miércoles, 7 de septiembre de 2011

DÍA 7 DE SEPTIEMBRE DE 2011


"LO QUE CUESTA VALE"

De un tiempo a esta parte, acostumbro a bajar a la calle por las escaleras. Vivo en un tercer piso, y la verdad que bajar cuarenta y cuatro banzos o escalones, no exige demasiado esfuerzo. Si además, como es mi caso, puedo sujetarme a la barandilla con la mano, la cosa se hace todavía más fácil.


Cosa distinta es subir estos tres pisos, estos cuarenta y cuatro escalones o banzos. Subir cuesta más, pero más vale, según aquello de que “lo que cuesta vale”. Po eso, procuro subir estos cuarenta y cuatro banzos o escalones, siempre que puedo, y más, desde que una doctora me aseguró que para el corazón era mejor subir que bajar escaleras.

Yo, para no liarme demasiado, he hecho un propósito, me he marcado una ley, propósito no escrito en ninguna parte pero que cumplo a rajatabla.

El compromiso es el siguiente: “siempre que llego al portal y el ascensor está abajo, es decir, marca cero, subo en el ascensor; y siempre que esto no ocurra, subo andando, por la escalera. Siempre, pues, que se cumplen las condiciones fijadas, subo andando, y en el ascensor, cuando no se cumplen.

A esto, tengo que decir, que como en las leyes humanas, también aquí se dan excepciones, por ejemplo: cuando me acompaña alguien, pues está feo dejarle solo o obligarle a subir por la escalera; cuando voy cargado de peso, y sería peor el remedio que la enfermedad, o cuando necesito ganar tiempo por alguna causa.

Este pequeño ejercicio diario, además de servir para mover un poco las piernas y el corazón, me ayuda a no tener que esperar que llegue el ascensor. Es muy latoso dar el botón con decisión y destreza y eternizarte esperando –ya se sabe que los minutos de espera el ascensor, se hacen eternos-, o cuando llega y se presenta lleno de gente o te encuentras dentro con el perro de turno, que además de asustarte, te incomoda.

Es verdad que utilizar el ascensor, tiene sus ventajas: hacer amistades, hablar del tiempo, enterarte de últimos sucesos, preguntar por alguien, felicitar cumpleaños, alegrarte con los que se alegran y dolerte con los que se duelen.

Pero también tiene sus pegas: miedo a quedarte encerrado en un lugar tan pequeño, ¡sólo pensarlo da angustia!, no saber que decir al que sube o baja contigo, escuchar tonterías, disgustarte por las “mil y una” pintadas o rayones.

Pero, dejémonos de filosofar y hagamos lo que mejor nos parezca: subir andando, bajar andando, bien; subir en el ascenso y bajar en el ascensor, bien. Yo de momento, pienso seguir cumpliendo, hasta que pueda, con lo prometido, pero como ya he dicho, con alguna excepción, pues "la excepción confirma la regla".


PINCHA AQUÍ
http://www.youtube.com/watch?v=UK1BfTAkrqc

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Bonito relato, créame que mientras lo he leído la sensación que he sentido es la de esperar el ascensor, ver como aparecía, dudar si lo cojo o no... encontrarme con un ser querido y decirme a mi misma "esta es la excepción" que marca la regla. Hoy tengo que coger el ascensor.
Buen ejercicio.

Mercedes dijo...

Muy interesante tema del arcensor
pero yo le comento que yo suelo frecuentar a una casa de mi familia y esta es el undecimo
Le puedo decir que el otro dia por confusion me toco subir y mi final al llegar mis palpitaciones me dieron
Cuando me toca en el de mi casa es mas facil pues yo tambien vivo en el tercero
aque no me cuesta nada
Gracias por su ayuda
su feligresa meme

Mercedes dijo...
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