domingo, 28 de julio de 2013

SENCILLAS VIVENCIAS

PARROQUIA DE SAN JOSE OBRERO


Era el año 1963. Las Viviendas Protegidas de Barruelo de Santullán, conocidas en la localidad como las Casas Baratas, no tenían templo donde celebrar la Santa Misa y realizar actos religiosos.

Sólo los domingos, a media mañana, se celebraba una Misa. Se realizaba en una pequeña sala, donde apenas cabían medio centenar de personas. 

A este lugar, me tocó acudir, mientras fui Capellán de Minas y Coadjutor de la de Santo Tomas Apóstol, muchos domingos. Lo hacía con gusto y la gente vivía la Misa con piedad.

Aquel mismo año, terminado el templo, Don José Souto Vizoso, Obispo de Palencia, inauguró con gran solemnidad la nueva parroquia, dedicada en honor a San José Obrero. Durante algún tiempo tuve la suerte de celebrar la Santa Misa en esta Iglesia: amplia, moderna, limpia.


Fue su primer Párroco, Don Agustín Gallardo, al que sucedió Juan Antolín de las Fuentes.


sábado, 27 de julio de 2013

SENCILLAS VIVENCIAS

¡¡¡SEÑOR MÍO Y DIOS MÍO!!!


Eran otros tiempos. Aún no habían llegado las normas litúrgicas, que más tarde, emanarían del Concilio Vaticano II, sobre el modo de celebrar  y de asistir a la Santa Misa.

Cuando llegué como Coadjutor a la Parroquia de Barruelo, año 1963, era costumbre, siempre que se pudiera, que un sacerdote explicara, desde el púlpito, los distintos momentos de la Misa, mientras que otro sacerdote “decía (sic) la Misa”.

Se celebraba de espaldas al público y además en latín. Por eso, convenía que otro sacerdote fuera desgranando, paso a paso, las oraciones, que el celebrante en lengua latina y en voz baja iba diciendo.

No me extrañó, por eso, que Don Manuel nos diera el cargo, a los recién llegados sacerdotes, de explicar la Misa a los fieles. Era sencillo: decir en castellano lo que el celebrante iba haciendo y diciendo.

El momento cumbre era el de la Consagración. El que explicaba se arrodillaba en el púlpito, la gente lo hacía en sus lugares, el sacerdote junto al altar. Y mientras en el templo sonaba la campanilla del monaguillo, se oía en el silencio: “Señor mío y Dios mío”.

¡Qué hermosos años aquellos en los que la piedad del sacerdote y la piedad del pueblo iban de la mano!


PARA ESCUCHAR

viernes, 26 de julio de 2013

SENCILLAS VIVENCIAS

MI PRIMER SERMÓN DE “CAMPANILLAS”


Fueron pasando los meses. Y llegó la fiesta de Santo Tomás, Apóstol, Patrón de la Iglesia Parroquia de Barruelo, entonces se celebraba el 21 de diciembre.

 Don Manuel, un mes antes, me había indicado que el sermón de Santo Tomás, este año, me correspondí a mi. Acepté la propuesta y comencé a prepararme con tiempo.

Iba a ser aquel mi primer sermón de “campanillas”. Por lo que puse gran ilusión en prepararlo, le dediqué el tiempo necesario, y esperé con ilusión aquella fecha. Al fin, llegó.

En el Seminario nos habían enseñado que un buen sermón tenía que tener varias partes. Lo primero había que darle un título. Luego había que escoger un texto bíblico y comenzar con él. A continuación, había que desarrollar el tema. Para ello, había que elaborar una introducción, construir un cuerpo ordenado de mensaje, con divisiones y subdivisiones, para presentar al final una conclusión  sencilla y fácil de recordar por los oyentes.

Con esto ingredientes, comencé días antes a preparar el sermón del día del Patrono. Acudí a la protección divina, me informé, utilicé materiales, traté de inspirarme, me hice ciertas preguntas, escribí un bosquejo de sermón, lo memoricé lo mejor que pude y esperé el día. Y llegó el día.

