DÍA 26 DE OCTUBRE DE 2011
Cada cinco días, más o menos, hay que cambiar en nuestra parroquia, la vela que alumbra al Señor, presente en el Sagrario, esta vela está colocada sobre una gran lámpara colgada en la pared en el lado izquierdo de retablo, visto de frente. En un gran bombo metálico plateado, sujeto por tres cadenas al soporte adherido a la pared.
Pues bien, cada un tiempo determinado, se cambia esta vela ya gastada por una nueva. Suelen hacer este cambio, dos personas que colaboran con la Parroquia de forma desinteresada.
Hoy ha tocado hacer el cambio. El modo de hacerlo es sencillo aunque no exento de cierto peligro. Hay que preparar una escalera de tijera, trepar por los escalones, llegar a una altura. Una vez situado, con delicadeza sacar la vela que acaba de morir o está a punto de hacerlo e introducir la nueva encendida. Con parsimonia, bajar hasta el suelo, recoger la escalera y llevarla a su sitio. Y luego, a esperar que pasen los días para hacer lo mismo.
Y esto, para cumplir con la norma del Canon 940 del Derecho Canónico que dice: “Ante el sagrario en el que está reservada la santísima Eucaristía ha de lucir constantemente una lámpara especial, con la que se indique y honre la presencia de Cristo”.
Y un poco más explicado: “Ante el sagrado en el que está reservada la sagrada Eucaristía ha de lucir constantemente una lámpara especial, con la que se indique y honre la presencia de Cristo. Según la costumbre tradicional, y en la medida de lo posible, la lámpara ha de ser de aceite o de cera”.
¡Qué pena que a veces no se cumpla con esta norma, tan sencilla y tan llena de amor a Jesús Sacramentado, realmente presente en el Sagrario, con su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad.
A este propósito escribía D. Julián Herrán en un documento del 12 de diciembre de 2005, titulado “La Eucaristía en el ordenamiento jurídico de la Iglesia”, lo siguiente: “Lamentablemente, y con razón, muchos fieles se quejan de que en algunas diócesis o ciudades los templos están casi siempre cerrados o, quizás en obsequio a extravagancias arquitectónicas, los sagrarios se localizan difícilmente en las iglesias, porque están confinados en rincones laterales o remotos, o en capillas separadas del templo y, quizás, sin tampoco la necesaria lámpara (can. 940; « perenniter luceat lampas »), que está prevista para indicar la augusta presencia del Señor en aquel lugar.
Cuando te pregunten, ¿Cómo se sabe si en una iglesia está presente Jesús Sacramentado?, puedes responder así: “Una lámpara encendida colocada en un lateral del Sagrario -no sobre el sagrario o delante del mismo- indica la presencia de Jesús Sacramentado en el Sagrario. Debe estar alimentada con aceite o con cera, no con otro combustible; y se prefiere la llama natural porque significa tanto ofrenda como luz, aunque el obispo, por motivos prácticos, puede autorizar el empleo de una lámpara eléctrica”.
1 comentario:
Que bonito comentario
Siempre tengo el recuerdo de mis padres de pequeños nos decian
Como teniamos que saludar al Señor delante del sagrario y nos decian que teniamos que mirar al entrar en la iglesia donde estaba la lamparilla
Por eso yo le agradezco este bonito recuerdo y comentario
Cuantas cosas tenemos que aprender y para poder respetas al Senor
muy agradecido de tanto como nos esta ayudando
su feligresa
meme
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