DÍA 2 DE SEPTIEMBRE DE 2011
Y UNA BLUSA BLANCA
Ayer por la mañana, contemplé un sencillo hecho, protagonizado por un niño de seis o siete años, que me hizo recordar otro hecho semejante, ocurrido hace muchos años, del que yo mismo fui protagonista.
Un señor de la Parroquia construía un armario para almacenar distintos objetos. Le acompañaba uno de sus nietos. Un niño, como apunté arriba, de unos seis o siete años. Mientras el abuelo trabajaba en la construcción del armario, el nieto jugaba a tomar medidas con un metro amarillo de los que se enrollan.
Yo hablaba con el abuelo, el nieto media unas tablas. En esto, la punta del metro que el niño utilizaba, previamente introducida en la ranura de un rodapié de madera, se rompió, quedando incrustada en la propia madera. El niño se dio cuenta del estropicio cometido. Yo también. El abuelo, que estaba a lo suyo, sin embargo, ni se enteró.
Reacción del niño: se puso delante del lugar donde se había metido la punta del metro y con su cabecita lo tapaba, dando así a entender, con este gesto, que nada había ocurrido. Aplicando, de ese modo, el refrán que dice: “ojos que no ven, corazón que no siente”.
Yo miraba al niño de reojo; él me miraba de soslayo. El pensaba que no había pasado nada y yo esperaba el desenlace del asunto. Y el desenlace llegó: apenas me ausenté un momento, el niño arregló el desaguisado, pues al volver observé que había sacado la punta del metro del lugar incrustado y había colocado el metro en la caja de herramientas, depositada en el suelo.
Este sencillo hecho, me hizo recordar otro hecho semejante que me sucedió a mí hace muchos años. Era también yo un niño de seis o siete años. Era un domingo del mes de septiembre, mes en el que las moras que salen en las zarzas del campo están maduradas. Habíamos salido de Misa mayor y con unos amigos, nos fuimos al campo en búsqueda de alguna aventura.
Pronto la hallamos: En la linde de uno de los viñedos cercanos al pueblo, descubrimos un moral con muchas moras maduras. Comimos algunas y cogimos otras para repartir entre los amigos y hermanos. Yo llené de moras un bolsillo que tenía una blusa blanca que vestía en aquel momento.
Así las cosas, nos volvimos a comer. Al entrar en casa de mi abuela, pues en aquellos años, vivía con mi abuela, me di cuenta que las moras se habían espatarrado en el bolsillo de la blusa y me habían dejado una gran mancha. Y ahora es cuando llega el parecido con la actitud del niño del metro amarillo, narrado más arriba.
Nos pusimos a comer. Mi abuela se sentó en una silla, mi tío que comía con nosotros, se sentó en otra, yo tomé asiento en un cajón de madera donde guardábamos el pan, que hacía de silla. Me arrimé a la mesa, coloqué una mano sobre ella y con la otra, tapaba con cuidado la mancha de las moras. Pensaba que ocultando la mancha, la mancha no existía. Aplicando, a la letra, el refrán: “ojos que no ven, corazón que no siente”.
Nos pusimos a comer. Mi abuela se sentó en una silla, mi tío que comía con nosotros, se sentó en otra, yo tomé asiento en un cajón de madera donde guardábamos el pan, que hacía de silla. Me arrimé a la mesa, coloqué una mano sobre ella y con la otra, tapaba con cuidado la mancha de las moras. Pensaba que ocultando la mancha, la mancha no existía. Aplicando, a la letra, el refrán: “ojos que no ven, corazón que no siente”.
Mi tío se reía a carcajadas, mi abuela se compadecía de su nieto preferido. Y yo, como el niño del metro amarillo, buscando un feliz desenlace. Y el desenlace llegó: Mi abuela me dio otra blusa y un fuerte abrazo. Y los tres, entre risas, seguimos comiendo.
PINCHA AQUÍ
http://www.youtube.com/watch?v=OJ-jc8jBNrs&feature=related
4 comentarios:
Bonito relato. "ojos que no ven...
corazón que no siente... así nos engañamos, muchas veces, como niños.
Alabo a su abuela por la acogida. Pido que haya muchas abuelas y tíos de esa altura.
D Josemaria que bonito comentario lodel niño del metro .
Si en alguna ocasion me podria decir
el niño del metro quien es .
presiento que le pueda conocer
Lo de su abuela yo le puedo decir mi abuela se parecia a la de usted
Yo puedo decirle que no me toco la suerte de vivir con ellas
Que buena abuela como me ha gustado su cariño
Tambien su tio
su feligresa meme
Desde mi rincon del trabajo he leido su testo
Me ha gustado mucho y le suguiero que me gustaria estar un dia con usted y contarle mis cosas
Pasare un dia por su parroquia
Un saludo Daniel
ME PRESENTO SOY Julia
He leino su comentario me ha gustado mucho
felicidades por tanto bien
Se poco de estas cosas modernas
agradecida por su ayuda
Julia
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