Ofició la Misa Don Manuel ayudado de varios acólitos. Yo era el predicador. Subí al púlpito e hice lo que pude. Terminé sin que recibiera ninguna amonestación. Luego Don Manuel, ya a solas, me dijo: “Muy bien”. No recuerdo nada de lo que dije.


jueves, 25 de julio de 2013

SENCILLAS VIVENCIAS

ALGUNOS APUNTES DE LA HISTORIA DE BARRUELO DE SANTULLÁN

CUARTELES DEL PASEO

Don Manuel también nos informó del Centro Ademar, relacionado con los Maristas; del Hospital para mineros; de las Hermanas de la Caridad, de las Escuelas, de los Barrios y otras cosas relacionadas con Barruelo. Hoy, después de cincuenta años, recojo estos datos encontrados en la pagina Web del Ayuntamiento de Barruelo, con el epígrafe: Historia: la consolidación de Barruelo de un núcleo de población estable.

“Se necesita incrementar la población minera y es entonces cuando se piensa en la construcción de cuarteles, Cajas de Socorro, escuelas, hospitales, economatos etc. Así leoneses y asturianos llegaron a Barruelo, conocedores del oficio, y se lo enseñaron a los trabajadores temporales que compartían labores en el campo con los trabajos en la mina según las estaciones de año. Pero para retener la fuerza de trabajo que llegaba y conseguir un núcleo de población estable, se hacía necesario proporcionarles un lugar donde vivir, y también adaptar la mentalidad de estas gentes de cultura campesina, profundamente arraigada, a la nueva era industrializada.

miércoles, 24 de julio de 2013

SENCILLAS VIVENCIAS

EL H. BERNARDO, 
MARTIR EN BARRUELO

HERMANO BERNARDO, MARTIR

Muy pronto, Don Manuel Palacios, nuestro querido Párroco, nos puso al día, a los dos coadjutores, de los lugares que deberíamos atender, como sacerdotes, a lo largo de las semanas. Nos informó, en primer lugar, sobre el Colegio de los Hermanos Maristas. Y nos habló con verdadero entusiasmo del Hermano Bernado.

Recordemos algunas cosas del Hermano Bernardo:

El 6 de octubre del año 1934, el hermano Bernardo fue asesinado en Barruelo, Palencia, (España). Tenía 45 años.

La revolución en Barruelo: La revolución en Barruelo, que se extendió por la región minera de la provincia de Palencia, ha de ser situada en el contexto de la llamada revolución de Asturias del mes de octubre de 1934. La villa de Barruelo tenía las minas de carbón más importantes de la región.

La organización socialista había caldeado el ánimo de los mineros de las cuencas mineras en especial la de Barruelo. En el verano de 1934 los rumores de un levantamiento era insistentes y con la acumulación de armas y la fabricación casera de bombas y cócteles Molotov en la sede socialista estaban dispuestos y preparados para la lucha.

El periódico El Socialista, el 4 de octubre, había dado la consigna: "Jamás un paso atrás. Todos adelante”, los socialistas de Barruelo esperaban órdenes. Convocada la huelga general, la adhesión fue total. El 5 de octubre, Barruelo estaba ya dispuesta y preparada. El primer ataque fue dirigido contra dos guardias civiles que tuvieron que refugiarse en el Ayuntamiento, éste fue pasto de las llamas. Hubo más ataques, seguidos de desfiles a los sones de La Internacional. El 6 de octubre, la revolución prosiguió. El cuartel de la guardia civil y la iglesia parroquial fueron incendiados.

martes, 23 de julio de 2013

SENCILAS VIVENCIAS

BARRUELO DE SANTULLÁN 
PARROQUIA DE SANTO TOMAS

PARROQUIA DE SANTO TOMAS APOSTOL

Poco a poco fui conociendo el pueblo y, sobre todo, la Parroquia. Barruelo, está situado en el extremo nororiental de Palencia, a 14 kilómetros de Aguilar de Campoo y cerca del municipio de Brañosera, primer ayuntamiento de España, a serle otorgada en 824, la primera carta puebla.

Pertenece a la comarca de Santullán. Esta comarca, está “formada por una agrupación de pequeñas localidades que llevan ese apellido en función de un vínculo hagiotoponimo (San Julián). En l expasión territorial del Monasterio de Santa María la Real de Aguilar de campoo aparecen multitud de lugares entre los que aparece Barruelo”.

Por su parte, “la iglesia de Santo Tomás está sitúa en el centro del casco urbano, sobre una pendiente a la izquierda de la carretera que conduce a Brañosera”.

