CONTRA TRIUNFALISMO,
EL EJEMPLO DE
LOS MÁRTIRES
EL EJEMPLO DE
LOS MÁRTIRES
La tentación del triunfalismo
Así, Juan y Santiago, le piden sentarse, en su gloria, uno a su derecha y otro a su izquierda, lo que provocó una discusión entre los demás sobre quién era el más importante en la Iglesia. "La tentación de los discípulos –según Francisco--, es la misma de Jesús en el desierto, cuando el demonio se había acercado para proponerle otro camino".
"Haz todo rápido, obra un milagro, algo que todo el mundo te vea. Vamos al templo y haz de paracaidista sin el equipo, por lo que todo el mundo verá el milagro y se cumplirá la redención". Es la misma tentación de Pedro, cuando en un principio no acepta la pasión de Jesús. "Es la tentación de un cristianismo sin cruz, un cristianismo a medio camino".
No a la cruz sin Jesús
Luego hay otra tentación, "un cristianismo con la cruz sin Jesús" --de lo que dijo, hablará en otro momento. Sin embargo, "la tentación del cristianismo sin la cruz", de ser "cristianos a medio camino, una Iglesia a medio camino" --que no quiere llegar adonde el Padre quiere--, “es la tentación del triunfalismo. Queremos que el triunfo sea hoy, sin pasar por la cruz, un triunfo mundano, un triunfo razonable":
"El triunfalismo en la Iglesia, paraliza la Iglesia. El triunfalismo de los cristianos, paraliza a los cristianos. Es una Iglesia triunfalista, es una Iglesia a medio camino, una Iglesia que es feliz así, bien organizada, ¡bien organizada! --con todas las oficinas, todo muy bien, todo precioso, ¿eh? Eficiente.
Triunfo al modo divino
Tampoco una Iglesia que reniegue de sus mártires, porque no sabe que los mártires son necesarios a la Iglesia para el camino de la cruz. Una Iglesia que solo piensa en los triunfos, en los éxitos, que no sabe aquella regla de Jesús: la regla del triunfo a través del fracaso, el fracaso humano, el fracaso de la Cruz. Y esta es una tentación que todos tenemos".
El papa, entonces, evoca un momento particular de su vida:
"Recuerdo que una vez, que estaba en un momento oscuro de mi vida espiritual y le pedía una gracia al Señor. Luego me fui a predicar los ejercicios a unas religiosas y el último día se confiesan. Y vino a confesarse una monja anciana, con más de ochenta años, pero con los ojos claros y brillantes: era una mujer de Dios. Al final vi en ella a una mujer de Dios, a la que le dije: «Hermana, como penitencia, ore por mí, porque necesito una gracia. Si usted se lo pide al Señor, me la concedará con toda seguridad». Se detuvo un momento, como si orara, y me dijo: «Claro que el Señor le dará la gracia, pero no se engañe: lo hará a su divina manera». Esto me hizo muy bien. Sentir que el Señor siempre nos da lo que pedimos, pero a su divina manera. Y la divina manera es hasta el extremo. La divina manera consiste en la cruz, pero no por masoquismo: ¡no, no! Sino por amor. Por amor hasta el extremo".
Concluyó así el santo padre: "Pidamos al Señor la gracia de no ser una iglesia a mitad de camino, una Iglesia triunfalista, de grandes éxitos, sino de ser una Iglesia humilde, que camina con decisión, como Jesús. Adelante, adelante, adelante... Un corazón abierto a la voluntad del Padre, como Jesús. Pidamos esta gracia".
PARA ESCUCHAR
2 comentarios:
"Un corazón abierto a la voluntad del Padre, como Jesús. Pidamos esta gracia"
Esa es la gracias que hoy último día de mayo pediré a María.
Gracia que me llegará cuándo y cómo Dios quiera.
La monja de 90 años me ha dado una gran lección.
MUY BIEN TODOS LOS COMENTARIOS QUE PONE MI AMIGO ANONIMO
QUE PUEDO YO DECIR DESPUES DE ESTO
ME UNO A TODO ELLO
SU FELIGRESA
MEME
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