DÍA 9 DE SEPTIEMBRE DE 2011

ESTUDIAR: NUEVA AVENTURA

Casi todos los días, al cruzar la plaza para dirigirme a la Iglesia, me tropiezo con el barrendero, que carro en ristre, recoge los papeles acurrucados junto a los bancos de madera o al lado de las farolas. Me cruzo también con el madrugador, que con su bolsa en la mano, se dirige a recoger el pan y el periódico. Y con la señora, que todavía sin despertar del todo, barre la portada de su casa. Y con el que abastace los pequeños comercios de verduras y frutas..., y con otras mcuhas gentes.


Pero ayer la calle volvió a ser distinta. Los colegiales se dirigían al Colegio, eran ellos los protagonistas de la calle. Han terminado las vacaciones, se han abierto las puertas de los Colegios y allá van todos con mejor o peor gana. Es el eterno retorno de las estaciones, de las costumbres, de las clases, de la vida, es la noria que no para.

Y volví a ver a madres con sus hijos pequeños cogidos de la mano; y a chicos medianos, que cargados con sus bolsas, todavía no del todo, canturreaban, mientras se dirigían a su lugar de estudios; y a chicos mayores, que serios y desconcertados, caminaban a la deriva, a no se sabe que mar de nuevas aventuras.

Y volví a ver a los abuelos, que con sus nietos, cogidos fuertemente de la mano, se iban abriendo paso entre los coches aparcados y los camiones del reparto, preocupados de que sus protegidos no se suelten de su mirada y puedan ser presa de algún conductor desprevenido.

Y volví a ver a algunos profesores, que con sus carpetas llenas de ilusión y de esperanza, caminaban al tajo que les espera más allá de la tranquilidad y sosiego de unas merecidas vacaciones.

No tuve la dicha de ver a ningún profesor o profesora llegados en estos últimos meses, a la edad del júbilo y ahora disfrutando de la tranquilidad del esfuerzo de toda una vida de trabajo. Para ellos y para ellas, mi más cordial enhorabuena. Y que disfruten del nuevo “puesto de trabajo”, sin saberse ya gastados o vencidos.

Por estas y otras cosas ayer la calle volvió a ser distinta. Mañana volverá a ser igual a hoy y a ayer, y de nuevo todo volverá a su cauce. Y llegará el otoño y las calles se llenarán de hojas caídas de los árboles; y llegarán los fríos del invierno y las grandes heladas y la nieve que matarán las flores; y nadie se acordará que un día de septiembre, las calles dejaron de dormir el sueño vacacional y volvieron a llenarse de niños, de jóvenes, de profesores, que comenzaban a construir su pequeñas aventuras, y otros, ayudar a conseguirlo.


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