sábado, 8 de febrero de 2014

SENCILLAS VIVENCIAS

TROZOS DE VALLAS MACHACADOS


Un día más he paseado por el tramo que bordea la variante que circunda las cocheras de las Villavesas. Es un lugar llano, de buen firme, de cemento liso, tranquilo. Se pasea, por tanto, sin preocuparse de tropezar en las piedras del camino.

Pues bien, entre la carretera y el paseo aludido, existe una valla de fuerte alambre, color verde. Está sujeta la valla en pequeños postes de hierro, también verdes, colocados cada dos metros. Todo esto hace que la valla en general se encuentre en perfectas condiciones. Pero existen tramos que están doblados, deshechos, machacados.

Cada vez  que los veo me pregunto cual habrá sido la causa de estos desperfectos. Y me digo: el viento no parece produzca estos desajustes; animales tampoco. ¿ A qué se puede deber?

Será cuestión de preguntar, me digo. Y eso hago. Me cruzo con un señor, de mediana edad, le saludo amablemente y le pregunto: ¿Sabe usted cuál es la causa de que estas vallas estén machacadas en algunos tramos?

Y enseguida, me dijo: “Los jóvenes, cuando salen de la sala de fiesta, que está allí (señaló con el dedo el lugar) y vuelven a sus casas, cuando pasan por aquí aporrean con palos las vallas y las destrozan. Ahora, eso sí, cuando lleguen a sus casas, allí no harán ningún daño”.

Me quedé satisfecho con la explicación, aunque para más seguridad, seguiré indagándolo en días sucesivos. Si recibo otras explicaciones, las colgaré aquí.


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viernes, 7 de febrero de 2014

SENCILLAS VIVENCIAS

¿ES LO MISMO OÍR QUE ESCUCHAR?


No es lo mismo oír que escuchar. Oír es percibir los sonidos por medio del oído, escuchar, es aplicar el oído para oír algo. Esta pequeña diferencia la he observado claramente esta mañana, cuando hacía mi paseo cotidiano.

Caminaba por un hermoso paseo, ubicado junto a la variante de los túneles de Ezcaba. Un campo de barbecho a mi izquierda. Junto al barbecho, un seco maizal, movido por el viento. Un poco más al fondo, naves industriales.

A mi derecha, la variante. Al fondo, los túneles de Ezcaba y un amplio aparcamiento de Autobuses Urbanos. Cerrándolo todo, el Monte Ezcaba, pardo  y verdoso y algunas verdes retamas.

Y por la variante, coches y más coches, que se dirigen a sus respectivas metas. Durante bastante tiempo, oí y oí el runrún de los motores y el frotamiento de las ruedas por el firme de la carretera.

Monotonía. Siempre igual. Ruido, más ruido, primero lejos, luego, cercano, al fin, lejos; y de nuevo, nuevos ruidos que llegan, que pasan y se pierden.

Pero llegó un momento, en el que no sólo oía, es decir percibía los sonidos y ruidos por medio del oído, sino que me puse a escuchar, es decir, apliqué el oído para oír aquella orquesta de automóviles y camiones.

Fue entonces, cuando me dí cuenta perfectamente que una cosa es oír un concierto y otra cosa es escuchar un concierto. Una cosa es oír pasar coches a tu lado y otra cosa es escuchar coches que pasan junto a ti. Una cosa es oír un consejo, y otra cosa, muy distinta, es escuchar un consejo.


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jueves, 6 de febrero de 2014

SENCILLAS VIVENCIAS

EL DEBER DE PASEAR


Sé que tengo que pasear todos los días. Así me lo recomiendan, de vez en cuando, los médicos y me lo recuerdan, constantemente, los que están cerca de mí. Pero esto no quita, que a veces, el tener que pasear cueste algo y a veces mucho.

Cuesta pasear, quizás más al principio, cuando después de un periodo de tiempo, más o menos largo, se ha dejado de hacer ejercicio. Después, cuando se le va cogiendo “cierto gusto”, pasear cuesta menos.

