lunes, 3 de octubre de 2011

DÍA 3 DE OCTUBRE DE 2011


SABER ESCUCHAR

A poco que preguntes, la gente te cuenta sus penas y también sus alegrías. No es bueno enrocarse en uno mismo. No sirve sino para engordar la pena, si es que de penas se trata y de desvirtuar la alegría, si de alegrías va la cosa.


Me ocurrió ayer. Acababa de terminar la Misa de once y media. Después de recoger los cestillos y las vinajeras, me dirigí al pórtico de la Iglesia para charlar con algunos de los feligreses, que siguiendo una buena costumbre, se quedan un rato, conversando y contándose sus cosas.

Cuando llegué, estaban en el pórtico: un rumano acurrucado junto a la pared, un crío que corría por las escaleras y dos personas y nadie más. Bueno, sí, estaba allí también un feligrés conocido. Le había visto en la Misa. Al llegar junto a él,  enseguida empezó a contarme su situación familiar.

En pocas palabras, me trazó el panorama que viven en su casa: paz aparente e intranquilidad interna. Le dejé hablar, me daba cuenta que necesitaba desahogarse. Y me acordé de aquella sentencia que se le atribuye a Santa Teresa de Jesús: “Las almas necesitan un desaguadero“. Por eso, le dejé hablar, desahogarse.

Al final le dí un pequeño consejo. No sé si servirá para algo lo que le dije, lo que si sé es que aquel feligrés, se había abierto un poco, y había descansado contando sus penas, su situación familiar.

Ahora mientras escribo estas líneas me vienen a la cabeza unas palabras que escuché esta mañana por la radio, atribuidas a Benedicto XVI: “Los agnósticos están más cerca de Dios que quienes practican por rutina”. La sentencia me suena fuerte pero, si lo afirma el Papa...

Pues bien, una de las formas de salir de la rutina es abrirse a los demás, es dejarse dirigir por otra persona que en nombre de Dios nos puede orientar, guiar, darnos una sencilla pauta de comportamiento que nos ayude a salir del pozo de nuestro yo y de nuestro ensimismamiento, en definitiva de nuestra rutina.

A propósito de la frase del Papa que citaba más arriba, el que daba la noticia, le pedía a un profesor de Universidad, que le apuntase un par de cosas para que un católico pueda salir de la rutina. Y le ofertó estas dos perlas: primero, abrir el evangelio cada día y descubrir que Dios nos habla; y segundo: acudir todos lo días a la iglesia más cercana de casa y hablar con el Señor un rato.

Me parecieron dos iniciativas interesantes, que todos podemos hacer. Tu que lees este blog seguro que ya lo haces. Puedes como yo, hacerlo mejor. Y, sobre todo, puedes, como yo, enseñárselo a tus amigos, a tus conocidos, a algún miembro de tu familia.

Te animo a que hagas la experiencia: lee cada día el evangelio, al menos cinco minutos y habla con el Señor oculto en el sagrario, al menos un ratico, también todos los días.


PINCHAR AQUÍ
http://www.youtube.com/watch?v=Qh1yifrPv40

1 comentario:

Mercedes dijo...

Que emocionante relato pienso en ese Buen hobre y me digo
Cuanto bien podems hacer a esas personas Cuanta necitas del Amor de Dios
Le prometo que en canto termine de escribir esto voy a llamar a un amigo para que lea este bloggr
Pienso que le pueda ayudar
D Josemaria son unos comentarios tan humanos que me emociono cada dia mas
Que bonito y que real

Bueno yo tambien le puedo decir que esas buenas costumbres de tener la oracion delante Del Seños contarle mis cosas rezar el angelux oracion de la tarde una buena lectura espiritual el evangelio
En fin todo esto se puede cumplir cualquier cristiano de la calle que quiera sejir al Señor y soñar un dia podes ser Santo