“Originariamente presentaba planta de cruz latina, de una nave, ábside cuadrado y espadaña con tres huecos sobre el arco triunfal.
El templo fue destruido durante las revuelta minera de 1934, de ahí que toda la obra actual sea de nueva planta excepto la esquina sureste, -quizá perteneciente al antiguo ábside- que conserva sillares románicos”.


“El máximo interés artístico del exterior del templo se localiza en las ventanas del muro este y sur y en algunos canecillos que se conservan de época medieval”.

“Entre los temas que decoran los capiteles de estas ventanas destacamos: flores cuadripétalas, dos personajes zoomorfos afrontados, rostros flanqueados por flores cuadripétalas y motivos vegetales muy deteriorados”.

“En cuanto a los canecillos que aparecen bajo la cornisa del muro sur, se conservan cuatro que representan figuras antropomórficas: rostros masculino y femenino de largos cuellos engarzados, un lector, un atlante y un personaje tirándose de los cabellos”.

“El resto de la escultura monumental del edificio se reduce a elementos de factura moderna imitando el estilo románico: alero de triángulos incisos, moldura de puntas de diamante que rodea exteriormente el ábside y los correspondientes canecillos”.

Mañana más.


PARA ESCUCHAR

lunes, 22 de julio de 2013

SENCILLAS VIVENCIAS


DE PASEO POR LA PLAZA DEL AYUNTAMIENTO
CASAS BARATAS DE BARRUELO

Después de unos días de descanso en la casa de mis padres, volví a Barruelo de Santullán a principios de agosto. Para esas fechas había sido nombrado otro coadjutor para la Parroquia de Santo Tomás. Se trataba de Moisés Relea Caminero, compañero de estudios en el Seminario y ordenado el mismo día que yo en Palencia.

A Moisés, que también dependía de Minas, además de ayudar en la Parroquia,  le correspondía atender, especialmente los domingos, un poblado donde vivían algunos mineros trabajadores en el Pozo Calero. El poblado se le conocía con el nombre de Barrio de Elechar.  Más arriba estaba la Parroquia de Brañosera, asistida por otro sacerdote.

Yo, por mi parte, además de servir a Monjas y Frailes, como ya dije, atendía los domingos a un buen número de familias que residían en el barrio conocido como el Barrio de Casas Baratas de reciente construcción.

Este Barrio, aunque bastante numeroso y a cierta distancia de la Parroquia, aquel año aún no tenía templo. Estaba en construcción. Se inauguraría ese mismo año. Esa era la razón de que la Misa se celebrara en una sencilla bajera, bien preparada pero pequeña.

Moisés residía en un pensión cercana a la Plaza del Ayuntamiento. Disponía de casa propia, y en ella pasaba algunos ratos. Yo viví, primero en el Hotel Navamuel,  después de un mes residí en la casa del paseo de la que hablábamos ayer.

Nos llevábamos muy bien: Párroco y coadjutores. A Don Manuel le gustaba, terminadas las actividades parroquiales de la tarde, pasear por la Plaza del Ayuntamiento, acompañado de sus coadjutores. El llevaba siempre la voz cantante. Cuando la gente le paraba se deshacía en alabanzas de sus nuevos curas.

Fueron días inolvidables. Siempre recuerdo a  Don Manuel Palacios, como un cura sencillo y bonachón. Siempre con una sentencia en su boca y una sonrisa en sus labios.

¡Que en paz descanse!


domingo, 21 de julio de 2013

SENCILLAS VIVENCIAS



EN EL VIEJO PASEO: 
MI CASA


En el paseo que se contempla en la foto, estaba mi casa. Mejor, la casa que me proporcionó la Dirección de las Minas de Barruelo. 

La casa está situada entre dos vas rurales. Por la parte alta, según se observa en la fotografía, se puede ver  la carretera que da entrada a la Plaza del Ayuntamiento. Por la parte baja, discurre  un camino que se lleva a las casas existentes junto al río.


Entre las dos vías rurales, se elevaba un grupo de casas, todas ellas, entonces, pertenecían  a la empresa de Mina. Son de tres pisos. Los dos pisos altos están  adornados por balcones de madera; el piso de abajo, tiene la entrada a ras de calle.