A todo esto, hay que añadir, que si el tiempo no acompaña, por frío, lluvia, viento, calor, disculparse de cumplir esta “sana medicina” que es el pasear, cueste todavía más.

Esto más o menos es lo que me ha pasado hoy. Me costaba salir a pasear, el viento que soplaba fuerte, me ayudaba a resistirme. Y si, además, las nubes se paseaban por encima de nuestras cabezas, amenazando lluvia, todo ello no eran más que rémoras al cumplimiento de un deber.

Pero esta vez, ojalá cunda, vencí las dificultades, las internas y las externas, todas; y me tiré al ruedo, es decir salí decidido a pasear. Y tuve suerte, las nueves dejaron ver el sol a ratos, el viento se fue amainando en cierta medida, por lo que el deseo de pasear fue creciendo.

Una hora estuve dándole que te pego a los pies. Saludé a viejos amigos, hablé con otros menos conocidos, encomendé a todos y cumplí con  la tarea felizmente. Una hora de paseo: el cuerpo más cansado, los pelos de la cabeza revueltos, pero al final, la satisfacción del deber cumplido.


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miércoles, 5 de febrero de 2014

SENCILLAS VIVENCIAS

A COCHE VIEJO, 
AVERÍAS POR DOQUIER


Una vez más tuve que acudir al taller. Ahora era la radio que no encendía. Aproveché que no tenía que celebrar la Misa de las diez y, ni corto ni perezoso, saqué el coche del garaje donde pasa las noches y lo llevé al taller.

Le expliqué al técnico, en pocas palabras, el asunto que me traía por allí. Me dijo que volviera a la media hora o un poco más; que enseguida lo iba a arreglar.

Tardé una hora. Cuando llegué le pregunté al técnico; en dos palabras me explicó la avería. Se trataba de lo siguiente: se había fundido un fusible.

Me entregó la llave del coche. Le pregunté cuanto era el importe del arreglo. Me dijo que nada, que era un regalo de la casa. Le di las gracias y me dirigí hasta el coche.

No lo abrí. Sólo advertí el lugar dónde estaba. Iría más tarde a comprobar el arreglo. Cuando estoy escribiendo esto, todavía no he ido. Lo haré de inmediato.

Mañana, si procede os contaré el resultado. De momento a esperar. A espera y que no salga otra gotera por algún lado. Porque ya se sabe: “a perro flaco todas son pulgas” o lo que es lo mismo: “a coche viejo averías por doquier”.


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martes, 4 de febrero de 2014

SENCILLAS VIVENCIAS

ES BUENO HACER AMIGOS


"No saludes a quien no conoces". Hoy me salté a la torera esta regla. Y saludé a un señor que curioso contemplaba el desbroce de un terreno para más tarde poder allí edificar. Y más tarde a otro.

Al primero le di los buenos días. Luego  le pregunté si sabía el motivo de aquel trabajo. Me dijo que estaban preparando el terreno para construir un nuevo Mercadona.

Seguimos hablando. Al final de la conversación éramos un poco amigos. Cuando nos veamos de nuevo, seguro que recordaremos nuestra vieja amistad. El señor me cayó muy simpático.

Seguí andando. La mañana estaña fría pero un sol claro suavizaba el ambiente. Mientras paseaba, iba pensando y musitando algunas jaculatorias. El ruido de los coches y de los camiones arropaban la intimidad personal.

A la vuelta, casi en el mismo sitio, encontré a otro señor que contemplaba entusiasmado el trabajo de una pala excavadora. Me paré a su lado. Le pregunté que si le divertía ver aquella pala, me dijo que sí. Y también me confirmó que allí iban  levantar un nuevo Mercadona.

