martes, 13 de abril de 2010

SEGUNDA SEMANA DE PASCUA

MIÉRCOLES
SAN JUAN 3, 16-21
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Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Pues Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no es juzgado; pero quien no cree ya está juzgado, porque no cree en el nombre del Hijo Unigénito de Dios. Éste es el juicio: que vino la luz al mundo y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, ya que sus obras eran malas. Pues todo el que obra mal odia la luz y no viene a la luz, para que sus obras no le acusen. Pero el que obra según la verdad viene a la luz, para que sus obras se pongan de manifiesto, porque han sido hechas según Dios.

El mundo en el que vivimos fue creado por Dios desde toda la eternidad. Y desde siempre fue amado por Él. Tanto amó Dios al mundo que cuando el hombre se reveló contra Él, no dudó en en-viarte a Ti, su Hijo, no para condenar el mundo sino para que el mundo se salve por Él.

Salvar y condenar. He aquí dos palabras que encierran dos con-ceptos, dos realidades importantes: la felicidad y la desdicha. Y ambas con la connotación de eternidad: salvarse eternamente o condenarse eternamente.

Señor, Tú propusiste para conseguir la salvación algunas condiciones: Creer en Dios: el que cree en Él, no será condenado; el que no cree, ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios; creer en el Hijo: creer en Ti, Señor. Yo creo, pero aumenta mi fe, yo creo pero fortalece mi credulidad; yo creo en Ti como enviado del Padre; y creer en el Espíritu Santo: Señor y dador de vida.

Y anunciaste el juicio: la luz vino al mundo, y los hombres pre-firieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas. El que obra perversamente detesta la luz, no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras.

Al contrario, el que realiza la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios. Ayúdanos a entender la verdad, a realizar la verdad, a vivir en verdad. Ayúdanos a buscar la luz, a trabajar en plena luz, a amar la luz, a acoger la luz, a extender la luz.

Señor, ¡qué grandes temas! Vino la luz y no la recibimos; pero nos amaste tanto, aumentaste tanto tu luz, que al fin todos quedamos envueltos en ella. Señor, Tú eres la luz, envuélvenos en tu luz. Tú eres la luz, clarifícanos en tu luz.

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