DÍA 18 DE AGOSTO DE 2011

UN DOMINGO DE UN SACERDOTE EN UN PUEBLO DE PALENCIA

Como todos los domingos, en mi pueblo, hay costumbre de rezarle a la Virgen de la Piedad, en la ermita, allá, nos fuimos. Por el trayecto, volvimos a encontrar a gente del pueblo que bajaba de rezar o que subía de haberlo hecho. Nuevos saludos, más recuerdos, nuevas anécdotas de tiempos pasados. Ya en la ermita, rezamos a la Virgen una Salve y algo más; y le pedimos por los difuntos que a sus plantas tenemos enterrados.

Al salir de la ermita, nos encontramos con dos niños que habían cogido tres sietecolores por lo que estaban entusiasmados. Luego nos encontramos con el abuelo de uno de ellos, que nos hizo las delicias de su nieto.

Eran las nueve y media de la noche. Había que cenar. Lo hicimos con cierta rapidez y austeridad. Dimos dos paseos por el patio de la casa, y al rato, nos pusimos a jugar a cartas. Esta vez, jugamos al tute. La partida quedó en tablas.

Tras algunas llamadas telefónicas de familiares, se hizo la hora de descansar. Un corto examen del día, tres avemarías a la Virgen, gotas de agua bendita sobre la cama, la señal de la Cruz, y al “sobre”, es decir a la cama.

Así transcurrió el domingo 7 de agosto, de un cura en un pueblo de Palencia, en Villasarracino.

(Fin del relato un domingo de un sacerdote

en un pueblo de Palencia)

 

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