viernes, 16 de agosto de 2013

SENCILLAS VIVENCIAS

SANTA MARÍA, 
ASUNTA A LOS CIELOS


Ayer, 15 de Agosto, celebramos la Solemnidad de la Asunción de la Virgen María. Día de fiesta en los Cielos y día de fiesta en la tierra. En los Cielos, cánticos angélicos y alabanzas beatificas. En la tierra, alegría y gozo, acompañados del caminar diario de los hombres.

Numerosos pueblos de España honraron a Santa María, la Virgen, bajo este singular título: “Asunta a los cielos”, Nuestra Señora de la Asunción.

Villasarracino, el pueblo que me vio nacer, tiene como Patrona y titular de la Parroquia a Nuestra Señora d la Asunción. Una hermosa imagen preside desde el retablo neoclásico, dorado en 1779, al pueblo que le honra y le venera.

“En esta solemnidad de la Asunción contemplamos a María: ella nos abre a la esperanza, a un futuro lleno de alegría y nos enseña el camino para alcanzarlo: acoger en la fe a su Hijo; no perder nunca la amistad con él, sino dejarnos iluminar y guiar por su Palabra; seguirlo cada día, incluso en los momentos en que sentimos que nuestras cruces resultan pesadas. María, el arca de la alianza que está en el santuario del cielo, nos indica con claridad luminosa que estamos en camino hacia nuestra verdadera Casa, la comunión de alegría y de paz con Dios”. Homilía de Benedicto XVI (2010)

Oración: “Señor, tu quiste que tu Madre te acompañara en cuerpo y alma al Cielo. Espero compartir con los dos y todos los santos, esa gloria después de mi paso por este mundo, siguiendo su ejemplo de amor, de pureza y fe”. Así sea.


PARA ESCUCHAR

jueves, 15 de agosto de 2013

SENCILLAS VIVENCIAS

DESDE BARRUELO CON ESPECIAL AGRADECIMIENTO

CILLAMAYOR 

Con el presente escrito, finalizo la serie que he dedicado al periodo de mi primer nombramiento, como Capellán de Minas de Barruelo de Santullán y Coadjutor de la Parroquia de Santo Tomás, Apóstol, de la misma población.

Fueron catorce meses, llenos de actividad sacerdotal y servicio pastoral intenso. Meses, sin duda ninguna, que han dejado en mí una huella positiva, un recuerdo inolvidable.

A vivir con intensidad aquellos meses, me ayudaron además de mi familia: padres y hermanos, feligreses asiduos a la parroquia, sacerdotes, seminaristas. 

De modo especial, me veo obligado a citar al Párroco de Barruelo, Don Manuel Palacios, del que tantas cosas buenas aprendí; de Moisés Relea, compañero de curso y Coadjutor, con quien compartí tiempo e ilusiones.

No puedo olvidarme de las Hermanas de la Caridad, de los Hermanos Maristas, de cuantos colaboraban de modo cercano con los apostolados de la Parroquia, de los buenos mineros con los que pasé tan buenos ratos.

Recuerdo con cariño a Don Fernando, Director de la Academia, al médico de la empresa, al practicante, a los maestros de Escuela, a los carteros, a los dueños del hotel Navamuel y a cuantos se rozaron conmigo, por diferentes cuestiones.

Y recuerdo de modo especial a los sacerdotes de los pueblos limítrofes a Barruelo: Don Andrés, venerable sacerdote de Porquera; Don Higinio, extraordinario propagador de la Virgen del Carmen, Don Teodoro Mayo, ejemplar párroco en Vallejo de Orbó, Don José Antonio Abad, sacerdote ordenado y culto y párroco de Cillamayor, y de todos los demás sacerdotes, cuyos nombres, por brevedad, me veo obligado a omitir. A todos muchas gracias.
        

miércoles, 14 de agosto de 2013

SENCILLAS VIVENCIAS


CHARLAS EN LA ESCUELA DE ARTES Y OFICIOS DE BARRUELO


Muy cerca de la Parroquia de Santo Tomás, Apóstol, se encontraba la “Escuela de Artes y Oficios de Barruelo”. Allí acudía gente joven para formarse en distintos oficios y poder así conseguir mejores puestos, y gente mayor a perfeccionar los conocimientos adquiridos.