Me despedí y seguí caminando hacia mi casa. Llegué feliz porque, al menos en la intención, había hecho un par de amigos aquella mañana  y me había enterado de algo que hasta entonces no sabía y que más tarde podría comunicar  a otros.


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lunes, 3 de febrero de 2014

SENCILLAS VIVENCIAS

INFORMACIÓN POR LA CALLE


Hoy he subido andando al Centro de la Ciudad, es decir al Centro de Pamplona. Como todos los lunes, me he reunido con un buen grupo de sacerdotes, para recibir formación doctrinal, para mantener amistad sacerdotal y para compartir mesa y mantel.

Y después de la comida, una entretenida tertulia, donde se cuentan cosas apostólicas, asuntos familiares, quehaceres personales. De todo un poco en una extraordinaria fraternidad.

Antes de llegar a la casa donde solemos tener las reuniones, me ocurrió lo siguiente: había subido andando de Orvina, al llegar a la Plaza de toros, giré a la derecha y enfilé en línea recta la Calle de Carlos III, cara al Monumento de los Caídos.

Pues bien, antes de llegar a la Plaza del Gobierno de Navarra, me paró una chica para explicarme un proyecto de ayuda a gente necesitada. La escuché con atención hasta el final. Le prometí que haría propaganda del proyecto y le agradecí la información.

A penas había pasado el semáforo de la Plaza del Gobierno, me paró otra mujer, ésta un poco mayor, para explicarme otro proyecto. A ésta, le hice menos caso. Pero también le agradecí la información ofrecida.

Había llegado al número 51. A la puerta me esperaba un buen amigo. Nos saludamos. Juntos subimos al Piso. Luego, vino lo que arriba he indicado. Así, todas las semanas. ¡Que maravilla!

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domingo, 2 de febrero de 2014

SENCILLAS VIVENCIAS

DIOS ES NUESTRO PADRE, TODOS SOMOS HERMANOS


Ayer me quedé sin batería y con el volante fuera de servicio. Lo intentamos arreglar, pero no fue posible. Esta mañana, lo hemos intentado de un nuevo. Pero nada. Así que desistimos. El  motor sí que arrancaba, pero el volante seguía bloqueado. Habrá que esperar al lunes.

Para subir al barrio de San Juan, tomé el autobús número siete. Es un recorrido largo pero no hay que hacer ningún transbordo. Quizás por eso, resulta más cómodo.

Durante el trayecto, que viene a durar casi media hora, me encontré con muchas personas. ¡Curioso! No conocía a ninguna. Gente mayor, personas más jóvenes, algunos adolescentes, también niños. Pues bien, todos desconocidos.

Ante esta realidad, me fui haciendo distintas preguntas:  ¿Merece la pena vivir entre tanta gente y no conocer a nadie? ¿No es más bonito, relacionarse con pocas personas, pero conocerlas a todas? ¿Qué es mejor, vivir en la ciudad o vivir en un pueblo?

Así iba reflexionando y no acababa de explicar los porqués arriba enunciados. Hasta que al pasar junto a una Iglesia, hice, como suelo hacer con frecuencia, una comunión espiritual. Y fue entonces, cuando se me iluminó la mente y encontré solución a mis preguntas.

La solución fue esta: Todos somos hijos de Dios y por lo tanto hermanos. Es decir, si yo conozco al Padre de todos, de alguna manera conozco a todos. Y fue en ese momento, cuando comencé a rezar por todos y por cada uno de los que me había tropezado en el camino.


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sábado, 1 de febrero de 2014

SENCILLAS VIVENCIAS

COMENZAR DE NUEVO


Y otro día es hoy. Y  otro mes, pues hoy iniciamos el mes de febrero. Y además, también hoy, después de una larga temporada, he comenzado a pasear, a moverme. Una hora he estado paseando esta mañana, mañana lluviosa de invierno, pero muy agradable. No sé cuál era la temperatura, pero hacía bueno, se podía pasear a gusto.

