Y ME HABLÓ LA MADERA
Trabados
los animales, los dos hombres, con sus herramientas en las manos, se acercaron
hasta mí. ¿Qué irían a hacer? Dejaron las herramientas en el suelo y se
sentaron sobre la hierba que crecía a mi alrededor. Enseguida comenzaron a
comer unos hermosos bocadillos que traían envueltos en viejos periódicos. De
vez en cuando, entre mordisco y mordisco, echaban largos tragos de vino
estrujando una hermosa bota de pellejo.
Hablaron
un rato. Fumaron sendos cigarros. Por fin se acercaron hasta mí. Con las hachas
comenzaron a mellar mi tronco. Ahora, mientras trabajaban, apenas hablaban.
Tan sólo breves monosílabos y gorjeos ininteligibles. Después de haber asestado
certeros golpes sobre mí con el hacha, prepararon la sierra y comenzaron a
trocear mi grueso tronco. De sus frentes caían gordas gotas de sudor. Al compás
del ruido de la sierra iban perforando mis entrañas.
¿Qué iba a ocurrir?
¿Qué iba a ocurrir?
PARA ESCUCHAR
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