Una hilera de plantas adornan la entrada y un pequeña balconada protege a los más pequeños de caer al camino de abajo.


Esta era, supongo será siendo, la distribución de la planta baja. De esta vivienda. Tenía  tres espacios a izquierda y otros tres a derecha. En medio, un pasillo al que daba luz una ventana situada al fondo.


La primera habitación de la izquierda, estaba destinada a comedor, era amplia y con ventana a la calle. Otra habitación, más pequeña, en medio, sin luz exterior, era la que yo ocupaba; más adelante, estaba la cocina y el cuarto de baño, los dos con ventanas al exterior.

Por el otro lado, existía un despacho amplio, con ventana también a la calle; a continuación, una pequeña dispensa sin luz exterior  y más al fondo, una habitación grande, que ocupaban mis hermanas.


En conclusión: una pequeña casa, sencilla, funcional  y, sobre todo barata. La luz, el agua, el  carbón y alguna cosa más corrían a cargo de la empresa. Allí vivimos algo más de un año.


sábado, 20 de julio de 2013

SENCILLAS VIVENCIAS

DEBERES Y DERECHOS 
DE UN CAPELLÁN DE MINAS

BARRUELO EN LOS AÑOS 60/70

El nombramiento que había recibido del Obispo de Palencia, era el siguiente: “Capellán de Minas y Coadjutor de la Parroquia de Santo Tomás de Barruelo de Santullán”.

Al ser nombrado Capellán de Minas de Barruelo y Coadjutor de la Parroquia, para algunas cosas dependería del Director de Minas y para otras del Párroco del pueblo.

Don Manuel Palacios, que así se llamaba el Párroco, como ya he apuntado más arriba, al día siguiente de presentarme ante él, me dijo que sería conveniente visitar al Director de Minas cuanto antes y que él me acompañaría.

El día 11 un poco después de las doce, llegamos al Despacho del Director de Minas. Nos recibió con gran amabilidad. Después de los saludos de rigor, brevemente, me informó de cuales eran mis obligaciones y también cuales eran mis derechos como Capelán de Minas.

Estas eran las obligaciones: atender espiritualmente a las Hermanas de la Caridad y a los Hermanos Maristas, Colegios que dependían económicamente de Minas de Barruelo; visitar si hiciera falta a mineros heridos en los pozos y estar en contacto con la Empresa. Y poco más.

Como prestaciones, Minas se comprometía a pasarme un sueldo mensual, por cierto, superior al que percibían entonces los sacerdotes;  me proporcionaba casa donde vivir, con gastos de agua, luz y carbón pagados; asistencia de médico y practicante de la Empresa; y además, podría acudir al economato de Minas, abierto para sus empleados, para adquirir alimentos a precios más baratos.

Mañana hablaré de la casa.

viernes, 19 de julio de 2013

SENCILLAS VIVENCIAS

MERECIDAS VACACIONES 
DE VERANO


Hasta finales de julio permanecí en Villasarracino, en casa de mis padres. Fueron días de auténtica paz y de palpable sosiego. El sacerdocio recién estrenado me llenaba de gozo y toda una tarea sacerdotal por delante, me entusiasmaba.

Aproveché aquellos días de vacaciones, para rezar con más paz y sosiego el Oficio divino; para hacer un rato de oración cada día junto al Señor, presente en el Sagrario; para celebrar la Santa Misa, acompañado de los míos, con la mayor devoción posible.

Era entonces costumbre de celebrar solos. No se concelebraba. De ahí que a veces dijéramos Misa dos o tres sacerdotes a la vez, pero en distintos altares. A los nuevos nos gustaba celebrar en los altares del Cristo, del Rosario, del Carmen, de Arbas.

También dediqué algún tiempo de aquellos días, a conocer mejor la geografía del pueblo al que había sido destinado. Aprendí aquellos días un poco más de Barruelo de Santullán, de sus tierras, de sus gentes.

Uno de los recuerdos que guardo de aquellos días de julio, es la alegría que traslucía el rostro de mi madre cuando, de regreso del campo, me veía vestido de sotana e ilusionado con mi ministerio. Lo mismo que mi padre, aunque lo exteriorizara menos.

De los ratos que pasé junto a los sacerdotes mayores de Villasarracino, aprendí muchas cosas. De Don Teodoro, el amor a la Parroquia, el amor a la liturgia y el cuidado de las cosas sagradas; de Don Avelino, el amor al estudio, el afán por la formación permanente y la educación en buenos modales.

