DÍA 14 DE OCTUBRE DE 2011
SENCILLOS DESPERTADORES
Todos los días, excepto domingos y festivos, varios camiones o camionetas de descarga, llegan a las puertas de un supermercado que hay debajo de mi ventana, a abastecer las estanterías que quedaron vacías el día anterior. “Si se quiere vender hay que reponer”.
Me admira la agilidad y destreza que manifiestan los que trabajan en estos menesteres. Generalmente son gente joven y experta. En algunos momentos, los he visto, con mala cara, incluso enfadados, pero lo normal es verlos alegres, contentos, satisfechos.
Además, suelen realizar este trabajo de descarga y de carga, con singular rapidez. Como si les faltara tiempo, deseando terminar en este lugar para dirigirse a otros puntos y repetir la misma faena y terminar con éxito el recorrido.
Casi siempre, cuando veo este ejercicio de carga y de descarga, me acuerdo de mis padres. Durante un tiempo largo, mis padres se dedicaron, además de a vender frutas, legumbres, quesos, hortalizas, a vender pucheros y cazuelas, botijas y botijos, platos y tazas, en una palabra: a vender “cacharros”.
Pues bien, también me acuerdo, cómo cada semana llegaba mi padre de Carrión de los Condes, con el carro cargado de “cacharros”, que había que descargar y meter a un lugar, que llamábamos las salas de “allá dentro”.
Este nombre le venía de que la casa de mis padres, estaba compuesta por dos zonas separadas por un patio: la de fuera a la calle, que era la zona compuesta por la cocina, dormitorios, servicios…, y la zona de dentro, que tenía diversos locales para múltiples usos.
A la zona de dentro, iban a parar los distintos cacharros que mi padre traía de Carrión de los Condes ¡Con que destreza los metíamos, padres e hijos! ¡Con que agilidad los trasladábamos, especialmente los jóvenes! Alguna vez se nos rompía alguno en el trabado, pero no pasaba nada, como solía decir mi padre: “Sólo Dios es eterno”.
Ayer, cuando escribía estas letras, dando un salto de gigante, pensaba en la necesidad que tenemos espiritualmente de abastecer nuestra alma, de alimentar nuestro espíritu cada día.
Admiro a las personas que cada jornada saben llenar su tiempo de concretas normas de piedad, de trabajo serio e intenso, de apostolado sereno y vibrante, y también, por que no, de algún descanso merecido.
Los carros de cacharros de ayer, los camiones y camionetas de servicio de hoy, son para mi, espero que para ti también, como despertadores de la necesidad de llenar cada día las estanterías de nuestra vida espiritual, de lo necesario para vivir felices.
PINCHAR AQUÍ
http://www.youtube.com/watch?v=HnDqv_pfYAI
SENCILLOS DESPERTADORES
Todos los días, excepto domingos y festivos, varios camiones o camionetas de descarga, llegan a las puertas de un supermercado que hay debajo de mi ventana, a abastecer las estanterías que quedaron vacías el día anterior. “Si se quiere vender hay que reponer”.
Me admira la agilidad y destreza que manifiestan los que trabajan en estos menesteres. Generalmente son gente joven y experta. En algunos momentos, los he visto, con mala cara, incluso enfadados, pero lo normal es verlos alegres, contentos, satisfechos.
Además, suelen realizar este trabajo de descarga y de carga, con singular rapidez. Como si les faltara tiempo, deseando terminar en este lugar para dirigirse a otros puntos y repetir la misma faena y terminar con éxito el recorrido.
Casi siempre, cuando veo este ejercicio de carga y de descarga, me acuerdo de mis padres. Durante un tiempo largo, mis padres se dedicaron, además de a vender frutas, legumbres, quesos, hortalizas, a vender pucheros y cazuelas, botijas y botijos, platos y tazas, en una palabra: a vender “cacharros”.
Pues bien, también me acuerdo, cómo cada semana llegaba mi padre de Carrión de los Condes, con el carro cargado de “cacharros”, que había que descargar y meter a un lugar, que llamábamos las salas de “allá dentro”.
Este nombre le venía de que la casa de mis padres, estaba compuesta por dos zonas separadas por un patio: la de fuera a la calle, que era la zona compuesta por la cocina, dormitorios, servicios…, y la zona de dentro, que tenía diversos locales para múltiples usos.
A la zona de dentro, iban a parar los distintos cacharros que mi padre traía de Carrión de los Condes ¡Con que destreza los metíamos, padres e hijos! ¡Con que agilidad los trasladábamos, especialmente los jóvenes! Alguna vez se nos rompía alguno en el trabado, pero no pasaba nada, como solía decir mi padre: “Sólo Dios es eterno”.
Ayer, cuando escribía estas letras, dando un salto de gigante, pensaba en la necesidad que tenemos espiritualmente de abastecer nuestra alma, de alimentar nuestro espíritu cada día.
Admiro a las personas que cada jornada saben llenar su tiempo de concretas normas de piedad, de trabajo serio e intenso, de apostolado sereno y vibrante, y también, por que no, de algún descanso merecido.
Los carros de cacharros de ayer, los camiones y camionetas de servicio de hoy, son para mi, espero que para ti también, como despertadores de la necesidad de llenar cada día las estanterías de nuestra vida espiritual, de lo necesario para vivir felices.
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http://www.youtube.com/watch?v=HnDqv_pfYAI
2 comentarios:
Enhorabuena por su destreza en combinar lo antiguo con lo actual y terminar sacando una enseñanza para crecer en virtudes.
Me ha gustado mucho, más me ha emocionado
Como me ha gustado este comentario
Que alegria he sentido leer lo de su padre que bonita enseñanza
Solo Dios es eterno
Pues segun leia lo de su padre me parecia como si fuese el mio
Que años tan bonitos aquellos y que alegria se sentia en las cosas tan sencillas y llenas de cariño de los padres
Cuando me suene mi despertador mañana me acordare de lo leido
Pero recordare Solo Dios es eterno
su feligresa meme
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