Había turnos de día y turnos de noche. Los turnos de día era de gente joven. Los turnos de noche de gente mayor que después del trabajo acudía a formarse mejor en aspectos técnicos.

Además de los aspectos técnicos, se ofrecía también formación humana y religiosa, como suplemento a la formación meramente técnica. 

La formación religiosa de la mañana la impartía Don Mnauel Palacios, Párroco de Barruelo. Cada mañana acudía varias horas a explicar la asignatura de religión establecida en el plan de estudios. La formación de la tarde-noche corría a cargo de los coadjutores.

Me tocó dar unas clases de formación sobre temas importantes de nuestra fe. Acudí, el primer día, un tanto asustado, pensando que aquellos mineros me pondrían en apuros en algún momento.

Pero no fue el caso. Comencé presentando las cinco vías  de la existencia de Dios según Santo Tomás de Aquino. Primera vía: El movimiento como actuación del móvil: Segunda vía: Experiencia de un orden de causas eficientes: Tercera vía: La contingencia o limitación en el existir: Cuarta vía: Diversos grados de perfección en las cosas: Quinta vía: El gobierno de las cosas: 

Aquel día llegué contento a cenar, había comenzado a hablar delante de un número de personas necesitadas de formación cristiana y había salido airoso.

A la mañana siguiente, Don Manuel me preguntó por la charla de la noche anterior. Le dije que muy bien. Se sonrió y con voz suave y pausada, me dijo: Ya te dije que “no es tan fiero el león como le pintan”.

Sentencia del viejo párroco que se cumplió en los días sucesivos con total regularidad.




SENCILLAS VIVENCIAS

 La época anterior al descubrimiento 
de las minas

El 14 de Marzo de 1255 Alfonso X el Sabio otorga fuero a la villa de Aguilar de Campoo y a las aldeas, términos y lugares de su alfoz, entre los que se encontraba Barruelo. En las primeras noticias que se tienen de Barruelo, aparece como una aldea dependiente de la jurisdicción del Merino, de la villa de Aguilar.

Entre los años 1340-1352, se califica a Barruelo como lugar de BEHETRÍA (especie de señorío peculiar o república a la que se le permitía elegir su propio jefe). Eran señores por aquel entonces del Lugar Fernando Díaz Duque y Fernán García Duque. Y reinaba D. Pedro I de Castilla.
Molino en el Rubagón

martes, 13 de agosto de 2013

SENCILLAS VIVENCIAS


PROBLEMAS 
CON EL ORDENADOR


Hoy no he podido escribir mi página. Pido disculpas. Espero mañana estar en disposición de hacerlo. Muchas gracias.

PARA ESCUCHAR
https://www.youtube.com/watch?v=87OBXo_zw9E

lunes, 12 de agosto de 2013

SENCILLAS VIVENCIAS


CONFESIONES DE NIÑOS
EN BARRUELO DE SANTULLÁN
 
 

 Cada sacerdote tenía su confesonario. El que yo ocupaba estaba situado frente a la puerta lateral que era la que habitualmente se usaba. El otro al lado contario y uno más, al fondo de la Iglesia.

 Eran confesonarios  hechos de madera, al estilo de la época. Tenían una puerta delantera, por donde se confesaban sólo los hombres y rejillas a ambos lados, por donde se confesaban sólo las mujeres. Así estaba establecido.

 No eran cómodos los confesonarios aquellos. En los días de largas sesiones de confesión, los sacerdotes mayores terminaban con dolor de espalda y las rodillas encogidas. No así los jóvenes, no así.

Don Manuel, en este tema, como en tantos otros, nos dio buen ejemplo. Todos los días dedicaba algún tiempo a atender confesiones. Y todos los días, unos más otros menos, acudía gente a reconciliarse con Dios.

 Los coadjutores también teníamos nuestro tiempo de confesonario: cuando acudían a confesar los niños de los Hermanos Maristas o las niñas de las Hermanas de la Caridad.