Los paseos al caer la tarde, eran deliciosos. Mientras los labradores trabajaban duro en las eras o en el campo, los sacerdotes entrelazábamos en nuestras conversaciones la experiencia de los años y los sueños de los comienzos.


jueves, 18 de julio de 2013

SENCILLAS VIVENCIAS

EL POR QUÉ, DE “PARLAPUÑAOS”


Aquella noche, después de cenar, conté a mis padres y hermanos, todo lo que había vivido en días anteriores en mi viaje a Barruelo. Comencé con el encuentro en el tren de mi primer feligrés.  Lo útil que había sido para mi, de lo mucho que hablaba, del apodo: “parlapuñaos”.

También les conté el encuentro con el nuevo Párroco, les hablé del ama, del gato, del pajarillo del cura. De la primera noche en el Hotel, de la primera Misa en las monjas, de la fiesta en el Carmen y de otras cosas que ahora, por brevedad, omito.

Quedaron muy contentos. Mi padre me preguntó: “Y de los mineros, ¿qué nos dices?  “Pues, muy bien, padre, respondí. Procuré poner en práctica su consejo: ver, oír y callar y hasta la fecha me ha dado buen resultado”.

Al final de la conversación, les expliqué porque a mi primer feligrés, al hombre joven que me encontré en el tren le llamaban “parlapuñaos”. Esta era la explicación, se la oí contar a el mismo.

“Me llaman “parlapuñaos”, porque hablo mucho y deprisa. Así de sencillo. Y eso que de pequeño, no hablaba nada. Tanto que mi madre pensó que había nacido mudo.  Pues, no, no había nacido mudo, la prueba es lo mucho que hablo".

Aquella noche dormí como un lirón. Ni ruidos de gentes, ni ruidos de grifos, ni ruidos de coches. Villasarracino era un lugar tranquilo, sereno.


miércoles, 17 de julio de 2013

SENCILLAS VIVENCIAS

DE VUELTA AL PUEBLO

VILLASARRACINO

En efecto, tal día como hoy, hace cincuenta años, tomaba el tren en Barruelo y pasando por Aguilar, llegué a Osorno; y desde Osorno, tierra conocida, me dirigí a la casa de mis padres.

Hacia calor aquella mañana. En la estación algunos viajeros con sus cestas de mimbre. Todos desconocidos para mi. Saqué el billete en la taquilla y subí al tren. Volvía, después de unos días, con el mismo equipaje y con ganas de volver a ver a los míos.

En el tren recé con piedad el Oficio divino y leí despacio un pasaje del Evangelio. Me entretuve divisando el paisaje y viendo en los campos de Palencia a las gentes que trabajaban recogiendo sus sembrados.

Y me acordé, cómo no, de mis padres  y hermanos, que esos momentos estarían arrancando algún campo sembrado de lentejas. Y no sé por qué, me vinieron a la cabeza un par de canciones, que con frecuencia tatareaba mi padre: "un soldadito español" y "allá po la tierra mora". Te las copio aquí:

SOLDADITO ESPAÑOL

Soldadito español,
soldadito valiente,
la alegría del Sol
fue besarte en la frente. 
La victoria fue tuya
porque así lo esperaba,
cuando muerta de pena,
a la Virgen rezaba,
su novia morena.


ALLÁ POR LA TIERRA MORA


Allá por la tierra mora
allá por tierra africana
un soldadito español
de esta manera cantaba:

Como el vino de Jerez
y el vinillo de Rioja
son los colores que tiene
la banderita española
la banderita española

Cuando estoy en tierra extraña
y contemplo tus colores
y me acuerdo de mi España
mira si yo te querré.

Como el vino de Jerez
y el vinillo de Rioja
son los colores que tiene
la banderita española
la banderita española.

Banderita tu eres roja
banderita tu eres gualda
llevas sangre llevas oro
en el fondo de tu alma.

El día que yo me muera
si estoy lejos de mi Patria
sólo quiero que me cubran
con la Bandera de España

Banderita tu eres roja
banderita tu eres gualda
llevas sangre llevas oro
en el fondo de tu alma.

