta y lo acompaña en el camino de conversión y de maduración humana y cristiana".

 2.

Alguno puede decir: “Yo me confieso solamente con Dios”. Sí, tú puedes decir a Dios: “Perdóname”, y decirle tus pecados. Pero nuestros pecados son también contra nuestros hermanos, contra la Iglesia, y por ello es necesario pedir perdón a la Iglesia y a los hermanos, en la persona del sacerdote.

3.

“Pero, padre, ¡me da vergüenza!”. También la vergüenza es buena, es saludable tener un poco de vergüenza. Porque cuando una persona no tiene vergüenza, en mi país decimos que es un ‘sinvergüenza’. La vergüenza también nos hace bien, nos hace más humildes. Y el sacerdote recibe con amor y con ternura esta confesión, y en nombre de Dios, perdona.

4.

También desde el punto de vista humano, para desahogarse, es bueno hablar con el hermano y decirle al sacerdote esas cosas que pesan tanto en mi corazón: uno siente que se desahoga ante Dios, con la Iglesia y con el hermano. Por eso, no tengan miedo de la Confesión. Uno, cuando está en la fila para confesarse siente todas estas cosas – también la vergüenza – pero luego, cuando termina la confesión sale libre, grande, bello, perdonado, limpio, feliz. Y esto es lo hermoso de la Confesión.

5.

Quisiera preguntarle, pero no responda en voz alta ¿eh?, responda en su corazón: ¿cuándo fue la última vez que se confesó? ¿Dos días, dos semanas, dos años, veinte años, cuarenta años? Cada uno haga la cuenta, y cada uno se diga a sí mismo: ¿cuándo ha sido la última vez que yo me he confesado? Y si ha pasado mucho tiempo, ¡no pierda ni un día más! Vaya hacia delante, que el sacerdote será bueno. Está Jesús, allí, ¿eh? Y Jesús es más bueno que los curas, y Jesús te recibe. Te recibe con tanto amor. Sea valiente, y adelante con la Confesión».
 Jorge Enrique Mújica
PARA ESCUCHAR 
http://www.youtube.com/watch?v=t4vLP5HYm0s

miércoles, 26 de febrero de 2014

SENCILLAS VIVENCIAS

CARTA DEL PAPA 
A LAS FAMILIAS DEL MUNDO


“Queridas familias:

Me presento a la puerta de su casa para hablarles de un acontecimiento que, como ya saben, tendrá lugar el próximo mes de octubre en el Vaticano. Se trata de la Asamblea general extraordinaria del Sínodo de los Obispos, convocada para tratar el tema “Los retos pastorales de la familia en el contexto de la evangelización”. Pues la Iglesia hoy está llamada a anunciar el Evangelio afrontando también las nuevas emergencias pastorales relacionadas con la familia.

Este señalado encuentro es importante para todo el Pueblo de Dios, Obispos, sacerdotes, personas consagradas y fieles laicos de las Iglesias particulares del mundo entero, que participan activamente en su preparación con propuestas concretas y con la ayuda indispensable de la oración. El apoyo de la oración es necesario e importante especialmente de parte de ustedes, queridas familias. Esta Asamblea sinodal está dedicada de modo especial a ustedes, a su vocación y misión en la Iglesia y en la sociedad, a los problemas de los matrimonios, de la vida familiar, de la educación de los hijos, y a la tarea de las familias en la misión de la Iglesia. Por tanto, les pido que invoquen con insistencia al Espíritu Santo, para que ilumine a los Padres sinodales y los guíe en su grave responsabilidad. Como saben, a esta Asamblea sinodal extraordinaria seguirá un año después la Asamblea ordinaria, que tratará el mismo tema de la familia. Y, en ese contexto, en septiembre de 2015, tendrá lugar el Encuentro Mundial de las Familias en Filadelfia. Así pues, oremos todos juntos para que, mediante estas iniciativas, la Iglesia realice un auténtico camino de discernimiento y adopte los medios pastorales adecuados para ayudar a las familias a afrontar los retos actuales con la luz y la fuerza que vienen del Evangelio.

Les escribo esta carta el día en que se celebra la fiesta de la Presentación de Jesús en el templo. En el Evangelio de Lucas vemos que la Virgen y San José, según la Ley de Moisés, llevaron al Niño al templo para ofrecérselo al Señor, y dos ancianos, Simeón y Ana, impulsados por el Espíritu Santo, fueron a su encuentro y reconocieron en Jesús al Mesías . Simeón lo tomó en brazos y dio gracias a Dios porque finalmente había “visto” la salvación; Ana, a pesar de su avanzada edad, cobró nuevas fuerzas y se puso a hablar a todos del Niño. Es una hermosa estampa: dos jóvenes padres y dos personas ancianas, reunidas por Jesús. ¡Realmente Jesús hace que generaciones diferentes se encuentren y se unan! Él es la fuente inagotable de ese amor que vence todo egoísmo, toda soledad, toda tristeza. En su camino familiar, ustedes comparten tantos momentos inolvidables: las comidas, el descanso, las tareas de la casa, la diversión, la oración, las excursiones y peregrinaciones, la solidaridad con los necesitados… Sin embargo, si falta el amor, falta la alegría, y el amor auténtico nos lo da Jesús: Él nos ofrece su Palabra, que ilumina nuestro camino; nos da el Pan de vida, que nos sostiene en las fatigas de cada día.