¡Cómo no recordar aquellos estupendos ratos de confesonario en los que iban pasando, uno tras otro, todos los chicos y chicas de los Colegio y de las Escuelas!.

 Confiaba San Josemaría el día de San José de 1975 a socios de la Obra en Roma, lo siguiente:

"... Pasó el tiempo. Fui a buscar fortaleza en los barrios más pobres de Madrid. Horas y horas por todos los lados, todos los días, a pie de una parte a otra, entre pobres vergonzantes y pobres miserables, que no tenían nada de nada; entre niños con los mocos en la boca, sucios, pero niños, que quiere decir almas agradables a Dios.

;Qué indignación siente mi alma de sacerdote, cuando dicen ahora que los niños no deben confesarse mientras son pequeños! ;No es verdad! Tienen que hacer su confesión personal, auricular y secreta, como los demás. ;Y qué bien, qué alegría!

Fueron muchas horas en aquella labor, pero siento que no hayan sido más. Y en los hospitales, y en las casas donde había enfermos, si se pueden llamar casas a aquellos tugurios... Eran gente desamparada y enferma; algunos, con una enfermedad que entonces era incurable, la tuberculosis”.

domingo, 11 de agosto de 2013

SENCILLAS VIVENCIAS

EJERCICIOS ESPIRITUALES  
PARA NIÑOS



De Don Manuel Palacios, Párroco de Barruelo de Santullán, aprendí, como vengo escribiendo en estos recuerdos, muchas cosas de la vida pastoral de la parroquia. 

Con la paciencia y sabiduría, propias de un sacerdote con muchos años y mucha experiencia a sus espaldas , nos fue enseñando a servir a los feligreses, mayores y pequeños.

Hoy quiero recordar un encargo que me encomendó en la Cuaresma. “Se trata –me dijo- que des unos ejercicios espirituales a un grupo de niños de la escuela. Siguiendo este esquema: una meditación por la mañana y otra por la tarde”.

Me pareció genial. En el Seminario había dedicado mucho de mi tiempo libre, a aprender a tratar a los niños en la Catequesis. Era esta, una feliz oportunidad de demostrarme a mí mismo y, a la vez, al propio Párroco, que lo que había aprendido en el Seminario servía para algo.

Estos ejercicios espirituales duraron tres días. Dos para exponer algunas verdades de la fe cristiana y su aplicación en la vida, y un día más dedicado a confesar, previa preparación.

El primer día hablé de Dios creador, de Dios Redentor y de Dios Santificador, de la oración, el trabajo. El segundo, hablé de la Iglesia, de la Misa, de los Sacramentos y de la Virgen María.

Entre otras anécdotas conté la "del sabio y el barquero", que se resume en estos versos:  "La ciencia más acabada // es que el hombre en gracia acabe, // pues al fin de la jornada, // aquél que se salva, sabe, // y el que no, no sabe nada".

Aquellos ejercicios fueron todo un éxito.


sábado, 10 de agosto de 2013

SENCILLAS VIVENCIAS

LA LÁMPARA DEL SANTÍSIMO 
Y MI PRIMERA SOTANA


Ante el sagrario en el que está reservada la santísima Eucaristía ha de lucir constantemente una lámpara especial, con la que se indique y honre la presencia de Cristo”. (Canon 940)

Actualmente no se exige que sea de aceite o cera; puede ser incluso eléctrica, pero no común, sino peculiar, de forma que destaque de las lámparas de uso convencional, para poder cumplir aquel doble fin aludido: indicar y honrar  la presencia de Cristo.

Mientras fui coadjutor de la Parroquia de Santo Tomás, Apóstol, de Barruelo de Santullán, curso 1963/64, tuve como encargo cuidar de que no le faltara nunca aceite a la lámpara del Santísimo.

Estaba situada lámpara del Santísimo al lado derecho del presbiterio, colocada en un aplique de viejo metal. Se podía sacar el vaso fácilmente. No precisaba de escalera o de taburete alguno.