El día que yo me muera
si estoy lejos de mi Patria
sólo quiero que me cubran
con la Bandera de España

PARA ESCUCHAR

https://www.youtube.com/watch?v=zTWNfw0U0IA
http://www.youtube.com/watch?v=bkixxdRPAKY

martes, 16 de julio de 2013

SENCILLAS VIVENCIAS

MISA EN EL SANTUARIO DEL CARMEN, HACE CINCUENTA AÑOS

SANTUARIO NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN. PORQUERA

Celebré mi primera Misa en la capilla de las monjas de Barruelo. Entonces, como estaba prescrito, todo en latín. Desde “In nomine Patris”, hasta el “ite missa est”. No sé si las monjas entenderían mucho latín, pero lo que si sé es que vivían la Misa.

La limpieza de las vestiduras sagradas, el valor de los vasos sagrados, la blancura manteles, purificadores, manutergios, era una señal clara de que aquellas mujeres tenían y vivían de fe.

Además del grupo de monjas, asistieron a esta Misa algunas de las personas que colaboraban con ellas. También en estas personas se percibía honda piedad y claro amor de Dios. ¡Era así!

Al acabar la Misa y después de un largo rato de acción de gracias por la Comunión recibida, las monjas me invitaron a desayunar. En un pequeño comedor, sobre una mesa redonda habían colocado un frutero y a su lado una taza de café. Junto a la taza, una azucarera, algunas galletas, una cucharilla y una servilleta.

Me despedí de las monjas. Y con la alegría de haber celebrado mi primera Misa en Barruelo, me dirigí a la Parroquia de Santo Tomás, que estaba un poquito más arriba. La puerta principal estaba cerrada, no así una puerta lateral que se encontraba abierta.

Entré y allí estaba Don Manuel rezando el Breviario. Como todavía faltaban unos minutos para empezar la Misa parroquial, Don Manuel me llevó a la sacristía. Era la sacristía un local pequeño, tenía un armario para la ropa y una ventana que daba al Colegio de las Monjas.

Con enorme cariño, pero también con cierta autoridad, Don Manuel me dijo: “Ya has empezado. Lo has hecho bien. Ojalá que termines bien”. Y ahora atiende: “El 16 de julio es la Virgen del Carmen. Es costumbre aquí ir a celebrar la fiesta al Santuario del Carmen, de la Parroquia de Porquera. Iremos los dos: celebraremos Misa, comeremos allí y por la tarde volveremos a Barruelo”.

Yo apenas hablaba. Escuchaba, siguiendo el consejo de mi padre. Pero me gustaba talante de aquel cura mayor. Luego, siguió Don Manuel: “El día 17, si te parece, te vuelves a tu casa y disfrutas unos días de la compañía de los tuyos”. Asentí con la cabeza. Don Manuel sonrió y yo también.


lunes, 15 de julio de 2013

SENCILLAS VIVENCIAS

MI PRIMERA MISA EN BARRUELO DE SANTULLÁN



Aquel día, no hablamos mucho más. Era ya la hora de cenar  y además, tenía que acudir al hotel donde me iba a hospedar antes de que fuera más tarde. El Párroco pidió a “parlapuñaos” que me acompañase al hotel. Y dirigiéndose a mi, dijo: “José María no olvides, que mañana tienes Misa a las siete de la mañana en las monjas. Ahora cuando salgais, “parlapuñaos”, te dirá por donde se baja a las monjas.

Me despedí de Don Manuel y de su ama. Y con el hombre joven que me encontré el tren, “parlapuñaos”, le decían, salí a la calle. En la calle apenas había gente. El hotel donde me iba a hospedar estaba en la misma plaza del Ayuntamiento, es decir, muy cerca. Antes de entrar “mi primer feligrés”, me indicó por dónde tenía que dirigirme hasta  las monjas. Me despedí de él muy agradecido Y sin más, entré en el hotel.

Después del saludo de rigor, me dio una llave correspondiente a la habitación que iba a ocupar aquella noche. Subí y vi una sencilla estancia: una cama, una pequeña mesa y una sencilla silla. Ni lavabo, ni cuarto de baño, ni nada más. Una cosa simple. Coloqué mis cosas y bajé a cenar.

