sábado, 26 de junio de 2010

XIII DOMIGO TIEMPO ORDINARIO CICLO C
EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 9, 51-62

CON UN SOLO GOLPE DE CLIK http://www.adelante-juego.com/

Cuando se iba cumpliendo el tiempo de ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envío mensajeros por delante. De camino entraron en una aldea de Samaría para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron, porque se dirigía a Jerusalén. Al ver esto, Santiago y Juan, le preguntaron.
-- Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo que acabe con ellos?
El se volvió y les regañó. Y se marcharon a otra aldea. Mientras iban de camino, le dijo uno:
-- Te seguiré adonde vayas.
Jesús le respondió: -- Las zorras tienen madriguera y los pájaros nido, pero el Hijo del Hombre no tiene dónde reclinar la cabeza.
A otro le dijo: -- Sígueme. Él respondió: -- Déjame primero ir a enterrar a mi padre.
Le contestó: -- Deja que los muertos entierren a tus muertos; tú vete a
anunciar el Reino de Dios.
Otro le dijo; -- Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de mi
familia. Jesús le contestó: -- El que echa mano al arado y sigue mirando atrás, no vale
para el Reino de Dios.

Las lecturas de este domingo nos hablan de vocación, de paciencia ante el mal, de seguimiento. Eliseo desea seguir a Elías y ponerse a su servicio; San Pablo nos recuerda que estamos llamados a servir a Dios, por amor, en libertad, empujados no por los deseos de la carne sino del espíritu; y el evangelio nos refiere, la petición que le hicieron a Jesús los hermanos Santiago y Juan, pidiendo a Jesús que enviase fuego a aquel pueblo de samaritanos que no había querido recibirles, y también nos refiere las falsas condiciones de algunos que desean seguir al Maestro.

Y Jesús, por una parte, corrige el deseo de venganza de aquellos dos discípulos, diciéndoles “no sabéis a que espíritu pertenecéis”, “el Hijo del Hombre no ha venido a perder a los hombres sino a salvarlos”. Y les da una hermosa lección, de modo que los Apóstoles vayan aprendiendo que el celo por las cosas de Dios no debe ser áspero y violento.

Y por otra parte , Jesús, ante aquellos judíos que le piden seguirle, pero que le ponen determinadas condiciones: tales como despedirse de los de su casa, enterrar a sus muertos, mirar hacia atrás, les expresa claramente las exigencias que comporta seguir al Maestro.

Y es que, entonces, como hoy, seguir a Jesús, ser cristiano, no es tarea fácil ni cómoda; para seguir al Señor, es necesario huir de la indignación y el deseo de venganza, por ingratos que sean los demás; y es necesario también, para seguir al Señor, poner el amor a Dios antes que ninguna otra cosa. Es decir, a Dios no podemos ponerle condiciones.

Nuestra lealtad a la tarea que Dios nos confía debe superar todo obstáculo: “No existe jamás razón suficiente para preferir otras cosas a Dios. Dios es lo primero. Así esta escrito: “Amarás a Dios sobre todas las cosas”.

“Hemos de ser fieles, leales, hacer frente a nuestras obligaciones, encontrando en Jesús el amor y el estímulo para comprender las equivocaciones de los demás y superar nuestros propios errores. (Es Cristo que pasa n.160)

El seguimiento de Cristo, en efecto, lleva consigo una disposición rendida, una entrega inmediata de lo que Jesús pide, porque esa llamada es un seguir a Cristo al ritmo de su mismo paso, que no admite quedarse atrás: a Jesús o se le sigue, o se le pierde.

En qué consiste el seguimiento de Cristo lo ha enseñado Jesús en el Discurso de la Montaña, y nos lo resumen los catecismos más elementales de la doctrina cristiana: cristiano quiere decir hombre que cree en Jesucristo y está obligado a su santo servicio.

Cada cristiano debe buscar, en la oración y el trato con el Señor, cuáles son las exigencias personales y concretas de su vocación cristiana. Acudamos a Nuestra Madre la Virgen, Santa María.

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