MONAGUILLO, PILLO
Un recuerdo vivo de aquel año largo que pasé como
coadjutor de la Parroquia de Santo Tomás, Apóstol de Barruelo, es el referido a
los “managuillos” de dicha Parroquia.
Era normal, entonces, que en cualquier
parroquia hubiera un numeroso grupo de monaguillos. Solían ser chicos entre los diez
y catorce años. Monaguillos mayores de esta edad no era cosa habitual. En efecto,
cuando los chicos cumplían catorce años y se salían de la escuela, dejaban
también de acudir a la Iglesia como ayudantes.
En la Parroquia de Santo Tomás existía un
grupo de monaguillos, escogido por Don Manuel y formados por el mismo a lo
largo de varias sesiones, llenas de cariño y delicadeza.
Al comenzar el curso, todos los años, les
daba unas sencillas normas que procuraba cumpliesen. Estas normas se referían
al orden de actuación, y al comportamiento tanto en la sacristía como, sobre
todo, en el altar.
Ahora bien, del dicho al hecho hay mucho
trecho. Por eso, aunque las normas eran claras y los monaguillos habitualmente se
comportaban con dignidad, no faltaban casos
en los que algunos dejaban bastante que desear.
Era el caso de Wenceslao, el rubio, conocido como
el monaguillo travieso, juguetón, inquieto. Más de un regañina recibió de Don Manuel,
y también más de una crítica del pueblo.
Pero hay seguía de monaguillo, haciendo de
las suyas, llamando la atención, pero ayudando en oficio tan noble. Haciendo bueno el dicho: “monaguillo,
pillo”.
PARA ESCUCHAR
1 comentario:
MUY INTERESANTE EL COMENTARIO YO TAMBIEN HE OIDO ESE COMENTARIO
COMO ME GUSTARIA QUE FUESE SIEMPTRE MONAGUILLOS Y NO MONAGUILLAS
SU FELIGRESA
MEME
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