Queridas familias, su oración por el Sínodo de los Obispos será un precioso tesoro que enriquecerá a la Iglesia. Se lo agradezco, y les pido que recen también por mí, para que pueda servir al Pueblo de Dios en la verdad y en la caridad. Que la protección de la Bienaventurada Virgen María y de San José les acompañe siempre y les ayude a caminar unidos en el amor y en el servicio mutuo. Invoco de corazón sobre cada familia la bendición del Señor”.

PARA ESCUCHAR
http://www.youtube.com/watch?v=fL7gqYCgRQc

martes, 25 de febrero de 2014

SENCILLAS VIVENCIAS

El Papa en Santa Marta: 
'Es absurdo seguir a Cristo al margen 
de la Iglesia'
Seguir a Jesús no es “una idea" sino un "continuo permanecer en casa", la Iglesia, donde Cristo siempre trae consigo a cualquiera, también a quien se ha alejado. Estas son las palabras del papa Francisco durante la homilía de la misa de este lunes en la capilla de la Casa Santa Marta.
Un niño convulsionando, que rueda por el suelo echando espuma, en medio de una multitud conmocionada e indefensa. Y su padre, que casi se aferra a Jesús, rogándole que libere a su hijo de la posesión diabólica. Es el drama que presenta el Evangelio de hoy, y que el Santo Padre considera punto por punto: el parloteo de los espectadores, que discuten sin sentido, Jesús que llega y se informa, "el ruido que disminuye", el angustiado padre que surge de la multitud y decide contra toda esperanza esperar en Jesús. Y Jesús, que movido por la fe cristalina del padre cristalina tiene compasión, expulsa al espíritu y luego se inclina con dulzura sobre el joven, que parece muerto, ayudándole a ponerse de pie:

"Todo ese desorden, esa discusión termina en un gesto: Jesús que se inclina, toma al niño. Estos gestos de Jesús nos hacen pensar. Jesús cuando cura, cuando va entre la gente y cura a una persona, nunca la deja sola. No es un mago, un brujo, un curandero que va y cura y sigue: a cada uno lo hace volver a su lugar, no lo deja en la calle. Y son gestos hermosísimos del Señor".

Aquí está la enseñanza, explica el Pontífice: "Jesús - dice - siempre nos hace volver a casa, nunca nos deja solos en el camino". El Evangelio, recuerda, está diseminado de estos gestos. La resurrección de Lázaro, la vida entregada a la hija de Jairo, y al niño de una madre viuda. Pero también la oveja perdida conducida al redil o la moneda perdida y encontrada por la mujer:
"Porque Jesús no ha venido del cielo solo, es Hijo de un pueblo. Jesús es la promesa hecha a un pueblo, y su identidad también es la pertenencia a ese pueblo, que desde Abraham camina hacia la promesa. Y estos gestos de Jesús nos enseñan que cada curación, que cada perdón siempre nos hacen volver a nuestro pueblo, que es la Iglesia".

Jesús perdona siempre y sus gestos - continúa el papa Francesco - también se convierten en "revolucionarios" o "inexplicables", cuando su perdón llega a aquellos que se han alejado "demasiado", como el publicano Mateo o su colega Zaqueo. Además, insiste el Santo Padre, Jesús siempre, "cuando perdona, hace regresar a casa. Y por eso no puede entender a Jesús" sin el pueblo de Dios. Es "absurdo amar a Cristo sin la Iglesia, escuchar a Cristo pero no a la Iglesia, seguir a Cristo al margen de la Iglesia”, reafirma el Pontífice citando y parafraseando una vez más a Pablo VI . "Cristo y la Iglesia están unidos",  y "cada vez que Cristo llama a una persona, la lleva a la Iglesia". Para eso, añade, "es bueno" que un niño "vaya a bautizarse en la Iglesia",  la "Iglesia madre":

"Y estos gestos de tanta ternura de Jesús nos hacen comprender lo siguiente: que nuestra doctrina, por así decirlo, o nuestro seguimiento a Cristo, no es una idea, es un continuo permanecer en casa. Y si cada uno de nosotros tiene la posibilidad y la realidad de abandonar el hogar por un pecado, un error - Dios lo sabe - la salvación es volver a casa con Jesús en la Iglesia . Son gestos de ternura . Uno por uno, el Señor nos llama así, a su pueblo, dentro de su familia, nuestra madre, la Santa Iglesia. Pensamos en estos gestos de Jesús".

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lunes, 24 de febrero de 2014

SENCILLAS VIVENCIAS

VISITA AD LIMINA


La última vez que los obispos españoles realizaron esta visita ad límina fue entre el 17 de enero y el 6 de marzo de 2005, pero no pudo completarse debido al empeoramiento de la salud del Papa Juan Pablo II. 

Durante el pontificado de Benedicto XVI esta visita no se realizó, si bien el Papa visitó España en tres ocasiones.

Los orígenes históricos de la visita ad limina datan del siglo IV, aunque fue el Papa Sixto V en 1585 quien la institucionalizó y dispuso de modo más sistemático.

En la actualidad, la visita ad limina se define y precisa en los cánones 399 y 400 del Código de Derecho Canónico.

Según esta legislación de la Iglesia, los obispos diocesanos deben visitar las tumbas de los Apóstoles, encontrarse con el Sucesor de Pedro y presentar un informe o relación de sus respectivas diócesis cada cinco años, aproximadamente.


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