domingo, 28 de agosto de 2011


DÍA 28 DE AGOSTO DE 2011


HAY QUE AHOGAR EL MAL
EN ABUNDACIA DE BIEN



Hoy, último domingo de agosto, fiesta de San Agustín, día soleado de verano, cuando me dirigía esta mañana de mi casa a la Iglesia, me encontré, por el camino, con distintas personas; algunas, conocidas, otras, no.

 Al cruzarme con ellas, llevado, como siempre, por mi afán de almas, me pregunté en mi interior: ¿Asistirán todas estas personas, con las que me he tropezado, a la Misa dominical?

No puedo, ni debo juzgar a los demás, pero la experiencia me enseña que algunas de estas personas, las conozco bastante, no acudirán este domingo a Misa. No lo harán, porque, desde hace un tiempo, no acuden. ¡Se han alejado tantos en estos últimos años!

Otros, sí lo harán. Y lo harán con verdadera devoción, contentos. Es el caso de la señora, que me saludó al pasar junto a mí, y que ayudada por su tacatá, poco a poco, caminaba hasta la Iglesia; o el anciano, que me dio los buenos días, y que ayudado de su bastón y guiado por su asistenta, llegaba a oir Misa; o los cinco chicos que acompañados de sus padres, familia numerosa, se dirigían a la Iglesia a rezar a Jesús, correteando y saltando. Ante esta realidad, agridulce, me preguntaba: ¿qué hacer?

Poco después, tras pasar un rato en el confesonario, me dispuse a hacer la lectura espiritual, y me encontré ¡qué casualidad! o mejor, ¡qué povidencial!, con la respuesta deseada.

En el libro de lectura: "A las afueras de Jericó", en el capítulo X, que es al que llego; leí: "Caminos de esperanza", y en el primer título: "Ahogar el mal en abundancia de bien". Y seguía: "Inactivos no nos vamos a quedar".  Algo hay que hacer, todo menos permitir que el mal nos haga malos.

Y me acordé de este relato: "Había una vez un maestro oriental que vio cómo un alacrán se estaba ahogando. Decidió salvar al animalito del agua, pero cuando lo hizo, el alacrán lo picó. Ante el dolor lo soltó, por lo que el animal de nuevo se estaba ahogando... entonces intentó sacarlo y otra vez lo volvió a picar. La escena se repetía varias veces. Alguien que lo observaba le dijo: “¡Que necio es usted! ¿No entiende que cada vez que intente sacarlo del agua lo va a picar?. Entonces el maestro oriental le respondió: “La naturaleza del alacrán, que es picar... no va a cambiar mi naturaleza, que es ayudar. Entonces sacó al animalito del agua con la ayuda de una hoja".

Un relato que nos puede ayudar a saber reaccionar ante el mal que nos encontremos. Si alguien nos traiciona o hace algún mal, no nos ha de cambiar hacia el mal. No podemos permitir que el mal nos haga malos.

Y me acordé también del consejo que daba San Josemaría Escrivá: "Propongámonos vivir el bien con nuestras vidas, ante la mentira y calumnia, siempre hablar con la verdad; ante el agravio y la ofensa, demos el perdón; ante la ignorancia, demos la luz de la fe; ante el odio y la violencia, demos el amor que Cristo nos vino a enseñar". “Hay que ahogar el mal en abundancia de bien”.

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2 comentarios:

Mercedes dijo...

Que bonitos comentarios me quedo sin palabras de bien que nos ayuda .
Doy las gracias a Dios de ser una de las personas que voy a misa todos los dias
Estoy muy agradecida de de sus omilias
gracias
su feligresa

Anónimo dijo...

Ayer no pude leer su blog, lo hago hoy y doy gracias a Dios porque ante presiones de comentarios desviados El nos da la gracia.
He tenido un pequeño incidente, me he quedado pensativa, pero después de leer su comentario he elcanzado la paz. Ante la ignorancia, intenté dar la luz;el mal por el bien.
Gracias.