sábado, 27 de agosto de 2011

DÍA 27 DE AGOSTO DE 2011


Mientras digo "gracias", abro mi alma al futuro.


Centro infantil Irabia
Hoy he dicho Misa en Irabia. Me invitaron a celebrar las Bodas de Plata de un matrimonio amigo y no podía negarme. Además, ¡me hacía tanta ilusión volver al Colegio Irabia, en el que paseé tantos años! Y aunque, propiamente, la Misa no la he celebrado en el Oratorio del primer Irabia, que más tarde se convirtió en clase, ni siquiera en los Oratorios del Irabia posterior (pequeño o grande), en los que también celebré muchas veces, sino que ha sido en el Oratorio del Irabia Infantil, la ilusión no ha sido menor, sino todo lo contrario.

Sin hacer demasiado esfuerzo, han venido a mi memoria aquellas inolvidables madrugadas, en las que llegaba a Irabia a hacer la oración, para a continuación celebrar la Misa, a la que acudían profesores del Colegio y alumnos, antes de que se inciaran las clases; o aquellos ratos pasados en el despacho del piso superior, recibiendo a cientos y cientos de chicos, escuchando sus problemas y procurando buscar la solucción más adecuada; o aquellas pacíficas clases de religión, en las que los alumnos abrían sus almas, con pasión, a la verdadera doctrina; o los ratos de tertulia pasados con los profesores, tomando un esperado café, en la hora del recreo; o las lagas horas pasadas con los padres de los alumnos, cuando estos se iban a sus casas.

¡Fueron tantas y tantas las horas pasadas en Irabia!, que hoy, despues de tantos años, al recordarlo, me parece vivir un sueño, pensar un tiempo que nunca existió, o construir una novela maravillosa.

Con un poco de retaraso comenzó la Misa. Fue, como he dicho, en el Oratorio del Centro infantil. Bonito oratorio; las ropas para celebrar límpisimas; el caliz, los corporales, el purificador, las vinajeras..., todo en perefecto estado. ¡Cuánto ayuda el cuidado de las cosas para una liturgia pidadosa!

He recordado, agradecido, aquellas palabras de San Josemaría: "Hay una urbanidad de la piedad. —Apréndela. —Dan pena esos hombres "piadosos", que no saben asistir a Misa —aunque la oigan a diario—, ni santiguarse —hacen unos raros garabatos, llenos de precipitación—, ni hincar la rodilla ante el Sagrario —sus genuflexiones ridículas parecen una burla—, ni inclinar reverentemente la cabeza ante una imagen de la Señora".

Y como comencé así la homilia: "Todos los días, podemos agradecer a Dios las muchas gracias de El recibidas; todos los días también, podemos pedir perdón por nuestros pequeños o grandes descaminos; y todos los días, podemos levantar el corazón a Dios y pedirle nos siga ayudando, nos siga dando fuerzas para vivir y poder servirle", aproveché para dar gracias al Señor por todo; para pedir perdón por algunas cosas y rogar me siga ayudando. Me fui a comer, un poco cansado, pero muy contento.

Y mientras digo "gracias" abro mi alma al futuro.

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3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hoy me alegro con Vd al recordar tantos años vividos en Irabia.
Y me quedo ccon su consideración "Todos los días, podemos agradecer a Dios las muchas gracias de El recibidas; todos los días también, podemos pedir perdón ... pedirle nos siga ayudando, nos siga dando fuerzas para vivir y poder servirle", bonito mensaje para tenerlo presente todos los dáisd.
Gracias y me alegro haya disfrutado

ester dijo...

He leído su relato y me ha encantado. Sabe sacar de cualquier detalle una buena enseñanza. Siga enseñándonos.
Otro tema: ¿Me podría decir dónde puedo conseguir todos los escritos emitidos por el Papa en la JMJ?
Muchas gracias

Mercedes dijo...

Muy bien D Josemaria
Me ha emocionado sus relatos y comentarios
Creo que esos años de irabia yo me encontraba en Pamplona y en algun momento del dia le pude ver pasar por alli
Que pena la gente no sepa sacar fruto de todo esto
su feligresa
meme