La dueña me indicó el lugar del comedor. Me senté, con su permiso, en una mesa donde cenaba un hombre joven. Luego supe que era un viajante, vendedor de cuchillos. Me presenté y enseguida entablamos conversación. Aquella primera noche, cené morcilla hecha de arroz. En mi casa siempre había visto la morcilla hecha con cebolla. Esta era distinta. Me gustó y muchas veces, después, he recordado aquella primera morcilla de Barruelo.

Llegó la hora de irnos a dormir. Subí a la habitación, no sin antes pedir a la dueña del hotel que, por favor, me avisará a las 6:30, para levantarme y poder llegar puntual a la Capilla de las monjas. Hice mis últimos rezos y traté de descansar. Pero no pude. Aquella noche, apenas pegué ojo: ruidos de puertas, conversaciones por el pasillo, grifos... Total que me pasé la noche en vela.

Eso sí, a las 6:30 me llamaron. Estaba despierto. Me levanté, me aseé como pude y con el ánimo alegre y la inquietud de lo desconocido, me dirigí a las monjas. Me abrieron al instante. Saludé a la superiora, me acompañó hasta la sacristía. A la siete en punto comenzaba la Misa.

domingo, 14 de julio de 2013

SENCILLAS VIVENCIAS

EL CURA, EL AMA DEL CURA, 
EL GATO Y EL PERIQUITO

EL GATO DE DON MANUEL PALACIOS

Tras bajar del tren en la Estación de ferrocarril de Barruelo de Santullán, “negra y fea” como el carbón, el hombre joven que había encontrado  en el tren, me acompañó amablemente hasta la casa del Párroco.

Vivía Don Manuel Palacios, que así se llamaba el Párroco, en la casa parroquial. Le atendía la señora Victoria, “ama de cura”, le decían. También eran huéspedes de la misma casa un hermoso gato, no recuerdo su nombre, y un simpático periquito, al que llamaban Pocholo.

La casa parroquial estaba junto al Ayuntamiento. Para acceder a ella, desde la Plaza Mayor, había que subir varias escaleras.  Hasta allí, me acompañó el hombre joven del tren. Y como sabía dónde estaba el timbre, se adelantó y lo pulsó con fuerza.

Nos recibió, sonriente y alegre, la señora Victoria. –Pasen,  pasen, nos dijo. El señor Párroco está dentro.  Pasen, pasen, repitió. Entramos los dos. El Párroco, Don Manuel me saludó con una sonrisa de oreja a oreja. Desde ese momento, me di cuenta, que Don Manuel era un hombre bonachón. El tiempo, más tarde, me lo confirmó. No me había equivocado.

Luego saludó al hombre joven del tren. ¿Cómo estás, “parlapuñaos”, le dijo, sonriendo. - Como una rosa, Don Manuel, le contestó. Aquí le presentó al joven cura. Hemos coincidido en el tren y me ha parecido oportuno acompañarle.

Nos sonreímos los tres. El periquito que volaba sobre nuestras cabezas, intervino con un simpático gorjeo. También el gato dio un brinco sobre la mesa de Don Manuel y siguió atento nuestra conversación. El ama del cura se había ido a sus labores.

(Seguirá)


sábado, 13 de julio de 2013

SENCILLAS VIVENCIAS

DE AGUILAR DE CAMPOO 
A BARRUELO DE SANTULLÁN


ESTACIÓN DE FERROCARRIL DE AGUILAR DE CAMPOO

El hombre joven que me había encontrado en el tren, no paraba de hablar. No así, el matrimonio mayor, que apenas musitó palabra. Yo, por mi parte, escuchaba al hombre joven y observaba a los ancianos. Mientras, una y otra vez, venían a mi cabeza, los consejos que me había dado mi padre antes de salir de casa.

En estas estábamos, cuando pasó el interventor del tren. Nos pidió los billetes y nos avisó que estábamos a punto de llegar a Aguilar de Campoo. En efecto, a los cinco minutos, el viejo tren aminorando su marcha paró. Estábamos en la estación de Aguilar de Campoo.

El hombre joven y yo tomamos posiciones. El matrimonio mayor permaneció en su puesto. Con un adiós convencional, nos despedimos de ellos y bajamos al andén. En el andén había gente. Era casi de noche y no me enteré bien de las dimensiones de la estación.

