domingo, 25 de septiembre de 2011


DÍA 25 DE SEPTIEMBRE DE 2011



RUEDAS O MULETAS



Ayer, 24 de septiembre, festividad de Nuestra Señora de la Merced, amaneció en Pamplona un día de auténtico otoño: nubes altas y gruesas en el cielo, el sol que se asomaba a ratos a la tierra, un suave viento que movía ligeramente las ramas de los árboles, hojas muertas en el suelo, temperatura agradable, lo que digo: un auténtico día de otoño.


En los paseos que tuve que hacer de mi casa a la Iglesia, de la Iglesia a mi casa, tuve la ocasión de contemplar a personas que de una manera u otra se movían por la calle.

Vi a un niño de menos de dos años, montado en su pequeño coche de ruedas de plástico, con volante incluido, pero sin pedales; para avanzar lo hacia con sus pequeños pies o empujado por los pies de su padre que movía el cochecito a empujones, la madre caminaba adelante.

Vi también a un anciano, sentado en una silla de ruedas, que era llevado por una persona más joven. El anciano dormitaba, el joven saludaba a los que pasaban a su vera. Dos palabras a cada uno, y seguía empujando caminando hacia adelante.

También pude contemplar a una mujer, ya entrada en años, que ayudada de su “taca-taca”, recorría las calles del barrio. A veces, se paraba, contemplaba la estantería de algún comercio, para luego seguir adelante en su carrera, a buen seguro, programada.

Y vi a otro señor que caminaba ayudado por su muletas de metal. Andaba a saltos, si apoyarse demasiado en los pies en el suelo. Siempre con la cabeza alta, como mirando el futuro de su camino. Para caminar se necesita, pues, ayuda, muletas, ruedas.

También en la vida y en la oración, hay que disponer de ayudas, de ruedas, de muletas, y así, poder caminar, seguir, llegar al destino.

“Los que comienzan, suelen necesitar de ayudas especiales, de algunos apoyos. San Josemaría las llamaba "muletas", porque sirven de puntos de referencia para comenzar el diálogo con el Señor: la consideración de un pasaje del Evangelio, de otros libros sagrados o de un texto litúrgico; la meditación atenta de las palabras de una oración vocal, como el padrenuestro o el avemaría; la lectura de un libro que proponga temas para la oración...

Con el tiempo se podrán dejar esas "muletas", aunque nunca conviene abandonarlas del todo. No es raro, en efecto, que se precisen de nuevo al cabo de los años, o de cuando en cuando. Entonces se utilizan como asidero para superar las dificultades que, antes o después, quizá se presenten: distracciones, aridez interior, preocupaciones que pugnan por salir a flote en esos momentos, cansancio físico o intelectual...”.

(Artículo de Mons. Javier Echevarría publicado en la revista Magnificat)


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http://www.youtube.com/watch?v=NYDHdPMSyDc

1 comentario:

Mercedes dijo...

Muy cierto lo de las muletas cuando se tiene algun problema de los pies o cosa por elestilo
Digo esto por estar yo recuperando de mis pies
Entonces esto me ha venido muy bien para meditar cuantos momentos de mi vida de piedad necesito ese recuerdo de muletas
Que bonito ejemplo para tenerle en cuenta en la vida
Su feligresa meme