Elegí un recorrido muy trillado para mí, es decir un recorrido hecho, antes más (como se dice aquí en Navarra), en muchas  ocasiones. Terreno llano, excepto un pequeño repecho a la vuelta. Eso es lo que aconsejan los médicos.

Y por el camino, lo mismo de siempre: las últimas hojas caídas de los árboles, ahora pegadas en el suelo; los coches que salpican con el agua estancada en pequeños charquitos, cuando pasan al lado de los que pasean; los campos de cereales, ya nacidos, con sus pequeños tallos al exterior, pero ahora crecen para adentro; los edificios quietos en sus sitios, más obscuros y más viejos, pero los mismos.

Y como el pasear, como el saber, no ocupa lugar, mientras he paseado he podido rezar, pensar, planear, cavilar, reflexionar, proyectar, sospechar, recelar… y mil cosas más que no son del caso.

En resumen: todo igual. Como si no hubieran pasado los meses, los años, el tiempo: “Precisamente tu vida interior debe ser eso: comenzar… y recomenzar” (San Josemaría en Camino 292).



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viernes, 31 de enero de 2014

SENCILLAS VIVENCIAS

MAÑANA, SERÁ OTRO DÍA


Más de una vez, al comenzar a escribir o después de haber dejado algunas palabras o líneas de negro sobre blanco, ha llegado el momento de borrar todo lo escrito. Hoy ha sido uno de esos días, en que después de dibujar varias frases en la página blanca del ordenador, con suavidad y delicadeza, seleccionado lo escrito, ha desaparecido de la página en un instante.

No me gustaba lo escrito y decidí borrarlo. Lo borré y ya nunca más lo verán mis ojos. Cierto, que podía haber esperado un poco más, pero lo que son las cosas, cuando se tiene poco tiempo, se destruye con más facilidad que se construye.

Y aquí me encuentro, en esta situación un tanto misteriosa: no recordar lo que escribí y no saber lo escribir quiero. Derrumbar el edificio  construido y no saber levantar el edificio que ahora pretendo.

Y en estas condiciones, ¿qué es lo que sale? Pues ya lo estoy viendo y vosotros lectores ahora leyendo: palabras, palabras, palabras. Y poco más. Bueno sí, un blog más entre los cientos escritos.

Mañana espero tener las ideas más claras, más frescas y más útiles. Veremos si sale.


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jueves, 30 de enero de 2014

SENCILLAS VIVENCIAS

IN LAETITIA, NULA DIES SINE CRUCE


Algunos dicen que ya han visto, este mes de enero, la nieve. Yo todavía no la he visto. En la ciudad todavía no ha nevado. Es verdad, que hace unos días, escribí que el ambiente olía a nieve, pero no ha nevado.

Es más, parece, según dicen los expertos, que sube la cuota de la nieve. Veremos. De hecho, ahora mismo, son las trece horas veinte minutos, luce el sol. Y aunque lo hace tímidamente, luce el sol.

Y el sol, como la luz, siembra alegría. Parece que las casas se crecen, que los árboles se animan, que las gentes caminan más erguidas. Y hasta las viejas palomas que pasean por la plaza lo hacen con un andar más acompasado.

Pero como dice el refrán, no es oro todo lo que reluce. Así, hoy no es todo sol, animación, alegría. Allá, no muy lejos, se cuelgan pardas nubes en el cielo. Nubes que contemplan la presa de la tierra y quizás no tarden mucho en atacarla con sus armas en forma de gotas.

Así es la vida: ráfagas de luz y nubarrones negros; destellos de claridad y obscuridad intensa. Sólo el alma puede permanecer impasible y por eso podemos decir, como escribíó San Josemaría muchas veces en su Apacta: : “In laetitia, nulla dies sine Cruce.


