lunes, 12 de diciembre de 2011

DÍA 12 DE DICIEMBRE DE 2011

"Dios amaba a Comgall y 
Comgall a su vez amaba a Dios"


Un buen libro es como un buen amigo. Te acompaña, te enseña, te sigue, te anima. Por eso, debemos estimar muchos los buenos libros, como debemos estimar a los buenos amigos.

Ayer me tropecé, en uno de esos buenos libros, la siguiente anécdota, que a continuación transmito, 
recogida a su vez de otro libro“En un antiguo libro que procede, de la célebre abadía irlandesa de Bangor hallamos unas loas a los abades anteriores de este monasterio. 

En primer lugar es citado el abad Comgall. El poeta sabe muy poco de él. Sin embargo, lo que dice vale más que si hubiera escrito un grueso tomo para celebrar los hechos gloriosos del abad. Todo lo que sabe el autor sobre el primer abad de Bangor lo resume en dos versos.

Dios amaba a Comgall y 

Comgall a su vez amaba a Dios.


¿Puede decirse algo mejor y más hermoso de un hombre? ¿Podríamos resumir en una fórmula más gráfica la relación existente entre Dios y los santos? Si se pudiese resumir en estas frases todo el contenido de nuestra vida, ya era bastante.
Todo lo demás es accesorio. Que Dios nos ama, y que nosotros amamos a Dios: he ahí la esencia y contenido de toda vida cristiana.

De que Dios nos ama no podemos dudar. Tenemos su palabra y sus hechos que nos lo atestiguan. Cada latido de nuestro corazón nos está hablando de su amor inmenso. Lo que importa es que también sea verdadero el segundo verso. Una vida humana que no esté consagrada al amor de Dios, carece enteramente de sentido. No tiene profundidad ni altura.

Todo es superficial en ella. Son pasos fuera del camino. Nuestra vida tiene que ser un caminar hacia Dios. Él es la meta. Él impone la orientación; y el amor debe dar alas a nuestros pasos.
La gran meta está allí. Cómo preferimos llegar hasta ella, es asunto nuestro. Dios nos deja en libertad para elegir muchos caminos concretos. Pero no es potestativo amar o no aman a Dios; cumplir o no cumplir la voluntad de Dios. El sentido último y más profundo de nuestra vida consiste en consumirnos amando a Dios- y cumpliendo su voluntad. Jesús señala este deber al comienzo del padrenuestro. Tiene que ser la gran preocupación de toda nuestra vida.

Los hijos de Dios pertenecen a Dios. No quieren otra cosa que a Dios. Quieren apretar cada vez más fuerte la ligadura del amor, quieren hacer de la voluntad divina el último criterio y patrón para hacer o para dejar de hacer. Sus días están, transidos de pensamiento en las cosas de Dios. Y por encima de todos los deseos y exigencias ondea esta pregunta fundamental: ¿Qué quiere el Padre de mí, que soy su hijo?

Decimos con frecuencia que Dios nos ha creado para su gloria. Esto es cierto; Pero no en el sentido de que Dios necesite de nosotros para ser feliz. La felicidad y perfección de Dios no crecerán lo más mínimo aun cuando miríadas de millones de ángeles y hombres le alaben sin cesar y cumplan fidelísimos su voluntad. Pues Él es la plenitud infinita".

 
PINCHA AQUÍ
http://www.youtube.com/watch?v=Hu3XQ6fJnMs

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Que Dios me ama no tengo la menor duda, pero que yo le ame a El,la gran preocupación de toda mi vida, lo pongo en duda, qunque cada día al levantarme hago el propósito, pero cuántos prpósitos incumplidos... y cúanta falta de abandono en su Providencia.
Creo que acabo de hacer mi examen de la tarde.

mercedes dijo...

Que maravillas es leer este blog
Que lecion tan emocionante
me he dado cuenta del gran amor de Dios cuanto tenemos que aprender de Usted D Josemaria es tal y grande las leciones que nos da que no tengo palabras para espresarme
procurare meditar este blog para entender mejor de las maravillas de Dios
gracios una vez mas por su ayuda espiritual
Su feligresa Meme