Una mañana, terminada la Misa en la Capilla de las Hermanas de la Caridad, me dirigí a la Iglesia parroquial. Abrí la puerta, entré en el templo, miré al Sagrario y después, a la lámpara para comprobar su situación.

La lámpara estaba apagada. Con la mayor celeridad que pude me acerqué. Al coger el vaso y tratar de sacarlo, el vaso se partió en dos y el aceite que tenía se derramó sobre mi sotana. ¡Qué gran disgusto!

Jamás olvidaré aquella mañana fatídica en la que cumpliendo con un hermoso encargo, cuidar de la lámpara del Santísimo, eché a perder  mi primera sotana.


viernes, 9 de agosto de 2013

SENCILLAS VIVENCIAS

MINEROS, VINO BLANCO Y ACEITUNAS


Tan pronto como recibí el nombramiento de Capellán de Minas de Barruelo de Santullán, mi padre, hombre sensato y prudente, me advirtió, cosa que siempre tuve en cuenta, que tuviera cuidado en el trato con los mineros.

Durante la Guerra Civil Española y antes también, en Barruelo de Santullán había existido, entre los mineros, un ambiente anticlerical muy marcado.

Mi sorpresa fue grande, cuando el primer domingo, terminada la Misa Mayor, a la puerta de la Iglesia, un grupo de mineros me esperaban para que les acompañase a “tomar unos blancos”. Les acompañé, acordándome del consejo de mi padre. 

Entramos en el primer bar que encontramos. Uno de los mineros, hizo señas al camarero para que nos sierva una ronda de blancos y unas aceitunas que colocó en un plato.

Mientras tomábamos el blanco, que entraba divinamente, hablamos y hablamos. O por mejor decir, hablaban y hablaban... Yo escuchaba, a unos y a otros, procurando quedar bien con todos.

De pronto, el camarero a la señal de uno de los presentes, nos sirvió otra ronda de blancos y más aceitunas. Hablamos, hablamos…; y llegó la tercera ronda y un nuevo plato de aceitunas.

La primera impresión sobre los mineros de Barruelo, había sido muy buena. Los viejos recelos, podía con toda seguridad, dejarlos de lado. Y eso es lo que hice.


jueves, 8 de agosto de 2013

SENCILLAS VIVENCIAS

PREGUNTAS RETÓRICAS


"Cuando preguntamos algo a alguien, lo que solemos hacer es interpelar a la persona en cuestión con el objetivo de que nos brinde una respuesta con la información que buscamos. De esta manera, podemos preguntar dónde queda una dirección o qué hora es, por citar dos preguntas frecuentes.

Hay preguntas, sin embargo, que se realizan sin esperar una respuesta. Se trata de las denominadas preguntas retóricas, que incluso pueden no contar con un destinatario específico.

Estas interrogaciones pueden considerarse como una figura literaria o un recurso expresivo. A diferencia del resto de las preguntas, que apuntan a obtener un dato del interlocutor, las preguntas retóricas intentan que el oyente reflexione sobre un asunto o que adopte un cambio en su conducta".

He aquí algunas preguntas retóricas

¿Alguien duda de mi buena memoria? ¿Alguien piensa que mis recuerdos son “puro presente”? ¿Alguien cree que lo sucedido hace cincuenta años es fabricación actual? ¿Alguien supone que la memoria es algo inexistente?

A estas preguntas retóricas, van dirigidas estas afirmaciones:

Primero: Por gracia de Dios puedo presumir de tener, hasta el momento, buena memoria. Como muestra de ello sirvan los últimos escritos aparecidos en este blog: sencillas vivencias.

Segundo: Los recuerdos, en efecto, algo tienen de presente, pero no “puro presente”. Son relatos elaborados con el aire y el sol actuales, pero enraizados fuertemente en el pasado.

Tercero: ¿Se pueden adornar los hechos y los dichos del pasado, pero no fabricarlos sólo con mimbres del presente. En toda narración hay una mezcla de hecho vivido y de acción recreada; de frito y de refrito.