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miércoles, 29 de enero de 2014

SENCILLAS VIVENCIAS

MAÑANAS DE INVIERNO


Hoy día 29 de enero, me gustaría escribir de luz y de sol, de alegría y de gozo, de sucesos bonitos y de historias hermosas. Pero no puedo. Salgo a la calle, intento buscar alguna sencilla vivencia, bonita, alegre, que me hable de estas cosas, pero no la encuentro.

Apenas me asomo a la puerta, tengo que embozarme, porque un frío cortante siega mis carnes. Doy dos pasos más, y me encuentro con un amigo aterido de frío y protegiéndose con su poca ropa.

Entro en los locales de Caritas y las buenas mujeres, voluntarias de la caridad, están ateridas de frío, mientras se mueven de un lugar para otro para espantar el frío que reina en los locales. Trato de encender la calefacción, pero aún tardará unas horas en subir la temperatura.

Ya en el coche, siento la frescura del volante, el remusgo que se cuela por las ventanas. Y para remate de esta situación, allí en la esquina de la Iglesia del Huerto, una joven gitanilla, acurrucada, aterida de frío, envuelta en una vieja manta, pide limosna a los transeúntes  que pasan indiferentes a su lado.

Un corto paseo y llego a la Clínica. Mucha gente. Personas escondidas en mismas, dialogando a través del móvil o la tablet con no sé qué seres fríos, invisibles.

Y a esperar, a esperar. Mañanas de invierno.


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martes, 28 de enero de 2014

SENCILLAS VIVENCIAS

¿EXCEPCIÓN Ó REGLA?


Algunos días de invierno, aunque en duración, en horas, son como todos, sin embargo se nos hacen mucho más largos, tanto que parece que nunca se acaban.

En esos días, no vemos salir el sol por la mañana, ni lo vemos ocultarse por la tarde. Todo el día es lo mismo: cielo gris “panza de burra” y calles brillantes a causa de la lluvia. Da igual que sean las diez de la mañana, que las doce de medio día, que las seis de la tarde, todo el día es igual.

Tan es igual, que el desayuno parece comida y la comida merienda. Solo la cena se distingue un poco del resto de las horas. Y se distingue, porque a esas horas, un manto negro oculta las horas grisáceas de todo el día.

Hasta los pájaros lo acusan. Y lo acusan las plantas y lo acusan los colombios de las plazas. No hay niños que juegen en ellos, ni padres que acompañan a sus hijos más pequeños. Todo es distinto, y todo es diferente.

Por eso, tengo lástima de esos países en los que siempre es invierno, siempre es de noche, siempre es todo igual. No me gustaría vivir en esos lugares, me llenaría de tristeza.

En nuestra tierra es distinto: hay días grises, pero es una excepción, allí, en esos países donde no me gustaría vivir, es la regla. La diferencia es considerable.


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lunes, 27 de enero de 2014

SENCILLAS VIVENCIAS

AGRADABLE O DESAGRADABLE
DEPENDE


Se suele decir, que “nunca llueve a gusto de todos”. Significa este refrán que “siempre hay diferentes opiniones e interese distintos, entre distintas personas”.

Me ha venido a la memoria este refrán, porque apenas echo la mirada a la calle veo que le gente camina con los paraguas abiertos. Y lo hacen porque, lógicamente, está lloviendo.

Estoy seguro, que debajo de cada paraguas hay una opinión sobre la lluvia que cae del cielo: “qué bien esta lluvia para el campo”; “qué horror tanta agua, nos vamos a ahogar”, “que bien estas lluvias tempranas o qué bien estas lluvias tardías”; “qué latoso, no sale un día bueno, no hay que lo aguante”.

Y así hasta el agotamiento. Lo que para una persona puede ser deseado o placentero, para otra puede resultar desagradable o problemático, pues no es fácil hallar dos personas que sean siempre de la misma opinión.

¡Qué lo vamos hacer!

