DÍA 28 DE OCTUBRE DE 2011

ORACIÓN ANTE EL SANTÍSIMO

Ayer, una vez más, un pequeño grupo de feligreses de la Parroquia de Santa Teresa, nos reunimos a hacer un rato de oración, en presencia de Jesús Sacramentado.

El cielo había estado nublado todo el día, las nubes habían dejado escapar algunas gotas de agua en la mañana. Aunque llover, lo que se dice llover, no lo hizo.

Expuesto el Señor en la Custodia sobre el Altar, el esquema de oración, todavía en ambiente misional, fue así: meditar sobre las “Claves bíblicas” del texto joánico “Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo” (Jn 20,21). 

Para ello, un lector, en una breve monición, explicó que en la Sagrada Escritura encontramos tres verbos, muy repetidos, que expresan el sentir del corazón misionero de Dios y que marcan una línea transversal en toda la Biblia.

“Esos verbos son venir, escuchar y enviar. El “id y anunciad” –siguió el lector-, no se entiende sin el “ven” y “escucha”; por lo tanto, llamada y escucha son requisitos necesarios para el envío o la misión”. En definitiva, la vocación misionera nace del ir al Señor, del permanecer en su presencia escuchando para ser enviados con su fuerza.

Además de una breve explicación del verbo correspondiente, escuchamos un texto bíblico, seguido de un momento de silencio y un cántico respuesta. De este modo, reflexionamos sobre la llamada, la escucha y la misión.

Sólo desde la intimidad y la experiencia de cercanía en la vida íntima de Dios entenderemos la misión que arranca en su corazón. Por lo tanto, el “así os envío yo” no se entiende sin conocer y convivir con quien envía y sin reconocer que somos administradores de Alguien que nos precede; él es “el dueño de la mies” y el protagonista de la misión. Como administradores, nos toca ser fieles: ir y estar, conocer y escuchar, y partir con alegría.

A continuación rezamos el Santo Rosario, recibimos la bendición con el Santísimo y participamos en la Santa Misa. Una tarde completa.

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