¿No se venden cinco pajarillo por dos ases? |
VIGÉSIMA OCTAVA SEMANADELT. O.
VIERNES
SAN LUCAS 12, 1-7CON UN SOLO GOLPE DE CLIK
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En esto, habiéndose reunido una muchedumbre de miles de personas, hasta atropellarse unos a otros, comenzó a decir sobre todo a sus discí-pulos:
—Guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía. Nada hay oculto que no sea descubierto, ni secreto que no llegue a saberse. Porque cuanto hayáis dicho en la oscuridad será escuchado a la luz; cuanto hayáis hablado al oído bajo techo será pregonado sobre los terrados.
»A vosotros, amigos míos, os digo: no tengáis miedo a los que matan el cuerpo y después de esto no pueden hacer nada más. Os enseñaré a quién habéis de temer: temed al que después de dar muerte tiene potestad para arrojar en el infierno. Sí, os digo: temed a éste. ¿No se venden cinco pajarillos por dos ases? Pues bien, ni uno sólo de ellos queda olvidado ante Dios. Aún más, hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No tengáis miedo: valéis más que muchos pajarillos.
Señor, siempre que salías a predicar, la gente te escuchaba. No transcurría mucho tiempo y estabas rodeado de gentes. En ocasiones eran multitudes. Esta vez, se había congregado junto a Ti una muchedumbre de miles de personas. Tantos eran que se molestaban unos a otros. A todos quizás no les llegaba tu voz clara, nítida y precisa.
Quizás por eso, Tú, Señor, ante la dificultad de que todos te oyesen, comenzaste a decir a tus discípulos lo que deseabas aprendieran todos.
Guardaros de la hipocresía; todo ha de saberse; todo saldrá a la luz; todo al final será conocido. Quizás la gente no oyó bien tu mensaje. Tus discípulos sí. Y por eso, quizás, se asustaron, se llenaron de pena, comenzaron a preocuparse.
Y Tú, Señor, seguiste: no tengáis miedo. Hay enemigos y enemigos. Temed a los que matan el alma. Temed a los que arruinan el espíritu; temed a ésos. Pero no tengáis miedo de los demás. Mi Padre cuidará de vosotros.
No olvidéis que mi Padre se preocupa de todo, cuida de todo, de los pajarillos, de los animales indefensos; de los cabellos de la cabeza, de las cosas más insignificantes. ¡Cuánto más se cuidará de vosotros!
1 comentario:
José María: Me gustan tus comentarios. Son frecos como el agua clara del arroyo. Y ayudan a levar el alma a los cielos. Pido por tí y por tus proyectos. Un abrazo
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