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http://www.youtube.com/watch?v=vOC7tzWRjLw

domingo, 26 de enero de 2014

SENCILLAS VIVENCIAS



INSÓLITO


¡Con Francisco no hay lugar para la monotonía! El Angelus de este domingo 26 de enero será histórico porque, probablemente por primera vez, dos niños acompañaron al Papa tras el rezo de la oración. (Ver abajo el vídeo.)

La paz a todo el mundo
Se trata de dos miembros de la Acción Católica infantil de la diócesis de Roma, a quienes el Santo Padre invitó además a soltar sendas palomas de la paz, a saludar a la multitud congregada en la Plaza de San Pedro, e incluso a dirigirle unas palabras.

Fue la joven quien lo hizo, para explicar que traían un mensaje de paz al Papa "para que así pueda llegar a todo el mundo", un mensaje de paz recordando que "cada niño tiene el derecho a jugar y a divertirse en un contexto hecho a su medida", y que eso no sucede en muchos países del mundo a consecuencia de la guerra.

Finalmente agradecieron al Papa por su "alegría": "¡Gracias, Papa, te abrazamos!", concluyó su intervención. A lo que Francisco respondió con sendas palmadas en la cabeza.

La crueldad mafiosa
Previamente, el Papa había tenido unas palabras de recuerdo para el niño Cocó Campolongo, de tres años, asesinado el pasado domingo junto con sus padres por la mafia calabresa. El pequeño fue tiroteado y abrasado dentro del coche ardiendo en una vendetta que ha conmovido Italia.

El hecho "no tiene precedentes en la historia de la criminalidad", protestó Francisco: "Recemos a Cocó, que seguro que está en el cielo, por las personas que han cometido este delito, para que se arrepientan y se conviertan al Señor", pidió, sumiéndose en un silencio orante que siguió toda la Plaza.

Reina católica
Asimismo, recordó que el sábado fue beatificada en Nápoles la reina consorte de las Dos Sicilias María Cristina de Saboya. Resaltó "su profunda espiritualidad y su gran humildad" y compromiso con el sufrimiento del pueblo, hasta convertirse en una auténtica "madre de los pobres".

La elección de Dios
Antes de eso, al comentar el Evangelio del día, el Papa recordó que Dios llama a todos a la salvación todos los días: "Si alguno de los que están hoy en esta plaza siente hoy mismo que Dios le dice ´Síguem´, que sea valiente y le siga. ¡Él no decepciona nunca!", proclamó.

El Papa Francisco reflexionó sobre el Evangelio dominical que narra el inicio de la vida pública de Jesús en las ciudades y aldeas de Galilea, cuya misión parte de una zona periférica, despreciada por los judíos más observantes, por lo que el profeta Isaías la indica como “Galilea de los gentiles”.

Por esta razón afirmó que “también nosotros estamos inmersos cada día en una ‘Galilea de los gentiles’, y en este tipo de contexto podemos asustarnos y ceder a la tentación de construir cercos para estar más seguros, más protegidos. Pero Jesús –afirmó el Papa Bergoglio– "nos enseña que la Buena Noticia no está reservada a una parte de la humanidad, sino que hay que comunicarla a todos. Es un buen anuncio destinado a cuantos lo esperan, pero también a quienes, tal vez, no esperan más, y no tienen ni siquiera la fuerza de buscar y de pedir".

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sábado, 25 de enero de 2014

SENCILLAS VIVENCIAS

EL ÁRBOL NUEVO


Me encontré con Álvaro en una esquina  de la plaza. Muy cerca del árbol nuevo. Me refiero al árbol que plantaron, junto a la Caja Rural, en el lugar del árbol de hojas moradas que habían arrancado poco antes.

Y como sé que Alvaro es un gran conocedor de plantas, le pregunté por el nombre científico del árbol nuevo. Lo miró de arriba abajo, y sin dudarlo, me dijo: Es de la familia del laurel .

Ya en casa busqué la palabras laurel y esto es lo que me decía el diccionario: adelfa (Nerium oleander), también conocida como laurel de flor, rosa laurel, baladre o trinitaria - entre otros, es la única especie perteneciente al género Nerium incluido en la familia Apocynaceae.

