El Pesebre y
el Árbol traen un mensaje
de luz y de esperanza
El Papa agradece el
regalo para la plaza de San Pedro y recuerda que los valores cristianos
constituyen un patrimonio inapreciable que es necesario conservar y transmitir
a las generaciones futuras
El Papa ha
recibido esta mañana en la Sala Clementina a una delegación de las provincias
italianas de Verona y Catanzaro, que este año han regalado al Vaticano el Belén
con las figuras de terracota y el árbol de Navidad respectivamente, que decoran
la Plaza de San Pedro. Por la tarde de este viernes se realizará la ceremonia
de inauguración del árbol y del Pesebre, y así los ciudadanos romanos y los
turistas podrán visitarlo.
Durante su discurso, el papa Francisco ha afirmado que
“los valores del cristianismo han fecundado la cultura, la literatura, la
música y el arte de vuestras tierras y todavía hoy constituyen un patrimonio
inapreciable que conservar y transmitir a las futuras generaciones”.
El
Pontífice ha recordado que el Nacimiento y el árbol de Navidad, son signos
navideños sugestivos y amados por nuestras familias cristianas, “recuerdan el
misterio de la encarnación, el Hijo unigénito de Dios que se hizo hombre para
salvarnos y la luz que Jesús trajo al mundo con su nacimiento”.
Pero tanto el
Belén como el Árbol --ha afirmado el Santo Padre-- tocan al corazón de todos,
también de los que no creen, “porque hablan de fraternidad, de intimidad y de
amistad, llamando a la humanidad de nuestra época a descubrir de nuevo la
belleza de la sencillez, del compartir y de la solidaridad”.
Asimismo, ha señalado que “son una invitación a la
unidad, a la concordia y a la paz; una invitación a hacer sitio, en nuestra
vida personal y social, a Dios” que “no viene con arrogancia a imponer su
potencia”, sino que “nos ofrece su amor omnipotente a través de la frágil
figura de un Niño”. Por tanto, ha especificado el Papa, el Pesebre y el Árbol
traen “un mensaje de luz, de esperanza y de amor''.
Al concluir su discurso, el Santo Padre ha observado
que “el Mesías se hizo hombre y vino entre nosotros para disipar las tinieblas
del error y del pecado, trayendo a la humanidad su luz divina”. Y así,
finalmente ha invitado a seguir “a esta Luz verdadera para no extraviarnos y
para dar, a nuestra vez, luz y calor a todos los que atraviesan momentos de
dificultad y oscuridad interior''.
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