DÍA 22 DE JULIO 2011

"VAE SOLI: (¡Ay del hombre solo), dice la Sagrada Escritura. Parafraseando el dicho: "que estén tristes los que no quieren ser hijos de Dios", podríámos decir: "que paseen solos los que no quieren caminar acompañados por Dios o sus enviados".



COLEGIO IRABIA



PASEO EN SOLEDAD

Hoy el paseo lo he dado solo. Bueno, solo es un decir, porque nunca estamos solos. Siempre caminamos bajo la mirada de Dios nuestro Padre y en compañía del Ángel de la Guarda. Pero para entendernos, digamos que hice el paseo solo.  

Por el camino, me encontré con distintas personas, unas, caminando como yo y otras, descansando en los bancos situados de trecho en trecho. El cielo estaba gris. Algunas finas gotas de agua se escapaban de vez en cuando. También hoy llevaba paraguas, por si me hiciera falta. Los ruidos de los coches y camionetas acompasaban nuestro rítmico andar. Algunos de los caminantes hablaban con sus perros, que al parecer escuchaban y entendían las órdenes recibidas. Otros hablaban por el móvil con personas que a distancia enviaban mensajes o pedían informaciones. Valga como ejemplo esta breve conversación que escuché cuando el paseo iba abanzado: "Hola, qué tal...; sí, la abuela sigue con la tensión alta, ahora a las once la voy a llevar a la enfermera, que me ha dicho que tiene un hueco". Y así, como esta, otras coversaciones similares. a las que, como es natural, no les presté mayor atención.


Yo también hablaba. Durante todo el trayecto fui hablando. A veces, lo hacía con Dios y le decía, como el ciego de Jericó: "Señor, que vea". Otras veces, acudía a la Virgen recordándole que jamás se ha oído decir, que alguien que haya acudido a Ella, haya sido abandonado. Por eso, yo también me atrevía a acudir a Ella y pedirle que, apesar de mis culpas y distraciones, acogiera mis peticiones.


Caminaba ya por la calzada de los alemanes. A mi izquierda chales recientes, a mi derccha el río Arga. En un momento dado me distraje mirando a los patos que nadaban en el río. Incluso me apoyé en una barra de hierro y miré detenidamente a los patos que nadaban sin hacer esfuerzo alguno. Y me pregunté: "Por qué se mantienen a flote con tanta facilidad estos animalitos y a nosotros nos cuesta tanto mantenernos en el agua? No escuché contestación. Luego, un poco más adelante, me vino esta respuesta: "Es que están en su ambiente".


Poco a poco iba pasando el tiempo. Me encontraba ya frente a Irabia. No pude por menos de pensar en los años que había trabajado en este Colegio. Y, sin mayor esfuerzo, me vino a la cabeza esta jaculatoria que tantas veces repito: "Gracias, perdón, ayúdame más". Y en una ráfaga de tiempo, le dí gracias a Dios por tantas cosas como en Irabia había recibido, en especial me vino a la memoria el beso que me dio San Josemaría en el pasillo del Oratorio, en una visita que hizo al Colegio Irabia, el 10 de mayo de 1975, un mes escaso de su muerte. También pedí perdón por lo que hice mal o no supe hacer mejor. Y le pedí al Señor, mientras se iba acercando al final del paseo, que me ayudara más.

Así las cosas, me sorprendí abriendo la puerta de mi casa. El ascensor marcaba cero, dí al botón y se abrieron las puertas. Unos minutos más y me senté a escribir esta sencilla experiencia. Bueno, antes me había tomado un "cafetito" con el que coger fuerzas. Y espero que sean las doce para rezar el Angelus y seguir después haciendo otras cosas. Levanto la vista y veo que salen de Misa. Aprovecho para asaltar el Sagrario de la Iglesia de Santa Teresa y hacer una comuión espiritual. Utilizo esta formula: "Yo quisiera, Señor, recibiros, con aquella pureza, humildad y devoción, con que os recibió vuestra Santísima Madre, con el espíritu y fervor de los santos".

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