Planta arbustiva - que puede llegar aárbol de porte pequeño - de hojas perennes lanceoladas de un verde intenso y flores de color rosa (en la variedad silvestre). 
Las hojas, flores, tallos, ramas y semillas son venenosas

En Japón, fue la primera planta en florecer después de la explosión de la 1ª bomba atómica sobre Hiroshima el 6 de agosto de 1945.

Cuando me encuentre de nuevo con Álvaro le contaré este dato. Seguro que lo sabe.


PARA VER Y ESCUCHAR

viernes, 24 de enero de 2014

SENCILLAS VIVENCIAS

CUATRO HORAS DE TIEMPO


Un día más me propongo escribir del tiempo. No del tiempo que pasó, ni del tiempo que vendrá, sino del tiempo “in actu”, del tiempo en este momento. Aunque, bien pensado, lo que me propongo es  cosa arto difícil.

Apenas quiero escribir del tiempo presente, cuando me doy cuenta, que ya es tiempo pasado y que el futuro que sueño, se hace enseguida presente y al momento pasado.

Dejando aparte estas disquisicciones, escribiré algo sobre el tiempo presente, enjaulado en esta mañana de enero. Y más en concreto, de esta mañana que va de nueve, que fue la hora en que salí a la calle, hasta la una, que es la hora en que he vuelto a casa.

Pues bien, a lo largo de estas cuatro horas, aquí, en mi barrio, en mi ciudad, el tiempo ha sido plano, monótono, invernal, gris. Pequeñas gotas, calabobos que dicen, han aterrizado en las baldosas blancas con franjas rojas de mi calle.

El viento suave, rizoso, llano juguetea con las cosas y personas. Nada de vendaval, nada de huracán, nada escandaloso, es un viento cercano, cariñoso, amigo. El cielo totalmente apagado, silencioso, mustio. La naturaleza muda, expectante, seria.

Así dibujaría yo estas cuatro horas de tiempo: horas serenas, húmedas, silenciosas, llenas de espera.


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jueves, 23 de enero de 2014

SENCILLAS VIVENCIAS

LA EXPERIENCIA, MAESTRA DE LA VIDA


Me crucé con él, en medio de la plaza que se extiende frente a mi ventana. Nos saludamos siempre que nos vemos. A veces echamos un “parlao”. Hoy simplemente le dije: ¡“Con visera, en este tiempo y además con paraguas”!. Me respondió: La visera para defenderme del sol (en esos momentos relucía el sol), y el paraguas para defenderme de la lluvia. (Al poco rato llovía).

Después de las breves palabras que ambos nos dirigimos, camino ya de mi casa, pensé: ¡cuánto enseña la experiencia! ¡Qué sabios son los ancianos! Bien sabía, mi buen amigo, que el clima en este tiempo de invierno cambia con frecuencia.

Ahora mismo,  apenas ha pasado media hora del encuentro arriba indicado, y el cielo está totalmente gris. El suelo mojado por un chaparrón recién caído, las gentes caminan por las calles con sus paraguas abiertos. El sol duerme acurrucado más allá de las nubes bajas y cercanas.

Me asomo a la ventana: Veo a una persona que lleva un paraguas blanco abierto, a otra con un paraguas negro  también abierto, una tercera, con un paraguas a rayas. Ahora mismo un señor camina a pelo, otra señora abre su paraguas azul, una madre camina con su hijo a toda prisa, un joven avanzada por la plaza a grandes zancadas.

Más paraguas, más lluvia. De repente, un claro en el cielo. No creo tarde mucho en salir el sol. En este instante sale. Ahora entiendo lo de la visera y el paraguas. Ahora entiendo el dicho: “la experiencia es maestre de la vida”.


