martes, 20 de septiembre de 2011

DÍA 20 DE SEPTIEMBRE DE 2011

LA CANTIGA 103

Después de un tiempo sin llover, han llegado las primeras gotas. Porque lo que se dice llover, llover todavía no ha llegado. Son simplemente unas gotas que mojan el suelo y obligan a abrir los paraguas, casi olvidados durante todo el verano.


Ahora mismo, cuando escribo estas líneas, está cayendo una fina lluvia. Las gentes que veo desde mi ventana llevan los paraguas abiertos. Se ve de todo: alguien que camina empujando un carro con una mano y con la otra sosteniendo el paraguas abierto; otro que camina deprisa sin parraguas; dos personas con un solo paraguas abierto. Todo ello, pues, nos demuestra que el agua que cae es poca, que en verdad todavía no han llegado las lluvias. Aunque, por algo hay que empezar.

Lo que es seguro, es que dentro de dos días llega el otoño. Y con el otoño el tiempo otoñal. Tiempo que se distigue por que comienzan a caer las hojas de los árboles, los jardines toman nueva cara, aparece los vientos fuertes, y también la lluvia.

Y al considerar este cambio de estaciones me ha venido a la cabeza el valor del tiempo. Hace pocos días, precisamente, he leído un largo artículo titulado "El tiempo en las enseñanzas de Josemaria Escrivá de Balaguer". Su autor el Prof. Alfonso Nieto, de la Universidad de Navarra. Es muy interesante. No voy a ofrecer aquí, en esta breve espacio, su contenido. Pero si voy a copiar los titulares de sus diferentes partes.

Habla el artículo, en primer lugar, del sentido del tiempo. Dice el Prof. Nieto que el tiempo nace, tiene dueño, y es tangible.

En una segunda parte que titula: "En el tiempo", trata "de siempre", escribe que hay que considerarlo con paciencia, fortaleza, esperanza; trata también de "disfrutar el tiempo", de "vivir el tiempo", de "trabajar el tiempo", de "compartir el tiempo", de "la obligación de restituir el tiempo", con estas tres concretas notas: continua, insustituible, ariesgada.

En una tercera parte titulada: "desde el tiempo", escribe del tiempo a "imagen de la eternidad", de tiempo de "peregrinación", de "elegidos desde la eternidad", del "ansia de Infinito".

Y termina con este texto de San Josemaría: "Vine a mi memoria una encantadora poesía gallega, una de esas Cantigas de Alfonso X el Sabio. La leyenda de un monje que, en su simplicidad, suplicó a Santa María poder contemplar el cielo, aunque fuera un instante. La Virgen acogió su deseo, y el buen monje fue trasladado al paraíso. Cuando regresó, no reconocía a ninguno de los moradores del monasterio; su oración, que a él le había parecido brevísima, había durado tres siglos. Así me explico yo estos dos mil años de espera del Señor en la Eucaristía. Es la espera de Dios que ama a los hombres" (Es Cristo que pasa, 151).

PINCHA AQUÍ
http://vimeo.com/11485674

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hoy me he quedado con la frase"Es la espera de Dios que ama a los hombres"
Saludos