Guiado por el hombre joven, nos dirigimos a una vía más estrecha. De allí, poco después, salió un tren más pequeño, destino a Barruelo de Santullán. También tomaron este tren otros viajeros. Según me dijo el hombre joven, eran trabajadores de la fábrica de galletas Fontaneda que volvían a Barruelo.

El hombre joven, dos personas más y yo nos colocamos en el mismo departamento. El hombre joven siguió hablando, hablando, hablando. No paraba de hablar. Me contó muchas cosas de Barruelo, algunas de las minas; de lo duro  que era el trabajo de los mineros, del riesgo que corrían. Me habló de muchas cosas.

(Mañana más).


PARA ESCUCHAR

viernes, 12 de julio de 2013

SENCILLAS VIVENCIAS

MI PRIMER FELIGRÉS

AYUNTAMIENTO DE BARRUELO DE SANTULLÁN

Se oyó el silbido de salida. El tren comenzó a moverse. Lentamente primero, más rápido después. Estamos en los primeros años de la década de los sesenta. El hombre más joven del departamento me preguntó: -Qué, ¿va muy lejos?. Le respondí que hasta Aguilar. Pues, hasta allí voy yo también, me dijo. Me alegró el hecho.

El matrimonio mayor no habló nada. La mujer se entretenía ordenando un pequeño bolso que sostenía entre sus manos. El hombre, a pesar del ruido del tren y de nuestra conversación, dormitaba pacientemente.

-Qué, volvió de nuevo a hablar el hombre más joven: ¿Es usted cura nuevo? Le dije que sí. Que me había ordenado en el Seminario de Palencia, el pasado 29 de junio, festividad de San Pedro y San Pablo. Y le dije también, que me dirigía a Barruelo, para presentarme al párroco, ya que me habían nombrado Coadjutor de dicho pueblo.

¡Cuánto me alegró!, terció el hombre joven. Yo vivo en Barruelo y conozco mucho a Don Manuel Palacios, el que va a ser su párroco. Hablo mucho con él y le ayudo en lo que puedo en mis ratos libres. 

Me alegró de nuevo este hecho. Y comencé a mirar aquel hombre, con cierta simpatía. Y comencé a pensar en los mineros de los que me había hablado mi padre, de modo distinto.

- Qué, intervino otra vez el hombre más joven: ¿Le apetece un cigarrillo? Mientras él hablaba, sacó su petaca, su librillo y su mechero. Le dije que no fumaba y le dí las gracias.

(Seguiré mañana)



jueves, 11 de julio de 2013

SENCILLAS VIVENCIAS

EN TREN, A MI PRIMER DESTINO

ESTACIÓN DE FERROCARRIL. OSORNO LA MAYOR

Llegó el día 10 julio, fecha en la que debía presentarme en el primer destino. La mañana de este día la pasé con mis padres y hermanos. Ordenamos un poco las cosas, vimos más despacio los regalos que había recibido en mi primera Misa y preparamos lo que tenía que llevar.

Fueron pocas cosas: un par de mudas, el pijama, los útiles de afeitar, el breviario recién estrenado, un Nuevo Testamento. Y poco más. Mi idea era, presentarme al Párroco, saber sus planes y volver de nuevo unos días a Villasarracino. Por eso, pensaba que no necesitaba llevar muchas cosas.

A eso de media tarde, me trasladé en una DKW del pueblo, a Osorno. Allí cogería el tren que iba de Palencia Santander y llegar hasta Aguilar de Campoo, donde debería tomar otro tren dirección de Barruelo de Santullán.

Me acompañaron hasta Osorno, mi padre y algún hermano, no recuerdo quien. Allí, en la sala de espera de la estación de Osorno, mientras llegaba el tren, mi padre me repitió, una vez más, los sabios consejos que ya me había dicho antes: “no hables mucho al principio, ve y observa; ten cuidado con los mineros, ya sabes como son…; con el Párroco se amable y atento”.

A la hora prevista llegó el tren. Me despedí de los míos. Subí al tren y traté de buscar asiento. Enseguida me acomodé en un viejo departamento en el que viajaban tres personas: un matrimonio mayor y un señor de unos treinta años. El saludo de rigor y  a esperar la salida.

Me asomé a la ventana y con la mano me despedí de mi padre y hermanos, mientras en la cabeza me iban dando vueltas los sabios consejos de un viejo labrador.

Seguiré mañana.