Cuarto: La memoria existe. Hay que ejercitarla, recrearla, revivirla. Sólo así mantendremos viva la atención presente y nos libraremos de males futuros.


miércoles, 7 de agosto de 2013

SENCILLAS VIVENCIAS

CINE EN LOS MARISTAS,
EN LAS TARDES DEL DOMINGO


Las tardes de los domingos, para los sacerdotes de Barruelo de Santullán, eran bastante llevaderas. Eran tardes que podíamos dedicar a pasear, visitar familiares, amigos, o simplemente, leer, escuchar música. En cualquier caso, eran tardes de descanso , de amistad, de ocio bien entendido.

Además de todo lo dicho, los sacerdotes de Barruelo, teníamos otra nueva forma de pasar parte de la tarde: dedicar un par de horas a lo que se vino en llamar y se llama, “el séptimo arte”, es decir a ver cine.

Los Hermanos Maristas, que impartían prestigiosa enseñanza durante la semana y durante la mañana del domingo dedicaban varias horas con los alumnos al deporte, por las tardes, para entretener a sus chicos y ampliar su cultura, programaban dos sesiones de cine: una para los chicos más pequeños y otra para los chicos mayores.

A la segunda sesión, también nos invitaban a los sacerdotes. No sólo a los sacerdotes sino a nuestras familias. ¡Cuántas veces acudí acompañado de mis hermanas y de mis padres, al cine de los Maristas!.

La televisión por aquellos años intentaba entrar en los hogares. Por eso, ver cine entonces, era una novedad, una diversión, casi un juego. Quizás por eso, comencé a apuntar los títulos de las películas que íbamos viendo.

Seguro que por ahí descansa, metido en alguna vieja carpeta, una "libreta" con los títulos de las películas vistas en el Cine de los Maristas de Barruelo! 

Ahora, al pasar los años, sólo recuerdo con nostalgia "el embrujo" de aquellas tardes y la amistad reinante entre todos.

martes, 6 de agosto de 2013

SENCILLAS VIVENCIAS

CON FRÍO EN LA CARA 
Y EN LAS MANOS


Era costumbre en la parroquia de Santo Tomás, Apóstol, de Barruelo de Santullán, como en otras parroquias de la diócesis, acudir al cementerio, el día de todos los fieles difuntos, a rezar por las almas de los que allí habían sido enterrados.

Esta misión sacerdotal, ya nos lo había advertido Don Manuel con antelación, correspondía a los coadjutores. Por dos razones, una, porque para llegar al cementerio había que subir una empinada cuesta, y la otra, porque había que estar de pie durante mucho tiempo.

El día de difuntos, después de celebradas las Misas, los dos coadjutores, Moisés y yo, con la bendición del Párroco, subimos al cementerio a rezar por los difuntos. Hacía frío aquella mañana. Para protegernos, llevábamos buen calzado e íbamos bien abrigados.

Una vez en el cementerio comenzaban los rezos. Se hacían del modo siguiente: Cada familia invitaba al sacerdote a que se acercara a la sepultura donde descansaban sus familiares. Y allí, con piedad y fervor, el sacerdote rezaba el responso con los fieles; al final, éstos depositaban su limosna en el bonete que el sacerdote tenía en su mano. A cada limosna depositada, correspondía un nuevo responso.

Terminada las oraciones con la primera familia, te invitaba otra familia con la que se hacía lo mismo. Y luego otra, y otra, y así hasta que no quedaban más. Entonces, se rezaba una responso por todos los difuntos en general y terminaba el servicio religioso.

Como nos había advertido Don Manuel, este ejercicio piadoso exigía horas. Horas que había que estar de pie, con frío en la cara y en las manos. Sólo personas jóvenes, como éramos nosotros, podían resistir aquella prueba.

Hoy después de muchos años, pensando en aquel cementerio y en aquellos difuntos, rezo: “Que sus almas y las almas de todos los fieles difuntos, por la misericordia de Dios descansen en paz!  Amén.


lunes, 5 de agosto de 2013

SENCILLAS VIVENCIAS

AÑORADOS ENCUENTROS SACERDOTALES


Una vez al mes nos reuníamos, durante unas horas, en Barruelo de Santullán, los sacerdotes del Arciprestazgo. A media mañana, llegaban, en distintos medios de locomoción, los curas de Porquera de Santullán, del Santuario del Carmen, de Vallejo de Orbó, de Cillamayor y Matabuena, de Villavega y de Néstar. Con los tres que residiámos en Barruelo, formábamos un importante grupo.

