jueves, 27 de octubre de 2011

DÍA 27 DE OCTUBRE DE 2011
LA ESPERANZA CRISTIANA
 Ayer cuando salí a la calle, no sé por qué, me fijé de modo especial en el aspecto que ofrecen los árboles del parque que está junto a mi casa. Los vi tristes, desolados, harapientos, flacos. Han tirado, otoño avanzado, más de la mitad de sus hojas y aparecen en su sequedad nudosa. Son como personas desnutridas, flacas, envejecidas, dobladas por los años.
Lejos quedan los días en los que en estos mismos árboles empezaban a sonreír sus brotes, a nacer sus hojas, a llenarse de verdor, fuerza, lozanía. Pero aquello pasó.
Al fin, ahora, después de una primavera risueña y un verano esperanzador, tras los días grises y nublados de otoño, se acerca el momento en el que, dejarán su belleza y sepultarán  su frescor y lozanía en la tumba fría y helada del invierno.
Estos árboles son una imagen de nuestras vidas. Comenzamos pequeños, llenos de promesas, vamos llenando nuestra existencia con éxitos más o menos llamativos, y tras un tiempo de sequedad y frío, terminamos inexorablemente en la muerte. Pero entre el árbol y el ser humano,  existe una enorme diferencia: la esperanza de una eterna primavera.
Qué alegría da, recordar las palabras dirigidas por Benedicto XVI en la Misa con los seminaristas, del día 20 de agosto de 2011, en la Catedral de Santa María la Real de la Almudena de Madrid.
“La esperanza es la gran motivación para la plenitud humana y cristiana. Con Cristo caminamos hacia los bienes futuros, hacia la última meta. Urge presentar en un mundo escéptico, a Cristo salvador universal.
“El cuerpo desgarrado y la sangre vertida de Cristo, es decir su libertad entregada, se han convertido por los signos eucarísticos en la nueva fuente de la libertad redimida de los hombres.
En Él tenemos la promesa de una redención definitiva y la esperanza cierta de los bienes futuros. Por Cristo sabemos que no somos caminantes hacia el abismo, hacia el silencio de la nada o de la muerte, sino viajeros hacia una tierra de promisión, hacia Él que es nuestra meta y también nuestro principio” .

"No has oído con qué tono de tristeza se lamentan los mundanos de que "cada día que pasa es morir un poco"? Pues, yo te digo: alégrate, alma de apóstol, porque cada día que pasa te aproxima a la Vida". (Camino n. 737)

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1 comentario:

mercedes dijo...

Gracias un dia mas por darme a recoerdar que tenemos que prepararnos en esta vida para luego una vida mejor
Como nos apegamos sin darnos cuenta a las cosas del mundo
que bonitos ejemplo nos ha puesto para meditar en el punto de camino
Muchas gracias D Josemaria
su feligresa
meme