UN AMIGO ESPECIAL
Casi todos los días, desde hace años, asiste
a Misa de doce, en mi Parroquia: Santa Teresa de Jesús, un joven corpulento, robusto, ya entrado en
años. Suele colocarse en los últimos bancos del templo. Está siempre recogido y
silencioso: rezando. No creo que entienda mucho las cosas que se realizan en la
celebración, pero estoy seguro que la mirada de Dios descansará complaciente
sobre él.
Siempre que paso a su lado, se coloca al extremo
del banco, me mira con mirada acogedora y me saluda sonriente. Yo también
correspondo a su saludo amablemente y con cariño.
Desde hace un tiempo, el saludo es más
expresivo: Se pone de pie, sale del banco y me da un abrazo al que correspondo.
Y entre dientes musita estas o parecidas palabras: “Eres mi amigo”. “Dios es
nuestro Padre”. “La iglesia es una, santa, católica y apostólica”.
Así es, le digo yo. Y él, sonriente y contento,
vuelve a sentarse. Yo me dirijo al confesonario y él sigue la Misa atentamente.
Cuando llega el momento de la Comunión se acerca a comulgar. Creo que Jesús
descansará feliz en su alma. ¡Qué hermosa es la inocencia!
Mi amigo es un “amigo” especial: enfermo
deficiente.
PARA ESCUCHAR
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