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miércoles, 22 de enero de 2014

SENCILLAS VIVENCIAS

EL INVIERNO, ENTRE NOSOTROS


Hoy ha salido un día plomizo, invernal, triste. Nada extraño, pues estamos en pleno invierno. Pero cuando se dice que el día está invernal, plomizo, triste es que el invierno se le nota más que en  otros días. Hoy es un día de esos.

Y se nota al mirar a la calle. Lo estoy haciendo ahora. Contemplo el cielo color panza de burra (1), triste, aburrido. Los árboles cabizbajos y silenciosos. Las fachadas de las casas apagadas y encogidas. El color rojo o azulado de los coches diluido. Sólo los coches color blanco dejan un punto de alegría.

Las gentes caminan embozadas, deprisa, mirando constantemente al suelo. Hasta los suelos de las calles y de las plazas despiden monotonía. Son, sin duda ninguna, reflejo de los cielos obscuros.

No se ven apenas niños correteando por las calles, los mayores andan despacio, serios, encovados. Hasta las farolas se arrugan y callan. Todo es plomizo, invernal, triste.

(1) Aplicado al cielo cuando presenta un color entre gris y blanquecino, propio de los momentos previos a las nevadas o granizadas.

PARA VER Y ESCUCHAR

martes, 21 de enero de 2014

SENCILLAS VIVENCIAS

EL PEQUEÑO ARBOLITO 


“A Rey muerto, Rey puesto”. Algo parecido ha ocurrido con el árbol: “A árbol arrancado, árbol plantado”. Si hace días escribía sobre el árbol de hojas moradas que veía desde mi ventana y que había sido arrancado de cuajo, hoy puedo escribir el nuevo árbol plantado. 

Eran algo más de las once y media cuando llegaron dos vehículos del Ayuntamiento. El uno era un camión grande, lleno de arbolitos pequeños. El otro era más pequeño, y llevaba herramientas de jardinería. Bajó un empleado del camión grande, dos del camión pequeño. Y comenzaron la faena. 

Con cierta facilidad, sirviéndose de una pequeña grua, bajaron un pequeño arbolito del camión y lo colocaron junto al hoyo del árbol arrancado. 

 Con habilidad lo metieron en el hoyo, acercaron tierra con palas y el pequeño arbolito quedo tieso y esbelto. Dos metros de tronco y una pequeña copa de ramas, también moradas. 

Limpiaron los bordes de jardín y, sin otro ordenamiento, los jóvenes jardineros se montaron en sus respectivos vehículos y se fueron. Ahora nos toca esperar y ver crecer al pequeño arbolillo. 

Y lo que decía al comienzo: “a Rey muerto, Rey puesto”. 

PARA ESCUCHAR
http://www.youtube.com/watch?v=3dCKekh2nuQ

lunes, 20 de enero de 2014

SENCILLAS VIVENCIAS

EL AMBIENTE HUELE A NIEVE


Llueve. Llueve y huele a nieve. No sé qué olor tiene la nieve, pero esta mañana de enero, huele a nieve. Y cuando el ambiente huele a nieve, poco después (horas, días) llega la nieve. Así ha sido siempre, espero esta vez también lo sea.

Y mientras llega la nieve, cae la lluvia. Lluvia fina, fría, llena de invierno. Y las gentes con sus paraguas abiertos cruzan ateridas las plazas y recorren a toda prisa las calles. Ruedan más coches por la ciudad y las bicicletas descansan amarradas a sus pesebres.

Y si miras al cielo, es todo igual. Una capa gris que cubre nuestras cabezas inclinadas al suelo. No se escuchan los cantos de los pájaros, ni el silbido del viento. Todo es calma, espera. La nieve está ya cerca.

Y cuando llegue, si lo hace a pleno día, nos aclarará los ojos. Si lo hace por la noche, no sabremos de su presencia hasta que, madrugadores, abramos las ventanas.

Llueve, se ven personas con sus paraguas abiertos y el ambiente huele a nieve. La nieve está cerca.


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