Eran aquellos encuentros para mí, encuentros esperados con especial interés y alegría. Ahora las recuerdo con cierta nostalgia y una pizca de añoranza, quizás porque tengo la seguridad que al revés que “las obscuras golondrinas” “aquellos encuentros jamás volverán”.

Estaban programados en tres partes diferenciadas, pero complementarias. Una parte, dedicada a la oración y meditación, que hacíamos en la Parroquia; otra de estudio que solíamos tener en la casa parroquial, y la tercera, reservada para el almuerzo, que hacíamos en el Colegio de los Hermanos Maristas o en el Hotel Navamuel.

Todo me parecía importante, lleno de valor. Pero quiero recordar de modo especial el aspecto formativo. Consistía éste, en presentar un tema doctrinal de interés y la resolución de algún caso de moral.

Sobrealían en estas reuniones, además de Don Manuel que era el Arcipreste, los sacerdotes de Vallejo de Orbó y de Cillamayor, Teodoro Mayo y José Antonio Abad, respectivamente. Los dos, después me enteré, pertenecían a la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz, Opus Dei.

Muy pronto advertí que estos sacerdotes destacaban en virtudes humanas y sobrenaturales. Virtudes que se advertían a la hora de presentar los temas doctrinales y a la hora de dar respuesta a los diferentes interrogantes de los casos presentados.

Muy pronto comencé a tratar personalmente con uno de ellos. Trato personal que me ayudó, no sólo a mantener el plan de vida que traía del Seminario, sino a reforzarle y consolidarle. Pero esto es otra historia.


domingo, 4 de agosto de 2013

SENCILLAS VIVENCIAS


EL MERCADILLO Y LA CESTA 


Todos los sábados del año, en aquello tiempos,  como ahora, se celebraba un mercadillo generalista en Barruelo de Santullán. Su ubicación era la Plaza España. Allí llegaban vendedores de distintos puntos de la provincia de Palencia y de otras provincias.

Esperábamos ese día con gran ilusión. Y no es porque nos interesase comprar los productos allí ofrecidos  o porque nos agradase contemplar los puestos de mercancías allí instalados. No. La razón era otra, más sencilla y familiar.

Me explicaré: A este mercadillo generalista, entre los vendedores que acudían, estaban unos primos nuestros procedentes de Villasarracino, que cuidadosamente montaban su puesto de ventas de legumbres y otros alimentos de uso común.

Pues bien. Cuando llegaban al mercado mis primos, poco después allí estábamos nosotros para saludarlos y para recoger una cesta que mis padres les habían dado la tarde anterior para que nos la entregaran a nosotros.

En la cesta venían diferentes cosas: desde alubias blancas, hasta ciruelas claudias, desde queso de oveja, a chorizo picante. Y lo que no faltaban nunca eran docenas de huevos frescos. Era el aguinaldo que casi todos os sábados nos mandaban nuetros padres.

Y con naturalidad, allí, en el mercadillo, mientras la gente observaba y compraba, nosotros recogíamos la cesta que cuidadosamente, la llevábamos a casa para que una vez vaciada, devolverla al punto de origen.

Mercadillo y cesta: dos palabras inolvidables.


sábado, 3 de agosto de 2013

SENCILLAS VIVENCIAS

CLASES 
DE LATÍN Y DE LITERATURA




Además de las tareas propiamente sacerdotales que Don Manuel nos había ido confiando a los coadjutores desde los primeros días de nuestra llegada a la Parroquia, nos proporcionó también otras actividades, no exclusivamente  unidas al oficio sacerdotal pero servían para abrir nuevos campos de apostolado.

A mi concretamente me habló de la posibilidad de dar clases de latín y literatura en una Academia particular de Barruelo. Con total libertad podía aceptar  la propuesta o no aceptarla. Dije que sí.

