miércoles, 20 de julio de 2011

DESDE MI VENTANA


Podemos aprender de las cosas que nos rodean. Cada hecho que ocurre a nuestro alrededor, encierra un montón de lecciones. Se trata de abrir los ojos del alma y sacar consecuencias.


DÍA 20 DE JULIO DE 2011

Ayer fue un día lluvioso y frío. La temperatura fue baja y anunciaban nieve en  los altos. Esto que hubiera sido normal en un día de febrero o marzo, ayer fue noticia porque estábamos a 19 de julio, es decir, a un mes del inicio del verano.  
"Antier  mucho calor y hoy (por ayer) qué cambio tan brusco", me decía una señora que cruzaba por la plaza por la que yo también cruzaba. La fina lluvia que caía nos obligó a llevar abiertos los paragüas y a andar deprisa para no enfriarse. El cielo aparecía totalmente encapotado. Las nubes eran gruesas y bajas. Estábamos ante un cambio brusco e inesperado. Hasta los pájaros se habían ocultado y las ramas de los árboles se movían con intensidad y fuerza. Y mientras oía los ruidos de los carros de descarga de productos comerciales y contemplaba a una anciana que paseaba por el pórtico de la iglesia, acompañada de un hijo que la llevaba del brazo, me vino a la cabeza la existencia de otros cambios. El cambio de carácter de la persona serena y tranquila, que de repente, un día, sin ton ni son, sale de sus casillas y arremete contra todos. O el cambio del amigo que durante años te ha tratado con amabilidad y cortesía, y un día, por un quítame allá esas pajas, te contesta airado, hasta tal punto que rompe de un plumazo la amistad de años. O el cambio que se percibe en algunas personas que tratan con amabilidad exquisita a los ajenos y a zapatazo limpio a su familia. O la transformación que se da en la persona que detrás del mostrador te atiende con amabilidad y elegancia, pero que en el campo de futbol se porta como un energúmeno. Y así podríamos ir anotando distintos cambios bruscos que se dan en la vida. Mientras escribía estas líneas se intensifica la lluvia, aunque también se notaba una claridad cada vez mayor. El sol se colaba entre las nubes y nos visitaba de nuevo. Una vez más, pensé, se hace realidad el dicho: “Cuando llueve y hace frío sale el arco del judío; cuando llueve y hace sol sale el arco del Señor”. Y pensaba, esto mismo ocurre en las personas, cuando se ponen en la presencia de Dios, se les pasan los enfados; y es que cuando se deja actuar al Señor viene de nuevo la calma. Una sencilla lección, en un día de verano, con ráfagas de frío y anuncio de nieve. Termino con una oración que aprendí de pequeño de labios de mi madre: "Ángel de mi guarda, / dulce compañía, / no me desampares / ni de noche ni de día / No me dejes solo, / que me perdería".


PICA AQUÍ

http://www.opusdei.es/art.php?p=30167

4 comentarios:

ester dijo...

Después de leer el texto y ver reflejado el enfado en el rostro del hombre te invita a sonreír. Procuraré enfadarme menos.
Observo su cambio de presentación del blog y me gusta, aunque le sugiero que nos ponga un poquito más de texto. Siempre enseñando.Gracias.

ester dijo...

Sugerente.
Enhorabuena por el mensaje. Enhorabuena por el enlace que nos pone cada día y enhorabuena por las etiquetas .
Buen resumen de un día de cansancio y acción de gracias.
Adelante.

Anónimo dijo...

Le sugiero cambie el color donde pone más información y todo aquello que aparece en blanco, es dificil de leer.
El mensaje fenomenal

Mercedes dijo...

Cuando he visto la cara de ese señor me ha asustado
pero cuando he leido el testo me he dado cuenta que razon tiene que cara senos pone cuando nos enfadamos
Hoy pienso que nos enfadamos alguna vez
pero desde hoy procurare enfadarme lo menos posible
porque creo que todo el mundo tenemos nuestros enfados
su feligresa meme