DÍA 11 DE DICIEMBRE DE 2011

"UNA BUENA PÁGINA, ES COMO UN TESORO"

Hay páginas que son un tesoro. Hoy, por ayer, he encontrado, en la lectura espiritual diaria, una de esas páginas. Página que –aunque un poco larga-, quiero compartir con vosotros, mis lectores.

El pensamiento de que somos hijos de Dios nos debería, volver alegres y contentos. Y cada vez que rezamos el padrenuestro deberíamos experimentar la caricia de una aura protectora que se desliza por los pliegues de nuestra alma. (…)

Jesús nos trajo el alegre mensaje de que somos hijos de Dios, de que Dios es nuestro Padre. Pero los hombres estropean, por desgracia, la imagen del Padre, hasta convertirla muchas veces en un verdadero fantasma.

El proceso comienza ya en la niñez. Cierto es que los padres enseñan a rezar: «Padre nuestro.. .» Pero hacen que los niños en vez de amar a este Padre, le teman.

Cuando no están contentos de ellos lo pintan como castigador de los desobedientes. Dios pesa sobre la niñez como una montaña. Y seguirá pesando a través de la juventud y durante toda la vida, hasta que el alma lo vea en el cielo tal cual es, y no como padres desaprensivos le enseñaron.

¿Por qué no se habla mejor a los niños del Padre bondadoso que está en el cielo, que nos dispone la comida y la bebida, que hace brotar las flores, que creó los montes, los bosques, los arroyos, y los ríos y los mares, que hace salir el sol todos los días y manda las lluvias en tiempo oportuno; y todo ello para nuestro- disfrute y alegría?

El mundo entero está lleno de las maravillas creadas por Dios; todas las criaturas publican su alabanza. Su amor y bondad están escritos en el firmamento con signos luminosos, y nos salen al paso en cada instante. Hay muchos padres que no llegan a ver ni oír nada de todo esto. No saben decir a los hijos otra cosa que Dios les vigila estrechamente para que no cometan pecado.. Y que a los malos y desobedientes los persigue con duros castigos y, hasta los puede arrojar al infierno.

No hay que extrañarse de que los niños que no han oído más que estas cosas no puedan amar a Dios como Padre.  Más bien le temen. Y si reflexionaran, no les gustaría, ni se atreverían a rezar el padrenuestro. ¿Cómo va a amar a este Padre que están temiendo constantemente? No se busca a este Dios, no se está a gusto en su compañía; más bien se buscan rodeos para no tropezar nunca con Él.

Los buenos educadores no presentan a Dios ante la consideración de sus niños con estas o parecidas palabras: «Cuídate de Él, porqué lo ve todo, lo oye todo, lo castiga todo, no te podrás ocultar de El.» Y al leer en los ojos de los pequeños el vivo deseo de conocer a Dios, no les muestran un fantasma, o un policía, sino al Padre Celestial bondadoso, sabio, cuidadoso, omnipotente, que ha creado y conserva todo el mundo, pero que se preocupa también de cada uno de los hijos de los hombres como si él fuera el único en el mundo.

Entonces el niño gozará en su fe, la oración no le parecerá un tormento, sino una agradable conversación con el Padre que está en los cielos. Contemplará al mundo con ojos muy distintos. Y le parecerá como un hermoso huerto o jardín. Y cada fruto y cada flor, como dones que el amor de Dios nos regala”.

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