Así que un buen día, después de desayunar, me dirigí a la Academia en cuestión. Estaba esta Academia en el Barrio de San Pedro, al otro lado del río. Se trataba de un pequeño edifico, con varias clases.

El Director se llamaba Fernando. Un profesor joven, activo, con iniciativas que se había abierto camino de esta manera en una profesión que le gustaba.

Legué a la hora prevista. Alli estaba Don Fernando esperándome. Nos presentamos, hablamos del asunto y llegamos a la siguiente conclusión:  daría clase de latín y de literatura en su Academia. Me señaló los días y las horas y las clases. Después, seguimos hablando de otras cosas durante un buen rato.

Esta actividad, me sirvió para repasar los conocimiento del latín y de literatura estudiados en el Seminario. Eran dos asignaturas que siempre me habían gustado.

Aprendí enseñando y enseñé aprendiendo. Los resultados fueron satisfactorios. Varios alumnos pudieron formarse mejor y abrirse camino en la vida.


PARA ESCUCHAR

viernes, 2 de agosto de 2013

SENCILLAS VIVENCIAS

FINOS GOLPES 
AL CRISTAL DE LA VENTANA


Desde que llegué a Barruelo de Santullán, todos los días, tuve la dicha de celebrar la Santa Misa en la Capilla de las Hermanas de la Caridad. Era una de mis obligaciones.

La Capilla de las Hermanas era pequeña. En el retablo estaba colocada una hermosa imagen de Nuestra Señora de la Milagrosa. El color azul predominaba en el conjunto.

En la sacristía guardaban las ropas litúrgicas y servía para revestirse el sacerdote. Lo tenían todo muy ordenado, limpio. Se notaba, que además de ser religiosas, eran diligentes, cuidadosas con las cosas del Señor.

La hora de comenzar la Santa Misa era temprana. No recuerdo bien, si a las seis y media o a las siete de la mañana. De todas formas, durante buena parte del año, las calles estaban solitarias.

Solía ser puntual. Para eso, había que levantarse, al menos, media hora antes. Un despertador me ayudaba en esta tarea. Cuando fallaba el reloj o estaba más cansado, seguía felizmente durmiendo.

Más al rato, finos golpes dados en el cristal de la ventana me llamaban al orden. Me preparaba con rapidez y bajaba corriendo a la Capilla de las Hermanas. Allí estaban ellas, rezando, reparando. 

Estos días, no fueron muchos, la luz de los rayos de la Virgen Milagrosa, se me antojaban más claros y luminosos y me ayudaban a decir: "Oh María, sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos".

jueves, 1 de agosto de 2013

SENCILLAS VIVENCIAS

OCURRIÓ 
EN MI PRIMER BAUTIZO


Mi primer bautizo en la Parroquia de Santo Tomas de Barruelo, tuvo un punto de novatada. Lo recuerdo perfectamente. Un mal entendido, con su pizca de gracia.

Por entonces, todavía no se había establecido la práctica de tener catequesis con los padres y padrinos, para explicarles en ella, la naturaleza del Sacramento y señalarles las principales ceremonias del acto bautismal.

Los preparativos que se realizaban, corrían a cargo del Párroco. En ellos, se fijaban el día del bautizo, la hora concreta, el nombre a imponer a la criatura y algunas otras cosas más .

Llegó el día de administrar el Bautismo. Era un domingo, después de la Misa mayor. Allí estaban los padres, padrinos, abuelos, familiares, y el que iba a ser bautizado.

Comencé la ceremonia. Al llegar el momento del Bautismo, con solemnidad, dije: “Rosamari, yo te bautizo…No pude seguir. Uno de los abuelos, andaluz por cierto, intervino: “Señor cura, que es un niño y se va a llamar  Oscar”.
Como de sabios es rectificar, rectifiqué y dije: “Oscar, yo te bautizo, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”.

Hubo unas pequeñas risas. La causa del desaguisado: la media lengua del padre de la criatura que al dar el nombre lo hizo de tal modo que me confundió Y en vez de Oscar , entendí: Rosamari.

Desde entonces, puse más cuidado.


PARA ESCUCHAR