DÍA 13 DE SEPTIEMBRE DE 2011

"Que admirable es
tu nombre, en toda la tierra"

Ayer tuve que acercar a Mercedes, a la Clínica Ubarmin. Ubicada, pasado Huarte-Pamplona, cerca de Elcano. Eran las ocho y media de la mañana, cuando salimos de Orvina. Un sol fuerte nos saludó al salir del garaje y nos acompañó durante todo el viaje, dificultando, a veces, el camino a seguir.

Y aunque la ruta nos era conocida, por culpa de la enorme claridad del sol que pegaba en nuestros ojos, tuvimos que rehacer un pequeño tramo del camino. Con la ayuda de un amable guarda, pronto nos encaminamos hacia el destino al que llegamos con puntualidad.

Como los aparcamientos frente a la entrada principal estaban todos llenos, tuvimos que dar un par de vueltas. Al no encontrar sitio, Mercedes, para no llegar tarde a la cita, se bajó del coche allí mismo. Yo me fui a buscar lugar algo más abajo.

Muy pronto lo encontré. Un gran aparcamiento en su mitad ocupado, me esperaba. Estacioné lo mejor que pude. Como disponía de algún tiempo -la espera de los médcios es siempre una incógnita-, comencé a rezar el Oficio Divino.

Por cierto, es este un lugar excelente para rezar: pinos copudos, no muy altos, a mi izquierda; de frente, el monte también lleno de pinos, en apariencia, por la distancia, más pequeños; a mi derecha, otros árboles llenos de vida; al fondo, entre árboles, el edificio de la Clínica Ubarmin, construido de cemento y hormigón.

Comencé, en voz baja, la lectura de los Salmos. De vez en cuando llegaban otros coches, sus conductores me miraban con curiosidad, yo, mientras, paseaba por aquel hermoso lugar, recitando con piedad y devoción, los salmos y oraciones del día.

Una vez más, comprobé lo a gusto que se reza en medio de la naturaleza. El sol y el aire me acompañaban. También los pájaros con sus cantos, y el rún-rún de los motores de las máquinas de la Clínica.

Y recé, con el salmista: "Dios nuestro, qué admirable es tu Nombre en toda la tierra, en toda la tierra. Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has creado: qué es el hombre para que te acuerdes de él, el ser humano para darle poder. Lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad, le diste el mando sobre las obras de tus manos, todo lo sometiste bajo sus pies. Rebaños de ovejas y toros, y hasta las bestias del campo, las aves del cielo, los peces del mar, todo lo sometiste bajo sus pies".

En esto estaba, cuando sonó el móvil. Era Mercedes que me avisaba que había terminado la visita. Arranqué el motor y en pocos segundos, me coloqué a la entrada. Subió al coche y volvimos a casa. Todo había salido bien. Ahora a esperar.

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