martes, 11 de octubre de 2011

DÍA 11 DE OCTUBRE DE 2011


EL BIEN NO HACE RUIDO

En este tiempo otoñal, no es raro encontrarte, cuando caminas por los parques, desparramadas por el suelo, viejas cáscaras de castañas.


Cáscaras que van y vienen, unas veces movidas por el viento, y otras, las más, arrojadas a patadas por los transeúntes que pasan a su lado.

Si ayer me fijé, con más detención, en estas cáscaras de castañas, fue porque me hicieron recordar el viejo dicho: «El bien no hace ruido y el ruido no hace bien». Y el comentario que hacía un autor:

“La contraparte de no hacer ruido es si hacerlo. Eso seria lo primero que brinca de las noticias, el ruido. Entonces, “nuestro interior pierde sosiego, queda vibrando sin armonía frente a ciertos impactos. Y pensamos de momento que ese ruido es el todo. Nos impacta tanto que nos absorbe, nos capta, distrae nuestra atención.

Con el bien es al revés. Ese no hace ruido. Fácilmente, por lo mismo, no lo vemos. Nos pasa desapercibido. Sobre todo cuando su silencio compite con el ruido del mal. Leída la realidad desde esa perspectiva brotan entonces algunas consideraciones que entre sí se complementan.

Ese bien que sostiene todo normalmente no es algún acto extraordinario. Porque la vida de la inmensa mayoría de nosotros no pasa nunca por actos extraordinarios. Nuestra vida está hecha de la suma de muchos actos pequeños, ordinarios, grises, rutinarios, monótonos. La vida de la inmensa mayoría se da en pequeñas decisiones buenas, pequeños actos decentes, leves esfuerzos de coherencia, de autenticidad.

Esa es la pequeña corriente diaria de bien que cada uno de nosotros aporta a la gran corriente que no hace ruido pero que hace fuerte y fecunda la corriente total.

Por tanto, si esto es verdad, entonces cada uno de esos pequeños actos tiene en sí mismo una carga enorme de fecundidad. Es tal que sumado a los demás actos buenos, no solamente sostiene de pie la creación, sino que además la impulsa a su progreso, a su plenitud y ésta, lentamente pero con seguridad, camina a ser mejor, a realizar el ideal del Evangelio, a hacer posible la llegada del Reino.

Nuestras vidas, vividas en ese esfuerzo de conversión, de que sean evangélicas, tienen en sí una carga de fecundidad que las llena de sentido, que las hace nobles, magníficas aunque a nuestros ojos sean vidas «comunes y corrientes» vividas en un esfuerzo de ser bien vividas.

Dios no asocia a la salvación solamente a los grandes entre nosotros. Nos asocia a todos cada vez que hacemos lo justo, lo correcto, lo decente. No hay vida, por sencilla que aparezca a nuestros ojos, que no tenga esta dignidad, esta grandeza, todavía hoy escondida a nuestros ojos.


PINCHA AQUÍ
http://www.youtube.com/watch?v=DzQ1sEay6gs

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Pido a Dios me ayude a convertir todos los actos pequeños en grandes alabanzas a Dios.
Me ayudan mucho sus comentarios

mercedes dijo...

Un dia mas estoy con mi pajina mejor dicho con mi bloggr preferindo del dia
Mi ilusion es ver que cosa nos comenta hoy me doy cuenta que me tengo que centrar mas en esos actos de amor por los demas y alabar mas a Dios
amigo que me conoces cuando te animas a comentar algo
te espero
su feligresa meme